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Cuarenta y seis personas asesinadas en los 274 atentados perpetrados durante los últimos seis años es el balance de la actividad terrorista desarrollada por ETA desde qu esta organización anunció la ruptura de la tregua mantenida hasta diciembre de 1999.
El 28 de noviembre de 1999, la banda terrorista hizo público un comunicado en el que a anunciaba que a partir del 3 de diciembre siguiente quedaba rota la tregua iniciada en septiembre del año anterior.
La ruptura de la tregua por desavenencias entre los nacionalistas trajo consigo una ofensiva terrorista extremadament esangrienta a partir de enero del año 2000, una ofensiva con la que ETA buscaba mantener aislado políticamente al PNV para provocar un nuevo pacto más adelante imponiéndole unas condiciones que no había querido aceptar en 1999.
Esta ofensiva se hizo a costa de la vida de los políticos constitucionalistas, de miembros del PP, del PSOE y de las organizaciones sociales opuestas al nacionalismo vasco, además de los objetivos habituales de los terroristas, como los miembros de los cuerpos de seguridad.
La cifra de víctimas mortales del año 2000 -23 en total- da una idea de la intensidad de la violencia etarra pues desde hacía ocho años no se habían registrado tantos asesinatos en un solo año.
ETA fue capaz de mantener la intensidad de su ofensiva terrorista durante casi año y medio, a lo largo del 2000 y los primeros meses de 2001. Sin embargo, antes del verano de este último año comenzó a notarse la desaceleración del ritmo de los atentados como fruto de la respuesta policial. En los cuatro primeros meses de 2001, la banda llevó a cabo una media de nueve atentados al mes, mientras que en los cuatro últimos la cifra se redujo a 3,7. No sólo no logró mantener el ritmo intenso con el que había salido de la tregua, sino que es incapaz de poner en marcha algunas campañas de atentados que había previsto para el otoño de 2001.
Ese freno a la ofensiva etarra fue el resultado de la contraofensiva policial que a finales de 2001, por ejemplo, ya había desarticulado a los comandos autores de tres cuartas partes de los atentados perpetrados el año anterior y los responsables del 61% de los atentados de 2001. En la mismas fechas, se habían desmantelado los comandos responsables de 21 de los 23 asesinatos del 2000.
La tregua había servido a ETA para recuperarse organizativamente y reforzarse y fruto de ella había sido una ofensiva que duró año y medio, antes de empezar a perder la iniciativa y jugar de nuevo a la defensiva. La evolución de las cifras de los atentados y de las víctimas mortales reflejan el descenso de la actividad terrorista: de los 70 atentados con 23 muertos habidos en el año 2000 se pasó a 59 atentados con 15 víctimas mortales en 2001; en 2002 fueron 35 las acciones t rroristas de ETA y 5 las personas asesinadas; en 2003 hubo 23 atentados y 3 muertos; 33 atentados sin ninguna víctima mortal en 2004 y a lo largo del pasado año se registraron 47 actos terroristas sin ningún muerto. A ellos se suman otros seis atentados perpetrados en lo que va de año.
Para encontrar un nivel de actividad terrorista tan bajo como el de los últimos tres años hay que retroceder hasta principios de los setenta. La última víctima mortal se registró en mayo de 2003, por lo que han transcurrido treinta y tres meses sin que se haya registrado ningún asesinato, aunque hasta el pasado mes de febrero se han registrado una decena de intentos de atentados que perseguían causar víctimas mortales y que fueron abortados por las fuerzas de seguridad o no registraron los efectos pretendidos por los terroristas.