Los grupos violentos protagonizan el primero de mayo francés
Las organizaciones próximas a Hamás, la división de las izquierdas y la baja representación sindical agravan una crisis de fondo
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En Francia, el primero de mayo ha sido «secuestrado» por grupúsculos violentos, próximos a Hamás, la división política fratricida y la baja representación de los sindicatos.
En Saint-Etienne, gran capital de provincias, antiguo bastión de las izquierdas comunistas, organizaciones que defienden tesis próximas ... a Hamás, expulsaron de un cortejo, con violencia, a Raphaël Glucksmann, hijo del filósofo André Glucksmann, cabeza de lista del PS en las elecciones europeas.
La noticia cayó como una «bomba». Edwy Plenel, fundador de Mediapart, portavoz emérito de una cierta pureza de extrema izquierda, comentó: «La expulsión de Glucksmann juega la farsa de la violencia estalinista, como las izquierdas que hicieron el juego al nazismo en Alemania, en 1933».
En París la marcha del cortejo de la CGT, sindicato histórico de origen comunista, estuvo precedido y salpicado de estallidos de violencia callejera por dos tipos de grupúsculos: ultraizquierdistas violentos y «antisionistas« cercanos a Hamás, convirtiendo la histórica Plaza de la República en un »campo de batalla« ilustrando la fragilidad, impotencia y división sindical.
Los dos principales sindicatos franceses, la CGT y la CFDT, fueron incapaces de negociar manifestaciones unitarias. El resto de los sindicatos, tampoco. Por su parte, el PS, el PCF y La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda socialista) se manifestaron en orden disperso, confirmando la división política de fondo, cuando todas las izquierdas, juntas, tienen menos intenciones de voto que la extrema derecha de Marine Le Pen, según todos los sondeos de las elecciones europeas del próximo mes de junio.

División que afecta incluso a las familias, como ocurre con los Giraud. El padre, Daniel, es un líder histórico del PS. Su hijo, David, es un 'sniper' de extrema izquierda. Padre e hijo defienden posiciones antagónicas, creando una fractura que afecta a toda la familia, fiel espejo de la crisis del socialismo francés.
La modesta representación de los sindicatos franceses agrava esa fragmentación. Según las estadísticas oficiales, apenas un 8 % de la población activa (26,9 millones de hombres y mujeres) está afiliada a un sindicato, confirmando que Francia es el país con menos representatividad sindical en la UE, y el tercero en el seno de la veintena de grandes democracia industriales de la OCDE.
La caída de la representación social de los sindicatos coincide históricamente con la ascensión de la extrema derecha. Desde hace más de veinte años, entre el 30 y el 35 % de los obreros votan a la extrema derecha de la familia Le Pen. Según los últimos sondeos, el 40 % de los obreros votarán extrema derecha en las elecciones europeas del mes de junio.
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