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Día mundial contra el cáncer

«Cada vez son más los oncólogos que mandan a las personas a entrenar a los gimnasios»

Álvaro Puche es el autor de 'Entrenamiento de fuerza para mayores de 50 años' (Editorial Amat)

«Ni nadar, ni caminar. A partir de los 50 años es estrictamente necesario realizar pesas»

«La ciencia lo tiene claro: a mejor estilo de vida, menor probabilidad de padecer un cáncer2, asegura Puche ABC
Carlota Fominaya

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En 2024, un total de 290.441 personas recibieron un diagnóstico de cáncer en España, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer. Estas cifras ponen de manifiesto la magnitud de esta enfermedad y la necesidad de seguir avanzando en investigación para mejorar la detección, el tratamiento y la calidad de vida de los pacientes.

En este contexto, y estando como estamos inmersos en una sociedad en la que cada vez es más frecuente escuchar palabras como 'cáncer' o 'tumor', y con motivo del Día Mundial contra el cáncer, hablamos con el especialista en ejercicio físico Álvaro Puche, autor de «Entrenamiento de fuerza para personas mayores» y «Entrenamiento de fuerza para personas mayores de 50 años» (Amat Editorial).

Puche es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, máster en Fisiología Integrativa y entrenador personal especializado en ejercicio físico y entrenamiento de fuerza para personas mayores y para sectores especiales de la población.

¿De dónde deriva esta gran problemática de salud que es padecer un cáncer y por qué cada vez afecta a más personas jóvenes?

Aunque en algunos casos puede llegar a haber un factor genético predisponente, sin lugar a dudas resaltaría el «factor ambiental» de la persona como principal mechero de todo el proceso de interrelación celular que termina por desencadenar un tumor. La ciencia lo tiene claro: a mejor estilo de vida, menor probabilidad de padecer un cáncer. Tomar las decisiones adecuadas en nuestra cotidianidad (ser físicamente activos, practicar ejercicio de fuerza, alimentarnos y nutrirnos adecuadamente, tener un buen descanso nocturno y hacer una buena gestión del estrés) es vital. De ello depende directamente la salud de nuestras células y de cada uno de nuestros sistemas fisiológicos. Probablemente en la actual sociedad moderna no prestemos la atención suficiente, o no tengamos los conocimientos adecuados, sobre estos factores ambientales que van a ser disparadores de nuestra salud o de nuestra enfermedad. Cuida de estos como si tu vida dependiera de ello, pues así es.

Entonces, según esto, ¿podríamos llegar a prevenir el cáncer?

Sin duda, en el 98% de los casos, podríamos reducir muy significativamente la probabilidad de padecerlo si atendiéramos adecuadamente a nuestra salud y a lo que ella requiere para ser mantenida. Muévete bien, muévete mucho, piensa en términos de nutrición en vez de contar calorías, cuida mucho de tu músculo, acércate a la luz solar natural y mantente alejado de las pantallas, contacta con la naturaleza, crea tu diario de agradecimiento diario, abraza más fuerte, ríe aún más y pon los pies sobre la tierra (literalmente). Hay que considerar que un cáncer es una enfermedad multifactorial, y hay que abordarla de la misma forma. Lo que hacemos, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que escuchamos, lo que nos decimos, de quién nos rodeamos, lo que nos llevamos a la boca, o lo que cogemos con las manos... de estas reflexiones pienso que cada persona puede tomar mucha conciencia acerca del cuidado que hace de su salud.

Como profesional del ejercicio físico, ¿en qué momento debo de empezar a entrenar si tengo cáncer y qué tipo de ejercicio debería hacer?

Siempre, la respuesta va a ser: «empieza lo antes posible». Nunca hay momento malo para comenzar a entrenar. A nivel preventivo, el ejercicio físico va a ser una herramienta fundamental. Durante el tratamiento de radioterapia y/o quimioterapia el ejercicio físico va a ser una herramienta aún más fundamental. En el post tratamiento, el ejercicio físico va a suponer una diferencia a favor de tu recuperación crucial. Hay que considerar que los tratamientos que se aplican a nivel farmacológico en procesos oncológicos van a generar una gran toxicidad en el organismo. Además, generan una gran sensación de fatiga general y una baja calidad de vida real y percibida. El ejercicio físico que ayude a mejorar la función muscular siempre va a impactar positivamente en que la persona mejore sus síntomas, su pronóstico, su calidad de vida y su psicología. Hay que practicar entrenamiento de fuerza, especialmente orientado a mejorar la fuerza y la masa muscular de la parte inferior del cuerpo (piernas, glúteos y zona media). Es clave que tanto en prevención, así como en el tratamiento y el post tratamiento de un proceso oncológico las personas practiquen el tipo de ejercicio que va a mejorar su función muscular, su condición física y su fuerza: el entrenamiento de fuerza es de vital trascendencia en el desarrollo de los eventos. Y repárese en que nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto, pues adaptado a cada contexto personal, el ejercicio físico es la medicina más eficaz y barata también en procesos oncológicos. Camina al gimnasio que tengas más próximo y pregunta al profesional de la instalación. No hay que temer al ejercicio de fuerza, siempre que este sea dosificado, guiado y supervisado por un profesional especializado y con conocimientos actualizados.

