La receta de una psiquiatra para que padres e hijos no medicalicen sus problemas
El rápido deterioro de la salud mental de los hogares españoles, a examen por los expertos de The Family Watch
La salud mental de niños y adolescentes, en urgencias

Son muchos los datos que avalan el deterioro del bienestar de los hogares españoles pero hay uno, que es el aumento del consumo de ansiolíticos por parte de la cuarta parte de las familias, que preocupa especialmente. Así lo certificaron los asistentes al encuentro 'La Salud Mental en la Familias', organizado por The Family Watch, y a la que acudieron expertos del campo de la Psiquiatría, la Psicología y el Derecho.
Sin duda las familias, advirtió María José Olesti, directora de esta organización, «son quienes han recibido el mayor impacto negativo durante la pandemia. Los datos de nuestro último barómetro publicado así lo confirmaban: un 77 por ciento había sufrido preocupación, un 61 por ciento irritabilidad, un 57 alteración del sueño o angustia y un 25 por ciento había recurrido a medicarse».
En nuestro país existe la tendencia «de tomar una pastilla para resolver cualquier problema, y esto puede llegar a ser peligroso, no sólo para la salud mental, sino también para nuestro bienestar en general», advirtió la psiquiatra María Inés López-Ibor, presidenta de la Fundación Juan José López-Ibor y subdirectora del departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Pero, aclaró esta doctora, «no es lo mismo estar triste o, como se dice ahora `de bajón´, que tener una enfermedad mental y, por lo tanto, medicarse. Muchas personas solo tienen un problema, no una patología». «Otros compran libros de autoayuda pensando que van a encontrar soluciones, pero no es verdad. Debemos ser conscientes de que en la vida va haber situaciones de tristeza y angustia y hay que aprender a vivir sin medicalizar», añadió López-Ibor.
«Estamos en una sociedad que se está volviendo triste, que está preocupada por la incertidumbre y no sabe cómo superar sus problemas. Cuando llegan a consulta saben incluso el nombre del antidepresivo que les gustaría tomar pero recurrir a un fármaco no es la solución», corroboró la doctora Rafaela Santos, también psiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia y de la Fundación Humanae. «El papa Juan Pablo II dijo una cosa que repito siempre: 'La salud no depende del azar o de los genes, sino de las decisiones que tomamos a lo largo de la vida'. Por tanto, deberíamos cuidarnos igual que cuidamos el cuerpo», apuntó López-Ibor.
Así, prosiguió Santos, «aunque en los últimos tiempos hemos pasado de escondernos cuando teníamos que visitar al psicólogo o al psiquiatra, a normalizar socialmente dichas visitas, todavía queda mucho trabajo por hacer y en Medicina el objetivo debe ser 'mejor prevenir que curar` y, como se dice en Estados Unidos, un dólar invertido en prevención se convierte en 100 de tratamiento y 1.000 de rehabilitación».
En aras de superar estos problemas, para la presidenta de la Fundación Humanae «es fundamental trabajar en casa la resiliencia, es decir, la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias que la vida nos puede traer y que no nos van a gustar, como la muerte de un ser querido, un accidente, etc. No somos dueños de lo que nos va a pasar pero sí de cómo vamos a responder».
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Para ello, esta psiquiatra apostó por trabajar con los niños las '3 A' de la resiliencia: «aceptar aquello que no podemos cambiar; adaptarnos a la situación y, por último, tener una buena actitud para crecer ante esas adversidades». La resiliencia, concluyó, «está al alcance de todos y es en las familias donde los menores reciben su primera educación pero también los colegios deberían realizar una labor en este sentido del afrontamiento de la vida».
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