Crítica de 'La habitación de al lado' (**): La melodía de dos grandes actrices y una tromba de sermones
Qué bien elegidos los lugares, los colores, los ajuares, qué maravillosa nevada, qué impresionante casa, qué profundas actrices y qué pena la cantidad de ruido y tópicos de analista 'hincha' con los que los enturbia
Pedro Almodovar: «El alboroto que hay en la vida política es inaguantable»
![Julianne Moore y Tilda Swinton en una de las decoradas estancias de 'La habitación de al lado'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2024/10/16/habitacion-de-al-lado-almodovar-kgvD-U603207562776dO-1200x840@diario_abc.jpg)
Pedro Almodóvar es un maestro en la composición del plano, en la ambientación, en el estilo visual, en la pátina de melodrama con la que barniza sus historias, que hubo un tiempo en el que compaginaba ese esmalte atribulado con un sorprendente sentido del humor ... que ahora no consigue (o no quiere) que aparezca en ellas. Es un maestro en darle forma y envoltorio a su cine. En lo que no es un maestro, sino más bien un diletante, un aficionado, un 'hincha', como casi todos, y especialmente los políticos y 'rodalías', es en el análisis social, de la actualidad, del mundo, del pensamiento, de la idea de la tradición o de la idea del progreso… Pero, como entusiasta, simpatizante y creador, se siente en la obligación de plasmar sus 'verdades' en el corazón o la tripa de su obra.
'La habitación de al lado' está saturada de 'verdades' de Almodóvar y algunas de ellas difíciles de no compartir, como lo hermoso del reencuentro, de la amistad y de la conexión y alianza emocional entre dos personas en los momentos más difíciles, como la hora de la muerte y la hora del auxilio. O la verdad suprema de la película: que en el rostro de dos actrices muy grandes está la historia que quieres contar. Tilda Swinton y Julianne Moore tienen, contienen y expresan maravillosamente esa historia, la de una mujer que se va a morir y quiere decidir dónde y cuándo y la de una mujer que acepta estar junto a ella en 'la habitación de al lado'… Y el juego de puerta abierta, puerta cerrada, las miradas, los sentimientos, la curiosidad, la intriga que ello provoca es el más cálido cuarto de estar de la película.
Ahí está la melodía del argumento, esa que cualquier corazón tararea, y es una lástima la introducción de ruido alrededor de ellas dos y sus sentimientos. Qué bien elegidos los lugares, los colores, los ajuares, qué maravillosa nevada, qué impresionante casa, qué profundas actrices y qué pena la cantidad de ruido, cháchara, palique con los que enturbia la melodía mediante el resto de personajes, 'flashbacks', explicaciones, situaciones y tópicos de analista 'hincha' de nuestro caótico mundo. Y es una pena que sea justo el ruido de relleno el que le toque aporrear a algunos de nuestros mejores intérpretes, como Juan Diego Botto, Raúl Arévalo y especialmente Vicky Luengo, prodigiosa actriz puesta aquí a secar de cualquier manera.
Aunque el caso más notable sea el de John Turturro, con un buen personaje (un corresponsal que vive las guerras del mundo) y un extraño papel: ser el pensamiento y el verbo del propio Almodóvar y sermonearnos constantemente sobre el irrefutable lugar correcto de la Historia. Esto convierte a este gran actor en 'Turturro el turras', un tío cargante incluso aunque se coincida con todo o parte del fraseo hecho que emplea para explicarnos qué pensar sobre la vida, la muerte, la ideología, el clima, las leyes, los buenos y los malos.
Podría estructurarse la película en tres partes, una primera llena de convencionalismos, no en el reencuentro de ellas, sino en su modo de contarse historias pasadas mediante 'flash back' pintorescos; un segundo tercio espléndido, sin apenas ruido, con el primer plano de ellas y con la sutileza que se sugieren 'los destellos' (a lo Pilar Palomero) entre dos personas que se ven y se acercan, y con un sentido estético y casi filosófico con el que Almodóvar implica su película con el buen gusto, con Edward Hopper, Douglas Sirk, Joyce, Huston o Bergman, y finalmente una última parte que es una especie de epílogo no excesivamente logrado y artificioso.
En cuanto a la cuestión no esencial, pero sí más polémica o discutible de la película, el elogio contundente a la eutanasia, Pedro Almodóvar utiliza el singular ejemplo que plantea su historia, especialmente claro, limpio, adulto, cultivado, irreprochable. Habrá otros casos, otras circunstancias en las que no se dé ese cruce tan quirúrgico entre lo legal y lo legítimo, y en los que, sin esa belleza, sin el buen gusto, la cita culta o el dinero a espuertas, pueda abrirse alguna brecha, también humana, también filosófica, y. Él, evidentemente, no las tiene, pero tenerlas, titubear, recelar, no convierte a nadie en un monstruo, por mucho que lo sugiera John Turturro.
Por lo demás, y para terminar arriba con 'La habitación de al lado', tiene momentos brillantísimos, una música de Alberto Iglesias fabulosa y una fotografía de Eduard Grau (tan especial con Albert Serra o con Carlos Vermut en 'Honor de Caballería' y 'Quién te cantará', y tan genial y matemático con Rodrigo Cortés en 'Buried'), que envuelven de regalo el magnífico trabajo de sus dos actrices.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete