España Cañí
Raphael y Julio, los faraones del karaoke
Raphael es la canción del invierno, pero también del verano, porque siempre está ahí. Julio es el hilo musical de los ascensores de todo el mundo. Eso es triunfar. Quiero decir que el que quiera que vaya y se ponga
Una silla de felicidad
El agosto de asfalto
![Raphael](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/08/31/1471401539-RYCMVnkCmDC65KEZXBHBWzM-350x624@diario_abc.jpg)
En el deneí de Raphael pone Miguel Rafael Martos Sánchez, pero Raphael es Raphael. Raphael es un villancico cuyo intérprete, de pronto, ha hecho un carrerón único. Raphael es Raphael, y Julio Iglesias es Julio, que ha hecho otro carrerón sin cambiar la foto ... de perfil derecho, que es el que a él le mola, y moviéndose poco o nada en el escenario.
Conozco muy pocos casos de artista que hayan llegado tan lejos moviéndose tan poco. Los traigo hoy aquí, en pareja desemparejada, o no tanto, porque ambos han llegado, estrepitosamente, a la eternidad del karaoke, que es la única eternidad que vale, en lo cañí de la canción española. No cito el karaoke de modo irónico, sino como aval más bien de que uno ha quedado para siempre, si le cantan en las bodas, o los bautizos. Raphael y Julio animan los karaokes del mundo, y así llevan ahí, de faraones primeros del privilegio, una vida, o sea, dos.
Raphael es la canción del invierno, pero también del verano, porque siempre está ahí, raphaelísimo, con su lámina de luto, con su voz de apoteosis, con su cara de chico bueno, que es también un poco chico malo. Yo soy de los Rollings, y a Julio Iglesias, como artista, siempre lo aludí con prevención. Hasta que vi que era el hilo musical de los ascensores de todo el mundo. Eso es triunfar, y sin maniobrar la mandíbula derecha de la jeta, para los pósters. Quiero decir que el que quiera que vaya y se ponga. Vivió un declive de clientela, hace años, pero remontó. Le apasiona Rafa Nadal, y lo cuenta mientras canta.
Raphael es el éxito sucesivo, y un clásico que aún anda por ahí, de gira. A cada rato le vuelven a fichar, en la tele, para que anuncie una vez más el turrón de su talento. Naturalmente, Julio es un ilustre irremediable, zona premomias, pero hay algo en él, todavía, de joven que ama el vino, de zagal que elige como nadie a las coristas. Cuesta verlo de pícaro, porque siempre lleva traje, pero hay que verlo. Igual pasaba en su padre, el inolvidable Iglesias Puga, astuto como el látigo, que me dejó una frase de verano para todos los inviernos: «Herrera, no te engañes: el propósito de un hombre es llegar a morir entre mujeres guapas».
«Raphael prepara sus conciertos como un marine, y se vuelve casi mudo, en esos días, para irrumpir en el escenario con la voz ampulosa de siempre»
El lema también lo ha practicado Julio, que en su paraíso de Punta Cana tiene una piscina donde siempre hay dos o tres sirenas de spot, a su aire, pero sirenas vivas, solteras y de buenas piernas que a veces se visten de túnica y van a sus conciertos. No me extraña que a cada rato broten rumores de crisis en su matrimonio, que ya es, por otra parte, un matrimonio a prueba de crisis, porque tiene mucha antigüedad, y mucha piscina.
Raphael sostiene estampa de elegante de Linares, y una entonación capaz de prodigio, con mucho show de «aquí estoy yo». No vende solo estilo, obviamente. Le reverencian Alaska y David Bisbal y Ana Torroja y Miguel Bosé. Lo peor de Raphael es algo en lo que Raphael no carga ninguna culpa: sus imitadores incontables, que te colocan en seguida en la fiesta todo el repertorio de karaoke.
No soy fan de Julio, pero le respeto, porque hay en él un vividor de vocación y un artista de sastrería que se lo ha montado. Raphael viene de la escuela del hambre, y gasta un fulgor kitsch que sigue hipnotizando a los bachilleres de lo último. Prepara sus conciertos como un marine, y se vuelve casi mudo, en esos días, para irrumpir en el escenario con la voz ampulosa de siempre, entre el niño prodigio y el setentón jubiloso. Julio, en fin, reúne más de medio siglo vendiendo un estilo. Desde el zapato sin calcetín a la sonrisa media de ligón bronceado.
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