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La maldición de los 'matrimonios de tres' de los Windsor

El rumor más extendido es que Guillermo ha terminado por hacer con Kate lo que su padre hizo con Lady Di

La foto de Kate: imagen de la crisis de la Familia Real británica

El entonces Príncipe de Gales y Lady Di junto a Camila Parker

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En 1995, la BBC arrasó con una entrevista a Lady Di que supuso un mazazo para la Familia Real y en la que la Princesa dejó un titular para la historia: «Éramos un matrimonio de tres». Tampoco era la primera vez que se vivía algo así en Buckingham Palace, aunque sí la única que se había hecho público. Anteriormente se había hablado de la sospechosa relación entre el Príncipe Felipe de Edimburgo y Penélope Knatchbull, condesa de Mounbatten de Birmania, unos rumores que la propia Reina Isabel II intentó acallar posando junto a ella en distintas ocasiones. Aunque al duque de Edimburgo se le atribuyeron muchas otras amantes, desde Susan Ferguson -la madre de su nuera, Sarah- a Daphne du Maurier, Alexandra de Kent, Patricia Kluge, Penny Brabourne, Cobina Wright o la duquesa de Abercorn. Aunque con Penélope supuestamente mantuvo una relación más estable y duradera.

El mismo patrón que viviría su hijo, el entonces Príncipe Carlos de Gales con Camila Parker Bowles y que ahora se podría repetir con su nieto, el Príncipe Guillermo, si se confirman los rumores de su relación con Rose Hanbury.

Felipe y Penélope se conocieron en un partido de cricket. Carlos y Camila, en uno de polo. Pero si los primeros mantuvieron una 'amistad especial' que no afectó al matrimonio de Felipe, los segundos convirtieron el de Carlos en un infierno. Al principio de su relación, hace ya 54 años, Camila le utilizó para darle celos con el hombre con el que acabaría casándose, Andrew Parker-Bowles. Sería ella quien eligió a Diana Spencer para Carlos. Siempre estuvo ahí, protagonizando los sueños más húmedos del Príncipe: «Desearía vivir dentro de tus pantalones. Convertirme en un támpax. ¡Qué suerte la mía!». El mundo no salía de su asombro cuando se publicaron las íntimas y apasionadas conversaciones de los amantes. Hasta que en 1992, Carlos y Lady Di anunciaron su separación. Los reproches, el acoso de la prensa, el accidente mortal… El trágico final de 'la princesa del pueblo' (la de verdad) supuso un tremendo golpe para sus hijos, los Príncipes Guillermo y Harry, que vivieron aquel proceso de manera traumática.

Por esa razón, de confirmarse los rumores, lo que se vive en Kensington Palace sería una inquietante nueva versión de la misma historia. Guillermo y Rose fueron presentados por la propia Kate: eran miembros de un grupo pijo de amigos, apodado por la prensa como 'el clan del nabo', y son vecinos en Norfolk. En 2019 corrió por la Corte un rumor sobre una riña entre dos 'royals' que fueron consideradas 'rivales rurales': dos mujeres, un mismo amor en la campiña inglesa. Coincidiendo con esa etapa, Kate y Rose pusieron fin a su amistad. Pero al parecer, el matrimonio quedó tocado y esa relación extramarital, lejos de acabar, supuestamente siguió su curso hasta el punto de que los rumores se dispararon llegando a insinuar que Guillermo pudiera ser padre de alguno de los tres hijos de Rose, cuyo marido es 23 años mayor que ella. De ser verdad, el matrimonio de Guillermo y Kate llevaría cinco años marcado por la presencia de una tercera invitada, Rose Hanbury, modelo, marquesa y amante en la sombra. Las teorías están alcanzando cotas insospechadas que recuerdan, lamentablemente, al trasiego de rumores que rodearon a Carlos y Lady Di hasta que finalmente se confirmara toda la verdad sobre Camila.

Por aquel entonces, la prensa se posicionó con la Princesa, a la que mostraron como una víctima convirtiendo a Camila en la mala de la película, una etiqueta que le ha costado años quitarse de encima. Ahora se repite la historia: Kate es una de las 'royals' más populares y queridas a la que han protegido siempre, no hay más que ver la diferencia de trato con Meghan Markle. Que Guillermo pudiera estar cometiendo el mismo error que su padre, a sabiendas de lo mal que puede acabar todo, es algo que cuesta asimilar. Pero cada día se habla más de una crisis y cada vez es más sonoro el silencio de Palacio.

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