Modesta agenda de Sánchez en la OTAN: Noruega y Montenegro

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, llegó al centro de congresos al filo de las 10:00 para una reunión bilateral con el primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Støre, con quien coordinó en abril el reconocimiento unilateral al Estado palestino en plena ofensiva de Israel en respuesta al ataque terrorista del 7 de octubre. A las 11:00 se vio con Milojko Spajić, el primer ministro de Montenegro.

El flamante primer ministro de Reino Unido, el laborista Keir Starmer, sí fue recibido por Joe Biden para una bilateral. También se vio Starmer con el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Coincidieron, según vio este diario, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el húngaro, Víktor Orbán.

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Sánchez no aceptó preguntas de la prensa a su llegada al centro de congresos, y dijo que para su Gobierno lo importante de la cumbre es «la defensa de los valores de la democracia», apoyando a Ucrania, preparando a los aliados para ataques de corte cibernético y reforzando el flanco sur. Tuvo palabras duras para Vladímir Putin, a quien acusó de haber iniciado una guerra «injusta e innecesaria» en Ucrania, y de dejarse conducir por una deriva «imperialista».

Desde la cumbre de Madrid, el presidente del Gobierno se ha marcado defender el refuerzo ante «los efectos del cambio climático, el auge dictaduras en detrimento de democracias en una parte tan importante para España como es el Sahel, con una mayor actividad de organizaciones terroristas y criminales que trafican con seres humanos y están detrás de fenómenos migratorios irregulares que por desgracia sufre el Mediterráneo estos años».

Sánchez también dijo que alertaría al resto de socios del incremento en el Sahel de presencia rusa, que aprovecha la situación de inestabilidad en parte con milicias privadas. El presidente también previno del aumento de campañas digitales, ciberataques diferentes y complementarios a la guerra tradicional que Rusia libra en Ucrania. Precisamente un juez de instrucción de Barcelona, Joaquín Aguirre, acaba de elevar al Tribunal Supremo una exposición razonada en la que alerta de una campaña de injerencia y guerra híbrida rusa en Cataluña, pero el presidente del Gobierno no se ha pronunciado sobre esos hechos, que incluyen visitas de espías rusos a Barcelona y viajes de empleados de Carles Puigdemont a Moscú.

A los actos de protocolo, como la inauguración el martes y la cena de gala de la Casa Blanca el miércoles, Sánchez acudió solo, a pesar de que la gran mayoría de líderes estuvo acompañado por sus respectivas parejas. La mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, que tuvo mucho protagonismo en la cumbre de Madrid en 2022 ha sido imputada en un caso de corrupción. Esta cumbre de la OTAN es la primera de este tipo a la que el presidente asiste en solitario. La primera dama estadounidense, Jill Biden, se reunió con las parejas de los jefes de estado y gobierno antes de la ceremonia inaugural.

A pesar de la insistencia en el flanco sur, el punto central en esta cumbre es Ucrania. El presidente de este país, Zelenski, se halla también en Washington, y está teniendo reuniones con aliados clave en Europa. En la primera jornada, los aliados, incluidos EE.UU., Alemania e Italia, se comprometieron a enviar a Ucrania docenas de sistemas de defensa aérea, incluidos al menos cuatro sistemas Patriot de fabricación estadounidense. Este anuncio llega después de una serie de bombardeos indiscriminados de Rusia que provocaron grave daño a un hospital.

Respecto a los intentos de Sánchez de que más socios se unan al reconocimiento unilateral de Palestina, sólo Irlanda, Noruega y Eslovenia lo han hecho. No ha sido un asunto relevante en esta cumbre, ya que los grandes socios de la Alianza, por riqueza y capacidad militar, se oponen a él, en especial EE.UU. y Reino Unido. La Casa Blanca dijo, tras el anuncio de España, que ese reconocimiento unilateral le parecía contraproducente y no aportaba nada al proceso de paz necesario entre ambas partes.

Los socios están también hablando de cómo adaptarse a una nueva situación que ya creían superada: un EE.UU. gobernado por Donald Trump y por lo tanto crítico con los que menos contribuyen a la defensa mutua. Y de los que menos contribuyen, el que ha caído a la última posición es España, con apenas un 1,28% del Producto Interior Bruto, bastante por debajo del 2% que se marcaron los socios en 2014.

El gobierno español mantiene que va a invertir mas, que hay muchos factores en juego y que, desde el punto de vista de Moncloa, la economía va tan bien, el PIB crece tanto, que los porcentajes están desajustados. Esas son las garantías que se han dado a los socios, y el presidente Joe Biden, anfitrión, quiso ofrecer un tono conciliador, contrapunto al de Trump, y en el discurso de bienvenida dijo: «La mayoría de socios ya invierte el 2% en defensa, y los que no lo hacen, pronto llegarán».

En esa categoría están aquellos a los que Trump llamaba «morosos», entre amenazas de salirse de la OTAN por «obsoleta»: Canadá, Italia, Bélgica y Eslovenia, país con cuyo primer ministro se vio Sánchez el miércoles. Dado que las encuestas de las elecciones presidenciales de EE.UU. vaticinan una victoria de Trump, los socios que menos pagan en defensa bien pueden acostumbrarse a esas críticas desde el Despacho Oval de nuevo.