Mucho dinero y poco premio: la dificultad de conseguir una nominación al Oscar a mejor película internacional
La campaña de promoción que exige es, en muchas ocasiones, un impedimento para lograr el objetivo de pisar la alfombra roja durante la gala
Tiene suerte «La trinchera infinita» de estrenarse en Netflix en Estados Unidos este viernes, coincidiendo con el anuncio de representar a España en la carrera por el Oscar a mejor película internacional . De hecho, la plataforma la ha colocado en sus redes como ... uno de los títulos destacados de noviembre. Porque lo más difícil para alcanzar una nominación es conseguir ruido mediático en Hollywood. Para lograrlo hay que gastar y gastar. Y cuando has gastado casi todo, volver a organizar la enésima cena con académicos en la que pagar hasta la propina.
Cuentan que el productor Andrés Vicente Gómez echó el resto para que «Belle Époque», de Fernando Trueba, resonara en cada rincón de Hollywood. Echar el resto significa «una inversión enorme» que, en aquella ocasión, 1993, valió un Oscar. Almodóvar, que ha ido en siete ocasiones, ganó en 1999 y en 2019 con el «resto» y la fuerza de Sony. «En Hollywood no se puede pedir el voto directamente y tampoco dar regalos. Lo revisten de una pátina formal... Parece una campaña política», contó en ABC en la penúltima carrera al Oscar un productor que vivió desde dentro esta situación. «Es un mundo muy mercantilista, hay que gastarse mucha pasta para hacer ruido allí», cuenta ahora Miguel Menéndez de Zubillaga, uno de los productores de «La trinchera infinita» .
Al final, ese ruido mediático se convierte en «run run», y no hay nada que le venga mejor a una película que ese «halo» de favoritismo que devuelve el eco de una campaña bien hecha. Porque en la categoría de mejor película internacional, a diferencia de las «principales», no votan todos los académicos, sino solo los que se apuntan. Estos suelen coincidir con cinéfilos muy expertos o con académicos alejados de los focos que disfrutan con las atenciones que les dan los productores : una cena en un sitio de postín para hablar de la película, una proyección privada o, para los más solicitados, un cóctel más proyección con los actores. Así, enviar una cinta protagonizada por Penélope Cruz y Antonio Banderas y dirigida por Pedro Almodóvar, como hizo España con «Dolor y gloria» el año pasado, es una apuesta casi segura de nominación.
Entre los académicos que se apuntan, que no suele superar el medio millar, les obligan a ver las películas si no quieren perder el derecho a votar –a diferencia que en la Academia española. Pero no es lo mismo ver una película en casa, o en un pase obligatorio a una hora no muy buena, que te organicen una proyección junto a unos cuantos «Vip» y que Alfonso Cuarón te salude al entrar. Estamos, de nuevo, en la idea de la campaña política. No se puede regalar nada, salvo el oído.
Un gasto desproporcionado
Las malas lenguas de Hollywood –publicadas en las biblias de allí, como «The Hollywood reporter»– aseguran que Netflix se gastó 25 millones de dólares en la promoción de «Roma» para el Oscar. Solo para la carrera al Oscar, la del estreno iba por otro lado. La película de Alfonso Cuarón costó 15 millones. Es una exageración. Y la campaña más cara de todas las ediciones celebradas. Pero pone de manifiesto una realidad: con los 20.000 euros con los que el ICAA –Ministerio de Cultura– apoya a la candidata española apenas se puede pagar un cartel en Sunset Boulevard. O los billetes de avión y el hotel del equipo, como dice el productor de «La trinchera infinita». Y eso que no existe un evento cultural al nivel del Oscar para llevar la «Marca España» a todo el mundo. Por eso, o pese a eso, no parece que los productores españoles vayan a echar el resto: «La trinchera infinita» está amortizada en su carrera comercial en salas, donde se estrenó en cines el 31 de octubre de 2019, y en Netflix España salió en marzo.
Y pese a todo, «La trinchera infinita» tiene mucho que decir en Hollywood. La gran diferencia es quién la respalda allí, en palabras de María Zambrano, la productora de «Verano 1993» que acompañó a Carla Simón en el viaje de la película por Los Ángeles allá por 2017. «Depende de si tu distribuidor allí es independiente o una división de una “major” como Sony Classic o Focus, explica con detalle. «Son ligas diferentes». Ahí está la fortuna «La trinchera infinita» . Si Netflix quiere, el cielo es el límite. O la nominación: «Sirve de gran ayuda [el estreno en Netflix]. Que se vea la película y tenga un recorrido amplio es muy positivo. Espero que ayude a que la conozcan», aplaude Belén Cuesta tras conocer la noticia de que la película que protagonizó y que le dio el Goya a mejor actriz representará a España en los Oscar.
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