Hazte premium Hazte premium

Las claves de una psicóloga para regañar a tus hijos sin dañar su autoestima

Olga Castanyer Mayer-Spiess recuerda que los progenitores van a tener que regañar y poner límites a los menores, «pero eso se puede y debe hacer desde el amor incondicional, la aceptación y la empatía»

«Tenemos que quitar el estigma de que el niño es débil... ¡Hay que normalizar la sensibilidad!»

La asertividad y el respeto son elementos claves en la educación
Ana I. Martínez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

¿Se imaginan a sus hijos, en la vida adulta, soportando los insultos de un jefe déspota y con la cabeza cabizbaja? Seguro que preferirían que fueran capaces de plantar cara, con educación y respeto. La realidad es que toda familia desea criar menores que se desarrollen como individuos plenos, tal y como recuerda Olga Castanyer Mayer-Spiess, psicóloga de Sijé Gabinete Psicopedagógico, especialista en Psicología Clínica y Psicóloga Psicoterapeuta Europea, en su libro «Ni agresivos ni sumisos» (Grijalbo). Por eso, es básico educar en la asertividad y el respeto.

A través de este libro, la experta ofrece las claves para que los menores desarrollen una autoestima sana y se conviertan en adultos asertivos. Toca dar un paso al lado y entender cuáles son las necesidades de los menores, alejándose de los estereotipos y de lo que tradicionalmente se ha ido dando por hecho en la sociedad, dando cabida al amor incondicional pero también a los límites o a los castigos.

- ¿Conocen bien los padres a sus hijos? Se lo pregunto porque creo que esto es fundamental para ayudarles en su autoestima y en que sean asertivos. Pero los adultos siempre piensas cosas tipo... «me manipula», «me chantajea», «me entiende perfectamente pero me toma el pelo», etc.

Muchas veces el adulto al llegar a cierta edad se olvida de que fue niño alguna vez. Por desgracia a muchos padres les ocurre lo mismo, se olvidan de cómo se sentían y lo que pensaban cuando eran niños, sobre todo se olvidan de que desconocían muchas cosas porque carecían de la experiencia que ahora tienen.

Si no vemos a los niños tal y como son realmente, nuestra inseguridad nos hace establecer dos bandos y pensar que los niños están del otro bando. Cuando decimos «me quiere chantajear, me quiere manipular», estamos dando por hecho que los niños piensan como adultos. La manipulación, el chantaje puede ser aplicado a la adolescencia, cuando el chaval ya tiene experiencia, pero un niño lo único que quiere es que le quieran incondicionalmente y que le vean valioso, que estén orgullosos de él. Si nos parece que nos está queriendo manipular, deberíamos de preguntarnos: ¿por qué lo hace? ¿ Qué está buscando que no le estamos dando?

- ¿Cómo funciona entonces el cerebro de un niño?

Todos los seres humanos, niños y adultos, tenemos las mismas necesidades: necesitamos sentirnos seguros, conectados -afecto y aceptación incondicionales-, y reconocidos, válidos.

En el niño estas necesidades son como sacos vacíos que necesitan ser llenados, para que luego en la edad adulta siempre tengamos un remanente de seguridad, afecto y reconocimiento que nos vaya a servir para sobrevivir.

El cerebro infantil sabe que para sobrevivir necesita llenar estos sacos y buscará incansablemente sentirse seguro, digno de ser querido, aceptado y valioso. Y lo buscará en lo único que tiene de referencia: nosotros, sus padres y cuidadores. Todos los esfuerzos del cerebro del niño irán encaminados a conseguir cubrir estas necesidades, intentando adaptarse a nuestra manera de ser y proceder.

«Un niño lo único que quiere es que le quieran incondicionalmente»

- Los adultos siempre quieren dejar claro que «aquí mando yo». ¿Cómo les afecta este autoritarismo?

De nuevo nos ponemos en dos bandos, ese querer dejar claro es más un problema del adulto que le estamos cargando al niño porque él no necesita eso. Tendríamos que analizarnos a nosotros mismos y ver por qué necesito tener tan claro que «aquí mando yo». ¿Quizás es porque estoy inseguro, porque necesito reconocimiento? En cualquier caso es un problema nuestro, y si queremos ser padres responsables tenemos que reflexionar sobre las cargas emocionales que les estamos añadiendo gratuitamente a nuestros niños.

- Entonces ¿cuál es la clave? Porque al final los adultos son sus referentes ¿no?

Sí, para un niño los adultos somos sus referentes y hasta la adolescencia, sus únicos referentes. La clave está en ver al niño, saber que lo que necesita: seguridad, conexión y que le enseñemos a regularse emocionalmente.

En vez de centrar nuestras energías en que obedezca, deberíamos analizar en todo momento : ¿qué está viendo mi hijo, mi alumno de mí? ¿Qué está recibiendo de mí? ¿Va en esa dirección de seguridad, conexión y regulación emocional?

- Para ayudar a los hijos a tener una buena autoestima, es vital que se sientan queridos, aceptados, criarlos con apego, reconocerles... «Pero esto... ¿no es malcriarlo?», piensan algunos. ¿Cuáles son las diferencias?

