El buen pan no sabe de formas y la harina por encima no aporta nada: siete claves para que no te engañen en la panadería
Día Mundial del Pan
La panadera Beatriz Echeverría, de El horno de Babette, desmiente algunos mitos en torno al pan de calidad y explica cómo identificarlo
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Beatriz Echeverría fue una de las pioneras que volvieron a hornear pan de masa madre en Madrid. Periodista e historiadora, dejó a un lado todo para convertir lo que a priori solo era una afición en una auténtica forma de vida. ABC conversa ... con ella con motivo del Día Mundial del Pan, que se celebra cada 16 de octubre. Cuando empezó, allá por el año 2008 en la cocina de su propia casa, querer comer una hogaza de calidad era el sueño de unos pocos 'freaks'. Las barras blanquecinas y rápidas –precocidas y vendidas bajo el reclamo de 'recién horneadas' en supermercados y gasolineras– habían vencido la batalla.
La memoria panadera también perdió las referencias para varias generaciones que crecieron, especialmente en las grandes ciudades, y se alimentaron con bollos embolsados en plástico microperforado de harinas refinadas, fermentaciones exprés, migas blancas y densas, cortezas frágiles y un sabor neutro y anodino. El 'pan de los abuelos', tal vez un colón o una libreta de candeal, no molaba.
Como mucho, la 'barra artesana' –con cortes algo más irregulares y cubierta de harina– o la 'de leña' –son muchos los expertos que cuestionan que esta forma de cocción aporte algo realmente singular a este producto– era el recurso de quienes buscaban un mejor acompañamiento a sus platos. Pero la masa y las malas prácticas para ahorrar tiempo eran las mismas. «El buen pan no sabe de formas y la harina por encima no sabe a nada», asegura de forma categórica Beatriz Echeverría que reconvirtió su escuela de panadería, El Horno de Babette, en un obrador en 2013. Hoy cuenta con cinco tiendas en Madrid.
La 'masa madre' –el 'levedo' en Galicia; el 'formientu' en Asturias; el 'rent' en Valencia; la 'dielda' en la Mancha; o el 'arreciento' en Canarias, entre muchas otras nomenclaturas olvidadas– se convirtió en una suerte de lujo, con un halo 'hipster' en barrios de 'culturetas' y 'gafapastas'. Una mirada al pasado que, gracias en parte a cierto esnobismo y al empuje de la alimentación saludable ha ido calando hasta lograr incluso que existiera una 'ley del pan': el Real Decreto 308/2019 que definió legalmente, y por primera vez, lo que era la masa madre.

Las modas siempre empujan a estafadores a sacar tajada del tirón. No todo lo que se vende como tal lo es. Tampoco es óbice que uno bueno la lleve en su receta y la icónica baguette que vuelve loco a los parisinos es un ejemplo. En todo caso, la preocupación por consumir este básico con unos mayores estándares de calidad ha sido un revulsivo para el escenario del pan en España a pesar de que aún se sientan los efectos del precocido industrial –presente desde hace más de medio siglo en la dieta– y de otros hándicaps como los más recientes movimientos antigluten.
¿Cómo acercarse a un buen pan?
Beatriz Echeverría ha compartido sus claves para saber elegir el mejor pan. Siete aspectos a tener en cuenta, libres de mitos y de modas, con los que descifrar qué tipo de producto se adapta más a nuestras necesidades como consumidores.
El pan, en siete claves
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1
El mejor pan es el que más te gusta. Empecemos por ahí. Y como en casi todo, es muy posible que tu gusto evolucione. Más suaves y blanquitos en la infancia, con más carácter cuando nos hacemos adultos.
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2
Si el sabor es lo primero, lo segundo es la textura, ese maravilloso contraste entre el crujir de la corteza y la suavidad de la miga. Anímate a ir más allá de la corteza blanca, el color intenso esconde sabor intenso.
