Trump ha vuelto: consuma su venganza y recupera la Casa Blanca

Hace algo menos de cuatro años, tras su intento de dar la vuelta a las elecciones que perdió en 2020, tras el asalto trágico y bochornoso al Capitolio del 6 de enero de 2021 por una turba de sus seguidores, era «radioactivo». Así lo calificó uno de los jefes de 'Fox News', la cadena más seguida por la América conservadora. Muchos republicanos le dieron la espalda. Desde hace tiempo tiene el partido a sus pies. Y desde este miércoles, también a la primera potencia mundial.

Trump fue declarado ganador en las proyecciones de los principales medios estadounidenses a partir de las dos menos cuarto de la mañana del miércoles (ocho menos cuarto de la mañana en España), una vez que se comprobó que había logrado victorias en suficientes estados como para asegurarse el mínimo de 270 escaños en el Colegio Electoral -el órgano que elige al presidente de EE.UU.- que dan la victoria.

La fiesta se había desatado antes en West Palm Beach (Florida), en el centro de convenciones en el que la campaña de Trump celebraba su noche electoral.

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Ocurrió en cuanto el multimillonario neoyorquino tomó la delantera en Pensilvania, el más decisivo de los siete estados decisivos. Sin Pensilvania, su rival, Kamala Harris, apenas tiene margen para ganar la elección. Poco después, las proyecciones de los grandes medios otorgaban por fin Pensilvania a Trump, y el camino para Harris se hacía prácticamente inviable.

Durante la noche, en un ambiente de optimismo en el cuartel general del Trump, otras pistas mostraban que la noche sonreiría a los republicanos: la escasa diferencia de Harris en Virginia, un estado que en principio no debería estar disputado por el candidato republicano; la ventaja que también había tomado en Wisconsin, otro estado decisivo; la victoria de Trump en el condado de Miami-Dade, un bastión demócrata donde no había ganado ningún republicano desde 1988 y que anticipaba una gran mejora del multimillonario neoyorquino en el voto hispano en todo el país.

La opción más clara para Harris de conquistar la Casa Blanca sería mantener el llamado 'muro azul', los tres estados decisivos del norte: Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Pero el muro se cayó con la derrota en Pensilvania.

«¡Vamos!», gritaba un seguidor de Trump, con gorra y zapatillas Jordan rojas. «¡Esto está hecho!». Esa era la sensación indisimulada en los cientos de seguidores aquí en West Palm Beach.

«Quiero que empiece a deportar ilegales desde el primer minuto», aseguraba a este periódico Tom Bogert, con la mirada clavada en la pantalla, mientras caían resultados a los que respondía cerrando el puño. «Es imposible que pierda ya», agregaba, tocado con un sombrero 'cowboy' con el nombre del casi ganador y de su aspirante a la vicepresidencia, J.D. Vance. El caos migratorio de la Administración Biden-Harris ha sido uno de los mensajes centrales de la campaña de Trump, además de, por supuesto, la economía, la inflación, la dificultad para comprar vivienda: «¿Estáis mejor que hace cuatro años?», se ha hartado de preguntar Trump a los votantes en sus mítines. La respuesta, apunta la noche electoral, parece ser 'no'.

Fue una noche para la historia. Harris buscaba convertirse en la primera presidenta de EE.UU. El hito se resiste en la primera potencia mundial y el aguafiestas ha sido Trump, que doblegó contra pronóstico a Hillary Clinton en 2016, una victoria con la que pocos contaban, y que ahora también ha evitado que Harris rompa ese techo de cristal.

La historia, de hecho, la ha escrito Trump. Se convierte en el segundo presidente de la historia en conseguir dos mandatos no consecutivos -solo lo había logrado hasta ahora Grover Cleveland, a finales del siglo XIX-; y, de paso, arrebata un récord a los demócratas: Trump es, a sus 78 años, la persona de mayor edad en ganar la elección presidencial, superando al actual presidente, Joe Biden.

Pero, sobre todo, la victoria de Trump es histórica por todo lo sucedido en los dos años que han transcurrido desde que presentó su candidatura a la presidencia en noviembre de 2022. El candidato republicano ha resistido embestidas que, en otra época, hubieran derribado sus opciones a las primeras de cambio. Recibió cuatro imputaciones penales, fue declarado culpable de delitos por un jurado, le culpabilizaron de los malos resultados de los republicanos en las legislativas de 2022… Pese a todo ello, arrasó en primarias. En julio, se salvó de milagro de un intento de asesinato, en el que su figura salió reforzada. Y ahora, ha sobrevivido al intento de último minuto de los demócratas de ganar la elección con un relevo en su candidatura: Joe Biden, hundido tras el debate con Trump del pasado junio, dio paso a Harris, que tampoco ha podido con el multimillonario neoyorquino.

Contra todo eso, Trump se ha impuesto. Ahora se abre un nuevo capítulo de la historia de EE.UU., tras la decisión de los votantes, el ganador clamó que le robaron la Casa Blanca -ni los tribunales ni las autoridades encontraron evidencias de fraude masivo- y el pueblo estadounidense, pese a la gran fractura que muestran los resultados, le ha devuelto las llaves.