¿Por qué crees que cuesta tanto que la persona con cáncer practique ejercicio de fuerza?

Porque desconoce los beneficios que le puede llegar a aportar, y cómo trabajar el músculo puede cambiar y modular todo el metabolismo de lo que le ha llegado a enfermar. Afortunadamente, cada vez es mayor la conciencia de las personas sobre la importancia de entrenar la fuerza y cada vez son más los oncólogos que mandan a las personas a entrenarla a los gimnasios. Si cuidamos del músculo todo mejora. Si somos capaces de desarrollar una buena función muscular, la salud orgánica se multiplica. Pues sin salud muscular no hay salud orgánica. Esto lo deberíamos llevar tatuado para que jamás se nos olvide.

¿Y el ejercicio aeróbico no es importante?

Todo es importante. El ejercicio aeróbico también va a tener su cuota de participación y su trascendencia, por supuesto. Ahora bien, si no somos capaces de mejorar la salud de nuestras fibras musculares rápidas, no estamos sacando el máximo partido a nuestra fisiología muscular ni a nuestra bioquímica orgánica. En procesos oncológicos debemos revivir nuestras mitocondrias, nuestras centrales energéticas, para salir adelante. Y esto pasa directa e inexorablemente por trabajar el músculo con la intensidad suficiente. Con el ejercicio aeróbico no basta. Hay que complementarlo con un trabajo de fuerza. Siempre y a cualquier edad y condición. Y siempre previa valoración funcional por el especialista en ejercicio físico. Es el ejercicio el que se debe adaptar a la persona que lo va a practicar y a su contexto, y no al contrario. De esto dependerá el grado de adherencia al programa y la evitación del frustración o la desmotivación, principales hándicaps extendidos entre quienes más necesitan entrenar y menos capaces se creen.

¿Cuántos días a la semana sería necesario hacer ejercicio de fuerza para beneficiarse de los efectos positivos y beneficios del entrenamiento de fuerza en la persona inmersa en proceso oncológico?

Al respecto, me gustaría hablar del concepto de «dosis mínima eficaz», concepto heredado y acogido del ámbito farmacológico. La ciencia deja claro a día de hoy que una sóla sesión a la semana ya podría reportar mejoras y beneficios a la persona que lo practica adecuadamente, siendo de dos a tres sesiones semanales de ejercicio de fuerza las que optimizarían los resultados. No hay excusas respecto al tiempo. Nuestra salud realmente nos demanda muy poco. Mucho menos de lo que a veces podemos llegar a pensar o a imaginar. Sin duda, es el factor cualitativo el que debemos anteponer al cuantitativo: es mejor poco y bien hecho que intentar hacer mucho y terminar dando palos de ciego. Consulte a su entrenador de confianza. Aprovecha el tiempo que tienes, es limitado.

Y a nivel nutricional, ¿qué debemos comer y qué deberíamos evitar en procesos oncológicos?

Tenemos que cambiar el enfoque. Deberíamos pensar más en valores de nutrición y menos en variables numéricas como el conteo calórico o en el número que marca la báscula. Lleva una dieta alta en proteínas y grasas saludables y baja en hidratos de carbono; elige las fuentes correctas alimentarias (carnes, pescados, huevos, aceites y grasas de calidad y vegetales); y evita a toda costa azúcares, harinas, alimentos ultraprocesados, cereales, semillas, granos y lácteos. Conocer el metabolismo de las células tumorales nos permite confeccionar un menú adecuado a los requisitos sanatorios. Debemos cortar de lleno el aporte de glucosa y demás productos disruptores endocrinos. Tenemos que afrontar un proceso de rehabilitación metabólica para sanar. Si entrenas bien y te nutres adecuadamente vives más y mejor.

En tu labor como entrenador de personas que padecen o han padecido de cáncer, ¿qué beneficios destacarías como los más comunes entre las personas a las que has acompañado?

Sin lugar a dudas, la mejora de la capacidad funcional, de la composición corporal y de la calidad de vida, la reducción de la fatiga y del dolor, el incremento de la movilidad y de la fuerza y la mejora del estado de ánimo y el descanso nocturno. Todas las personas a las que he tenido la oportunidad de implementar el entrenamiento de fuerza como parte de sus terapias sanadoras, destacan sobremanera el antes y el después que la práctica habitual de ejercicio de fuerza supuso en sus vidas. Todo, también en procesos oncológicos, depende del cómo; y el cómo depende de ti.

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