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3
Hay un pan para cada momento: la hogaza de masa madre para tostada, la barra para acompañar comida, el centeno para un sándwich abierto. Pero vale igual al revés, la barra en tostada, la hogaza para acompañar, el centeno solo…
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4
El pan bueno dura varios días rico; el pan que dura mejora tu economía y te habla de calidad. Un consejo: guárdalo envuelto en un paño de lino o algodón en la encimera de tu cocina. Nunca en nevera ni en bolsa de plástico.
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5
En cuanto a la forma del pan, que no te den gato por liebre. El pan con harina por encima y un poco deformado que parece sacado del horno de leña de la abuela no es garantía de calidad: el buen pan no sabe de formas y la harina por encima no sabe a nada y dificulta la deliciosa caramelización de la corteza que le da mucho sabor (y saber) a tu hogaza.
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6
Fundamental: un pan que te siente bien, y en esto el pan es como los garbanzos, necesita tiempo y buen trato. El tiempo hace que nos siente mejor el pan que comemos cada día. Panes rápidos, ¡no, gracias!
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7
El pan de masa madre del que tanto se habla tiene todas estas virtudes cuando de verdad lo es: mucho sabor, texturas maravillosas, dura más que ningún otro sin conservantes artificiales y sienta muy bien. Es bonito y si lo compras en tu panadería de barrio, es local.
En El Horno de Babette cuentan con cinco masas madres diferentes –de trigo, de espelta, de centeno, integral y de trigo sarraceno– y trabajan con harinas molidas a la piedra de Roca Fariners, Moulin de Colagne, Despelta y Biopalacín, todas ellas con certificación ecológica. Para aportar esa calidad que defienden en sus productos realizan un amasado poco agresivo, un formado a mano y cocción en horno de solera. «El resultado es un pan con mucho sabor, un buen crujir, durabilidad y saludable. Pan de masa madre de verdad», asegura.
El auge del pan de calidad en España
España cuenta, cada vez, con más representantes de este movimiento que busca en la artesanía la razón de ser de un producto clave en la dieta mediterránea. Así, también en Madrid, destacan proyectos como el Begoña San Pedro, socia fundadora de Madreamiga. Fue la evolución de un obrador artesano que nació en 2015, La Miguiña, y que sentó las bases de esta casa en pleno proceso de expansión –con cuatro nuevas tiendas en el centro –. La primera de ellas ya ha abierto en el corazón de Chamberí, en la calle Alonso Cano, 8. Panes tradicionales y de vanguardia, producidos en su obrador artesanalmente, con harinas gallegas molidas a la piedra «y, por lo tanto, limpias y sin químicos», defienden.
En el sur, panaderos como Domi Vélez –representante de la quinta generación de este noble oficio en su familia– hacen lo propio desde su negocio en Lebrija. En 2021 logró el título de mejor panadero del mundo por la Unión Internacional de Panadería y Pastelería. Fue el segundo español en conseguir este importante galardón tras Jordi Morera, en 2017, quinta generación también en L'Espiga d'Or de Vilanova i la Geltrú.



Vélez, considerado una especie de arqueólogo del pan que ha ido al origen de este alimento para comprender cómo ha llegado hasta nuestros días, acaba de publicar el libro 'El mejor pan del mundo' (Planeta Gastro. 2023). En él, pone al servicio de los 'panarras' aficionados, pero también del resto de profesionales de su sector, su forma de trabajar: ingredientes, técnicas, procesos y formas de cocción.
Turris fue otra de las panaderías pioneras en volver a poner sobre la mesa un producto artesano y de calidad elaborado con masa madre. En su caso, desde Barcelona, donde Xavier Barriga abrió en 2008 una «panadería de toda la vida». Con el oficio en la sangre, se instruyó en el arte de la elaboración tradicional del pan desde pequeño y llegó trabajar para el departamento de I+D de una de las harineras más importantes de Italia.
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Entre 2009 y 2013 publicó varios libros como 'Recetas caseras con pan de ayer' o 'La caja de galletas'. En la actualidad es dueño de 32 panaderías. Dos de ellas están en Madrid (en Hermosilla y Eloy Gonzalo) y cuentan con su propio obrador.
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