Patri Psicóloga: «Si quieres dejar de gritar a tus hijos, siéntate, díselo y pídeles que sean tus ayudantes»
Esta psicóloga explica que «lo importante para cambiar algo en la educación de los hijos es comunicarlo en la familia para hacerles partícipes»
«Nos enfadamos mucho con los hijos, somos los padres los que debemos cambiar»
Los padres preocupados por la educación y la mejora de la convivencia con sus hijos ya no tienen excusas para seguir aprendiendo herramientas útiles que les ayuden a estrechar vínculos con sus hijos. Y es que, una vez más, la psicología familiar se sube al escenario. Lo hace de la mano de Patri Psicóloga, psicóloga, autora y conferenciante, que el próximo 24 de noviembre estrena en Sevilla 'Entiendeme tú a mí', un espectáculo que recorrerá las principales capitales españolas.
Este título hace mención a un mensaje recíproco. «Es decir -explica Rafa Blanca, actor de esta obra en la que hace el papel de padre-, 'entiéndeme tú a mí' es una frase que pueden dirigir los hijos a los padres y viceversa». Añade Patri Psicóloga que, por ello, el objetivo es ofrecer herramientas «para cuidar la salud mental de los jóvenes y para que todos los que tenemos algún tipo de influencia en ellos -padres, madres, educadores, entrenadores...- podamos entender cuáles son sus miedos, sus inseguridades o las presiones a las que se sienten sometidos».
Por eso, a la hora de redactar el guion han abordado temas que a los jóvenes les preocupan, como son su físico, la elección de los estudios, profesiones, los problemas de comunicación con los padres, etc., que aparecen en la obra para que Patri Psicóloga salga a escena y explique las herramientas que pueden servir a los padres en las diferentes situaciones que se plantean dentro de la convivencia familiar. «Lo más importante, según señala, es que podamos tener con los hijos una relación de complicidad, de respeto y de aceptación para llevarnos bien».
Precisamente, para que exista un buen entendimiento es importante una buena conversación, que a veces es complicada de mantener en los hogares. La razón está en que «muchos padres se cierran a ella -advierte Patri Psicóloga- debido a que cuando llegan sus hijos a la adolescencia piensan que se convierten en un ogro, que les dan malas contestaciones... y con esas expectativas los progenitores dejan de ver los aspectos positivos de sus hijos. En cuanto quieren reforzar su identidad nos parece una conducta de rebeldía y nos genera ese choque».
Pablo Olarte, hijo de Patri en la realidad y en la ficción, recuerda que recientemente agradeció a través de las redes sociales que su madre, cuando él tenía 12 años y trataba de imponer su criterio, intentaba mantener un debate y explicarle que los límites que había eran los que eran. Esto es muy positivo porque si un padre te dice 'No, esto no es así porque lo digo yo', te bloquea y genera mayor rebeldía».
Este joven confiesa que sobre el escenario representa a Carlos, que es el hijo más normal, y su conflicto es que no encuentra su lugar, tiene muchas dudas sobre qué quiere hacer cuando salga del instituto, si estudiar o no una carrera universitaria, tiene miedo de que a sus padres no les guste...
Explica que otro de los personajes que le acompaña es Valentina que hace de una chica que tiene inseguridades con su cuerpo. «También está Lara, que tiene un problema con su sexualidad y miedo a que al revelárselo a sus padres se genere un gran conflicto. Y, finalmente, Yoli, que es una hija más rebelde, más problemática y que se evade acudiendo a fiestas, tomando alcohol y desarrollando conductas poco saludables».
Estos cuatro adolescentes han escrito parte del guion porque «nos han ido contando cuáles eran sus miedos, cómo se presentaban, todo lo que les pasaba y a raíz de lo que surgía, y yo, como psicóloga, iba pensando y elaborando las estrategias para que los padres, cuando se encuentren en esa misma situación con sus hijos en casa sepan cómo poder manejarlo».
«Es muy interesante porque creo que los hijos que vengan a vernos -prosigue esta psicóloga- van a identificarse con los personajes adolescentes de la obra y les va a dar pie a que puedan luego hablar en casa de muchas cosas que hemos abordado como el porno, la sexualidad, el físico, la presión de tu grupo para que fumes un porro, pero que tú no quieres y no sabes cómo manejarlo... Hay que razonar con ellos porque si no lo hacemos tampoco sabrán hacerlo con sus amigos y van a atenerse a lo que su grupo de amistades les diga. Todo esto hay que enseñarlo en casa».
Añade que esta función anima a las familias a que hablen de con qué personajes se identifican, además, «van a surgir numerosas ideas para mejorar esa relación, y los padres nos vamos a enterar de muchas cosas de la adolescencia de las que no nos enteramos porque a veces no sabemos preguntar o preguntamos por lo que nos interesa a nosotros, pero no por lo que les interesa a nuestros hijos».
Rafa Blanca insiste en que es una suerte poder utilizar la didáctica teatral, «que es una de las bases de este arte y es que mostramos escenas cotidianas que suceden y, cuando es necesario, Patri para la secuencia y explica al público lo que acabamos de ver, cosa que resulta muy enriquecedora. Tenemos la suerte de poder parar el tiempo. Es una forma de acompañar a los espectadores, padres e hijos, que pueden asistir a partir de 11 años. Creo que la palabra que mejor define nuestro espectáculo es que acompañamos a las personas que vienen a vernos. Se sienten cogidos de la mano en cada momento. No les soltamos hasta el final, cuando les decimos hasta luego. Es entonces cuando ellos deben ya poner en práctica lo aprendido».
