Las cárceles en Latinoamérica de los narcos, 'microestados' con negocios globales que llegan a Europa
Las prisiones en Latinoamérica tienen el mismo poder o más que algunos gobiernos y controlarlas es una pesadilla
El polémico negocio de las prisiones de la era digital
«Hay un estado paralelo dentro de las prisiones», afirma Gustavo Fondevila, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor del libro «Prisons and Crime in Latin America». La plata fuera o dentro se mueve a espuertas. Millones que se trasladan de un punto a otro gracias a estos centros de mando con poder para ungir o derribar, extorsionar o asesinar. Al punto de que los que están dentro se quedan por voluntad propia y pueden poner en jaque a un país entero, como ha pasado en Ecuador.
Desafiando la lógica, cuanto más cárceles, más criminalidad y más acólitos a su causa. Y su influencia puede ser igual o mayor que la de un Gobierno. Una verdadera feria a puerta cerrada que hace realidad el sueño de una microciudad de pandillas, con su burocracia, sus lujos y unos nombres exportables por todo el mundo: Los Choneros, el Tren de Aragua, el PCC, Barrio 18 o Salvatrucha 13, el Cártel de Sinaloa son los culpables.
Sus negocios se multiplican sin control, mientras muestran sin pudor por TikTok su tren de vida lujosa y sus alijos que alcanzan las costas de España. Promocionan el crimen organizado como estrellas del pop. Casi como si se tratase de un capítulo de 'Narcos' o de Corrupción en Miami. La vida real de este universo supera cualquier ficción y al final lo que tenemos son países que duermen con su peor enemigo y pueden tener pesadillas muy reales.
«Hoy puedes prácticamente conseguir todo lo que tú quieras en una de estas cárceles. En serio, todo lo que quieres. Y es posible pasar por arriba de la autoridad o gobernar con la autoridad. Cuando hicimos una encuesta para las Naciones Unidas, pese a tener todos los permisos en regla, tuvimos que pedir autorización a los líderes de las pandillas», apunta Fondevila.
Para este profesor un ejemplo ilustrativo de su sofisticación es la anécdota que le contaba un colega de la Universidad de Chicago, Benjamin Lessing, experto en las pandillas de Brasil. Le dijo que en una de las inspecciones en un cárcel de Sao Paulo los guardias habían encontrado una especie de acta de matrimonio expedida por la propia pandilla y cajas con los expedientes internos de los miembros de las bandas y sus ingresos. Eso supone entender que tienen una burocracia propia, con un departamento para las finanzas. Hasta los propios mandatarios de los países declaran en ocasiones que han designado el control de una cárcel a una pandilla. Se han convertido en auténticas empresas criminales.
Fondevila nos cuenta que si bien la información que viene de las cárceles de Venezuela llega a cuentagotas, tiene un amigo experto en el tema de las prisiones que le comentó que los presos pueden hacer huelga en las cárceles más saturadas. Pero no para pedir una mejora de la situación, sino para que les manden más presos, y así poder aumentar la extorsión a las familias de los encarcelados.
'Overbooking' y poder supremo
La radiografía latinoamericana de esta historia es compleja. Se remonta a los últimos diez o quince años, cuando hubo un aumento de la criminalidad en Latinoamérica. Y se dio al mismo tiempo que un incremento de la prosperidad económica del continente. «Habitualmente, la gente cree que estos problemas surgen con la pobreza, pero curiosamente no es exacto. En Brasil como en otros países, mientras crecían se producían más crímenes. Y la respuesta no fueron políticas de prevención social, sino un aumento del castigo», indica. Las penas se hicieron más duras y se incrementó el aparato policial y judicial.
Las cárceles se llenaron como nunca se había visto en toda la historia de Latinoamérica. Sin embargo, el sistema penitenciario no estaba listo, los funcionarios eran fácilmente corrompibles o amenazables. Países como El Salvador, antes de Bukele, tenía una sobrepoblación del 330%. Por ejemplo, en la cárcel ecuatoriana del Litoral, de la que se escapó el líder de los Choneros, alias Fito, había 8.000 presos y solo 80 guardias desarmados para vigilarlos. Eso dibuja la posibilidad de un desastre en cualquier momento.
