Hasta siempre, Hilario
El cronista fallecía, a los 78 años de edad, por una deshidratación extrema
Muere el periodista y escritor Hilario López Millán a los 78 años
![Hilario López Millán](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2023/08/17/hilario-lopez-RzogfU4Hiqo6gb3oSrdf7JM-758x531@abc.jpg)
La noticia de la muerte de Hilario López Millán ha conmocionado el mundo del corazón. Tenía 78 años y nada hacía presagiar que su final estuviera tan cerca. La periodista Pilar Eyre cuenta a ABC: «Hablé con él la semana pasada y lo encontré normal». El cronista se despidió de su querida amiga Pilar con estas divertidas palabras: «Te dejo, nena, que voy a darme el Farmatint». Hilario era coqueto y no lo ocultaba. Sabía que la imagen era muy importante en los medios.
Durante años, Albert Castillón y López Millán compartieron tardes de radio en Barcelona. Paradojas del destino, ha sido Albert el encargado de comunicar el adiós del periodista y escritor en redes: «Hace unas horas ha muerto un genio de la radio y de la copla, mi amigo Hilario López Millán. Una deshidratación extrema terminó con uno de los grandes de la comunicación. Mi pésame a su marido Alberto. Descansará junto a su madre y su amiga Rocío Jurado. DEP».
No es exagerado decir que fue depositario de los mayores secretos de la chipionera pero su lealtad era tanta que se los ha llevado a la tumba. Hilario López Millán era un fino estilista de la crónica rosa. Con él no iban los enfrentamientos, los chillidos o las palabras malsonantes. De ahí que hace años sintiera que no formaba parte de la nueva prensa del corazón nacida a rebufo de la televisión. Le ofrecían colaboraciones pero las rechazaba. Suplió este vació participando como jurado en talent shows dedicados a la copla, su gran pasión. Grabó algunas canciones y le hubiera encantado dedicarse profesionalmente a cantar. Sin embargo, siempre tuvo los pies sobre la tierra y sabía que sus cualidades musicales no alcanzaban para hacer carrera profesional.
Si algo llamaba la atención de este ilustre hellinense era su cercanía. Le encantaba la gente. Recuerdo que coincidimos en Ibiza y una trabajadora del hotel donde nos hospedábamos se acercó y, tímidamente, pidió saludarle. Hilario le dijo que, por supuesto, y que si alguien más quería verle, que estaba disponible. Lejos de convertirse en el centro de atención, el periodista y escritor hizo sentir a aquellas mujeres protagonistas al interesarse por su vida.
Hilario llevaba media vida con Alberto. Les tocó vivir tiempos difíciles y llevaron lo suyo con recato. Por fin, pudieron casarse. Desde hacía años, Alberto no estaba bien de salud y López Millán tomó el rol de cuidador. No es fácil dejar tu vida atrás para concentrarte en otra persona. Por más amor que exista, la situación desgasta. Es la cara B de la existencia, ver como las personas que quieres se desgastan ante tus ojos. Maldita enfermedad.
Como compañero, a Hilario hay que darle un 10. Siempre atendía cuando le llamaban y resolvía dudas sobre tal o cual información. Le encantaban los peluches y tenía una habitación llena de ositos. Contaba que en Navidad les adornaba la habitación y les servía cava y turrón. Jamás perdió ese punto naif que le ayudó a seguir remando con una sonrisa al viento cuando la vida le ponía las cosas difíciles.
En cuanto a su carácter, quien mejor lo definió fue su marido, que me dijo aquel fin de semana en Ibiza: «Hilario se lleva bien hasta con los difíciles», se refería a aquellos compañeros de profesión que destacaban por haber despegado los pies del suelo.
Hilario, cronista de cronistas, trabajó junto a los más grandes. Lo suyo con Luis del Olmo se convirtió en un clásico de la radio. A la hora de los desayunos, el periodista y escritor daba la información del famoseo patrio con ese gracejo tan alabado. También estuvo al lado de María Teresa Campos. Se entendían muy bien. Solo había una cosa que les separaba pero eso hoy no toca, que diría Jordi Pujol.
De verdad que lo vamos a echar de menos. Se ha ido un grande. Nadie como él para mezclar información con copla. Y esa humanidad desbordante que hacía que saludara a quien se le acercara. Era muy agradecido. De hecho, le operaron en la seguridad social de un problema de la vista y dio varias veces las gracias al oftalmólogo en sus intervenciones radiofónicas. Con él, todo eran sonrisas. No le gustaba mostrarse triste. Hasta siempre, Hilario.
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