Explica Rafa Blanca que él hace varios papeles como padre. «En uno de ellos tengo que actuar cuando una de mis hijas me da una noticia tremenda para ella. Patri explica a los padres que debemos tener calma porque si abrimos esa puerta vamos a ayudar mucho más que si mantenemos un muro. Nos aconseja que dejemos que una hija nos cuente lo que tenga que contarnos».
Patri Psicóloga asegura que hay valores que también son muy importantes para una buena relación familiar: el respeto, la aceptación, la generosidad, la empatía para poder comprender lo que hay, las decisiones que toman o ideas que tienen, que igual no se comparten como padres pero, por lo menos, ayudan a entender por qué ellos las tienen de esa manera.
Pablo Olarte considera que todo esto es importante conocerlo porque hace años la educación paterna se basaba en la autoridad. «Había que hacer lo que te decía tu padre o madre sí o sí. No podías debatir nada y ahora ha llegado una cultura de mucha libertad, que es muy diferente a la que había antes. Creo que también es difícil para los padres gestionar esta nueva libertad que tienen los hijos de una forma sana. Es más complicado saber establecer esa relación empática, de intercambio, de entendernos los unos a los otros».
La educación también se complica ahora, según añade Patri, por las tecnologías. «Antes la fuente de información te llegaba de lo que veías en el colegio, de tu grupo, de tu entrenador, de lo que podías ver en tele, etc., pero ahora hay tanta información en las redes sociales... Cuando, por ejemplo, tocamos el apartado del sexo en la obra destacamos al público que si no hablan de sexualidad en casa, los hijos lo van a buscar en internet y les van a aparecer un montón de animaladas sin valores, de cosas que no es sexualidad, pero que ellos lo van a asumir como tal. Ahora hay tantas fuentes de información, muchas de ellas poco fiables, que dificultan el conocimiento porque están bombardeando el cerebro de nuestros hijos».
Poca presencialidad de los padres
Además, hay otro problema «y es la escasa presencialidad de los padres al poder conciliar poco porque se trabaja muchas horas, se va con mucha prisa, se tiene este síndrome de la vida ocupada... No hay tiempo para tener una conversación tranquila, de calidad, y a los hijos hay que dedicarles un tiempo de escucha, de estar presentes. Hay que hacerlo, porque si no, no podemos educar. De esta forma también podemos educar en valores y es, además, la vía para poder hablar de todo, tener confianza, respeto y poder decir lo que es la responsabilidad, el valor del esfuerzo, de la justicia, la solidaridad... Muchísimos valores que si no los trabajamos, si no te los ven a ti como ejemplo, va a ser difícil que luego ellos los tengan».
Insiste en que nunca es tarde para educar a los hijos, tengan la edad que tengan. «Cuando en algún post digo no grites a tus hijos, no levantes la voz o el castigo es innecesario... Muchos me dicen, pero es que llevo haciéndolo toda la vida. Bueno, pues en el momento en el que tú quieras cambiar algo, lo primero que tienes que hacer es trasladarlo a tus hijos. Hay que sentarte con ellos, tengan veinte, dieciocho o quince y decir 'mira, creo que hasta ahora yo lo he hecho lo mejor que he podido, pero igual me he equivocado, y a partir de este momento no quiero levantar la voz y necesito, por favor, que seáis mis ayudantes para que si grito me digáis mamá, vamos a ver cómo me puedes decir esto de una forma serena'. Lo importante si quiero cambiar algo en la educación es hablarlo en familia, con nuestros hijos, decirles lo que queremos cambiar, qué beneficio creemos que puede tener que nos den esa oportunidad. Cualquier padre y madre quiere hacerlo lo mejor que puede con sus hijos. Lo que pasa es que con la prisa que llevamos..., pero siempre estamos a tiempo de cambiar y mejorar las cosas en la familia«.
Rafa Blanca añade que las familias que vean la obra, al salir del teatro, van a tener más ganas de intentar cambiar las cosas que creen que no funcionan. «Si conseguimos eso, implantar esa semilla en cada uno de los que nos han visto, ya es demasiado».
MÁS INFORMACIÓN
Esta obra (que puede verse los siguientes días: 24 de noviembre en Sevilla, 27 de noviembre en Madrid, 1 de diciembre en Zaragoza, 28 de enero de 2004 en Bilbao, 13 de febrero en Barcelona, 13 de febrero, 2 de marzo en Granada, 13 de abril en Huesca y 5 de mayo en Valencia) está dirigida a todas las familias en general, «pero sobre todo a aquellas que tienen expectativas negativas sobre lo que va a llegar en la adolescencia. Yo les digo que para mí ha sido un disfrute la adolescencia con mis hijos porque creo que he aprendido muchísimo de ellos, me gusta escucharles y ver su manera de ver la vida, que a veces coincide conmigo, pero otras veces no», concluye Patri Psicóloga.
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