En suma, las cárceles no podían contener ese crimen que entraba y que ahora tenían dentro. Para Fondevila un buen baremo que refleja esto es el dinero que se invierte en las prisiones. Estados Unidos gasta 84 dólares por persona, los países nórdicos 130 dólares. Mientras que en El Salvador se gastaba 3 dólares, antes de Bukele. Y en México, 12 dólares por persona. Y señala que la cuestión es que toda esa gente en prisión no se queda sentada en sus celdas, se autoorganiza. «Si metes en la cárcel gente de pandillas que están afuera, como es el caso de Honduras y Salvador, lo que hacen es extender la banda criminal dentro. Y en el caso de Brasil, se crearon pandillas dentro de la prisión que después se reproducen afuera». Y su poder es supremo.
«En 2006, el Primer Comando de la Capital (PCC), que es la gran pandilla de Brasil en las cárceles de la ciudad de Sao Paulo y una de las más peligrosas de Latinoamérica, paralizó la ciudad. Se tuvo que declarar el Estado de sitio«. Y desde los noventa, su líder, Marcos Herbas Camacho, alias 'Marcola' ha conseguido aumentar su alcance . «No sería raro que se descubra que también financian campañas políticas y toman decisiones estratégicas, por ejemplo, a nivel municipal», señala el profesor.
Un parque temático las 24 horas que nadie quiere dejar
Lo cierto es que hacen lo que quieren, Fondevila recuerda el caso de la cárcel de Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México. Tú te quedas sin señal en el móvil a 200 metros, antes de llegar. Sin embargo, el año pasado la Secretaría de Comunicaciones calculó que hubo entre 10 a 12 millones de llamadas de extorsión en México, y el 90% fueron realizadas desde centros penitenciarios por los líderes de las pandillas. Y en muchos casos no pueden meter a gente de distintas bandas en la misma prisión porque se arriesgan a auténticas guerras civiles, de modo que los agrupan por pandillas en cada cárcel lo que a su vez facilita su organización a gran escala y sin escatimar en gastos.
Una idea que no es infundada, en la cárcel ecuatoriana del Litoral se organizaban fiestas, filmaba videos, ofrecía ruedas de prensa o introducían armas con drones. Y diversos observadores y un periodista de la BBC consiguieron visitar la cárcel de Tocorón, después de que el presidente Nicolás Maduro la desmantelara. Allí se movía a sus anchas la pandilla más peligrosa de Venezuela, el Tren de Aragua Su historial abarca desde extorsión y secuestro hasta trata de personas o el sicariato, que es la minería ilegal de oro con el PCC.
Es un ejemplo de que la realidad de las cárceles superpobladas convive a su vez con prisiones de lujo. Sus visitantes lo describen como un parque temático que inicialmente estaba preparado para albergar a 750 prisioneros, y terminó con 7.000 reclusos. Discoteca, pistas de deporte, restaurantes, tiendas con las calcomanías de Gucci o Nike, un estadio de béisbol, locales para la venta de drogas. Y cada reo pagaba 15 dólares semanalmente a la pandilla. Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias Niño Guerrero, el líder de Tocorón, dijo en más de una ocasión que su sueño era ver convertida esta cárcel en una auténtica urbanización.
Y la prueba de la hermandad de estas pandillas es que los reclusos no se van cumplida la pena. Fondevila teoriza que son como fortalezas en las que se sienten seguros y pueden hacer lo que les venga en gana. Son una familia y fuera los puede matar la policía u otras bandas. De modo que ¿para qué marcharse? Además, en el caso de El Salvador si algún miembro de la pandilla, ya sea reo o guardián, muere ellos se hacen cargo del sustento y de la educación de los niños para integrarlos en sus bandas. Mientras que el Estado solo les daría una pensión ínfima.
Comandos infantiles y una pesadilla organizada que sabe cómo crecer
Todos estos factores hacen que el control de la población carcelaria sea una auténtica pesadilla, y en algunos casos parezca imposible. Fondevila visitó en 2010, una de las cárceles de Costa Rica, lo curioso es que observó la presencia de dos muros. La razón es que el primer muro no lograba contener a los presos. Ahora ya van por el tercer muro. Y en un colegio reparte armas entre los niños para defenderse del crimen organizado formando comandos infantiles. «La amenaza de estas bandas curiosamente no es el Estado, sino otras bandas con las que pelean por el narcomenudeo y el control de las cárceles. México ha dado una lección de eso, el enemigo del cártel de Sinaloa no es la policía, sino el cártel de Tijuana», indica Fondevila.
Alejandro Jope, de la inteligencia del Estado, le comentó que en un centro penitenciario mexicano de Jalisco hubo una fuga. Cuando le preguntaron al director del centro lo sucedido, simplemente contestó: «no tengo la menor idea, siempre salían y volvían, les debe haber pasado algo».
El grado de impunidad resulta sorprendente y saben cómo crecer. Fondevila nos explica el caso del PCC de Sao Paulo descubrió una fuga de pandilleros a una banda rival, el Comando Vermelho, que es una de las bandas que controlan las favelas. La razón es que permitía a los gays salir del armario y continuar en la pandilla. Mientras que el PCC era mucho más conservador, pero para dejar de perder integrantes la pandilla decidió ser más progresiva y aceptar estas uniones. «Lo que es increíble, la pandilla está por delante del Estado que todavía no ha legalizado el matrimonio gay». Y todo para mantener la unidad estratégica de la pandilla.
Colaboración, competición y rutas a España
En España por lo que deberíamos preocuparnos es por las pandillas juveniles que están en libertad- explica Fondevil- y que en Barcelona son un problema creciente. Tienen presencia en Facebook, Instagram o Twitter con una producción cultural enorme y mostrando un estilo de vida deseable, donde de alguna manera glorifican la violencia y el crimen.
Y en este proceso, no solo hay competición, sino también colaboración, en Ecuador los hilos se extienden hasta los cárteles de México y los grupos criminales de los Balcanes, como la mafia albanesa de Kompania Bello. Contribuyendo a las rutas de tráfico de droga desde Sudamérica, donde España, Holanda y Bélgica se establecen como vía principal de drogas en Europa, según la oficina de Naciones Unidas contra las drogas y el crimen UNODC.
«Y aunque saben que su esperanza de vida es de dos o tres años, durante ese tiempo van a darse la vida padre que les sería imposible en circunstancias normales», afirma el profesor. No obstante, matiza que el tema de las bandas organizadas nace en Estados Unidos y se exporta a Latinoamérica. «Normalmente se cree lo contrario, la realidad es que EE.UU. repartió a su población carcelaria financiando la construcción de cárceles en El Salvador, y eso fue lo que detonó el problema de las pandillas en ese país», afirma.
'Solución Bukele': gulag tropical
Se ha sugerido que una manera de cortar por lo sano el origen de estos tentáculos es exportar la solución de Bukele a otros países. Ha reducido drásticamente los índices de criminalidad a costa de usar la tortura y las detenciones arbitrarias que le han valido el calificativo de «gulag tropical'. Mientras que la solución intermedia en Ecuador es la compra de barcos para internar a los reos más peligrosos y la militarización de las fronteras.
Fondevila apunta que hay que tener en cuenta el nivel de hartazgo provocado por el miedo generalizado de la población. «La gente está exhausta de vivir con miedo. En un país de 120 millones de habitantes, como es México, el 10% de la población fue extorsionada por alguien en prisión. «De modo que para esas personas la 'solución Bukele' no resulta tan descabellada, en lugares como Brasil y Honduras», afirma.
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La otra una solución, a largo plazo, para el experto son programas de reinserción, sentarse a negociar con las pandillas e invertir en el sistema penitenciario. «El problema no va a desaparecer por la intervención policial puntual. Hay que desactivar esta idea en Latinoamérica de que el castigo es la solución para el crimen, no lo es, sino que provoca más crimen. No basta con encerrarlos y tirar la llave, porque las llaves caen muy cerca».
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