Hacer que los niños se sientan queridos, aceptados, reconocidos, no tiene nada que ver con malcriarlos. Si bajo malcriar se entiende concederles todos los caprichos, mimarles o sobreprotegerles, estamos haciendo un flaco favor al desarrollo de su autoestima. El niño necesita sentirse querido, reconocido… y conocer los límites, los suyos y los de los demás. Tiene que aprender a frustrarse, a renunciar, a aceptar unas normas… Y claro que vamos a tener que regañarles y ponerles límites, pero eso se puede y debe hacer desde el amor incondicional, la aceptación y la empatía .

- ¿Cuáles son las claves para educar pero poniendo límites? Es decir, si hacen algo que no está bien... ¿Cómo regañarles sin acudir al castigo, a los gritos, a las amenazas, etc.?

Lo importante es la forma de regañar, no el hecho de regañar o castigar.

Las claves para regañar sin dañar la autoestima son:

1. Centrarse en la situación concreta que ha suscitado la regañina, no generalizar a otras situaciones ni utilizar: «siempre», «nunca», «nadie», «todos»…

2. Separar la conducta del ser: la primera puede ser corregida, el ser nunca. No le digamos «eres un/una…», « Nunca cambiarás…», etc. Centremos nuestra energía en el error concreto que ha cometido el niño.

3. No utilizar sus emociones para corregir: no chantajearle, no amenazarle, no hacerle creer que con su conducta nos está haciendo un daño terrible, etc.

«Que los niños se sientan queridos, aceptados, no tiene nada que ver con malcriarlos»

- ¿Y cómo hacerle responsables de sus actos sin culparle?

De nuevo, centrarnos muy específicamente en lo que ha ocurrido sin salirnos de la situación y haciéndole ver las consecuencias de sus actos, ya sea explicándoselo («como habéis tirado el juguete al suelo, ahora se ha roto y ya no podéis jugar con él») o incluso se puede castigar, pero siempre por consecuencias: «con tu paga, pagarás lo que has roto», «hasta que no ordenes tu habitación, no te puedes ir a jugar».

No tiene ningún sentido castigar sin postre o sin móvil porque el niño no sacará la relación entre una cosa y otra: siempre hay que castigar ayudándole a asumir de alguna forma las consecuencias de su error. Esa es la mejor forma de que aprenda a responsabilizarse de lo que hace. Si nos limitamos a culparle, se sentirá muy mal y pensará que ya no le queremos, pero no se hará responsable de sus actos.

- Hay veces que los adultos se ven sobrepasados por lo que sea, momentos en los que pierden los papeles, les gritan... ¿Cómo les afecta y cómo deben los adultos gestionar esa situación?

Los niños nacen con una amplia gama de emociones, pero no saben regularse, necesitan que les enseñemos a regular esas emociones y una de las mayores fuentes de aprendizaje es viendo cómo lo hacemos nosotros. Si el niño ve que nuestra forma de resolver un conflicto es gritando, si es muy pequeño se asustará y llorará, pero a la larga tenderá a imitarnos, creyendo que es así como se resuelven las cosas.

Por otro lado, todos nos hemos visto sobrepasados y hemos gritado alguna vez. No pasa nada y es humano, pero estaría bien que el niño vea nuestros esfuerzos por tranquilizarnos, por lo que es muy importante hablarlo con él, expresarle a posteriori cómo nos hemos sentido. ¡Ojo! sin culparle, y reflexionar en voz alta cómo podemos regularnos mejor una siguiente vez.

- ¿Cómo aplicar la asertividad en casa?

En primer lugar, introduciendo el concepto de asertividad en nuestras conversaciones cotidianas, por ejemplo, utilizar con frecuencia la palabra «respeto»: podemos mostrar respeto hacia opiniones que son diferentes a las nuestras, aunque no las compartamos, o explicar que los gustos o intereses que tiene el niño son dignos de respeto aunque no puedan ser cubiertos en ese momento. Otro concepto que podemos introducir en nuestra conversación es la palabra derechos: tú tienes derecho, yo tengo derecho, los demás también tienen derecho, etc.

En segundo lugar, podemos hacer de modelo asertivo intentando que el niño nos vea siendo asertivos, respetándonos a nosotros mismos y a los demás, pero dejando claros nuestros límites. Si sentimos que no somos personas asertivas no importa. Lo verdaderamente importante es que el niño vea nuestros esfuerzos por serlo, que nos escuche analizando situaciones en las que no hemos sido asertivos e intentando encontrar soluciones para una siguiente vez. Es mucho más importante que vea cómo valoramos la asertividad, que el hecho de ser un modelo ideal para el niño.

En tercer lugar, nos podemos parar a analizar con el niño cualquier situación, por nimia que nos parezca ,en donde se haya puesto en juego la asertividad, por ejemplo: un menor que le quita algo a nuestro hijo o que le ha pegado. En este caso, tendríamos que pararnos a analizar, compartir y permitir la emoción que pueda estar sintiendo el niño, e intentar encontrar una solución junto con él. Es importante no darle nuestra solución, sino permitir que sea el niño el que la piense y nosotros adaptarla a la realidad.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación