CARTAS AL ALCALDE
El agosto de asfalto
Parece que Madrid viviera un gran puente en medio de las vacaciones largas
Potra salvaje
![Ciudadanos se refrescan en Madrid Río](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/08/27/madridrio-RwIqir1mgkFrYN4NNNz3sUJ-1200x840@diario_abc.jpg)
El verano es de las muchachas y Madrid es de las obras, alcalde. Los cronistas, por estos días, nos vamos quedando escuálidos de tema, pero los obreros no paran, venga a hacer gimnasio en los andamios.
El calor con grúas es ... más calor. Y la grúa es más grúa. Madrid no tiene playa, y parece que la estuviéramos construyendo, pero la playa no llega, y las muchachas se acaban llevando el ombligo a otro sitio.
Ramón Gómez de la Serna señaló agosto como el mejor de Madrid, pero el gentío hace el hatillo, porque aquí no hay playa, y porque no hay quien aguante un mes de agosto en Madrid, cuando lo que no hay quien aguante, casi, es un verano sin Madrid.
Parece, ya, que Madrid viviera de gran puente, en medio de las vacaciones largas. La ciudad consume días festivos, que es como si dijéramos que la ciudad se pone a pensar en sí misma, durante un rato, libre de muchedumbres, ajena a los vecindarios.
Algún día arriesgamos aquí que Madrid no nos deja ver Madrid, salvo cuando llegan unos días de fiesta y la ciudad se vuelve abarcable, o sea, visitable, o sea, deseable.
El calor es, en rigor, una amabilidad, porque oferta la ciudad sin el gentío, que es y no es la ciudad, según vemos. Hablamos de unos días entre paréntesis, según vislumbrara Julio Cortázar, a otros efectos. Y en esos días, que son éstos, yo propongo, de alivio, la vida de azotea nocturna, porque la diurna es una barbacoa de peatones, eso sí. Hay hoteles de azotea, y azoteas a ras de la calle.
Aún quedan algunos días en los que será alto agosto en Madrid, y no lo digo por las exigencias climatológicas, que también, sino por las gracias del clima otro, del clima de estar en una ciudad donde los trayectos tienen continuidad de paseo, las mesas de terraza no se pelean, y los restaurantes no piden sala de espera.
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Ramón avaló que el mejor mes de Madrid es agosto. Ramón, como veía la muerte cerca, elogiaba el verano, que es un modo de la resurrección de la juventud, y un antídoto de la costumbre.
Lo hacía pensando en las delicias de la ciudad desierta. Esta, aún.
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