«La maternidad origina vida, pero también la muerte de la persona que eras»
Lucía Ruz publica 'Mujeres madres', un libro sobre la maternidad moderna sin tapujos
María Velasco: «¡Qué tontería es esta de creernos que podemos trabajar fuera de casa, dentro y estar perfectas!»
![Lucía Ruz, autora de 'Mujeres Madres'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/familia/2024/06/19/Lucia-Ruz-RbhHTY0T44GjfVJbUAxFkKK-1200x840@diario_abc.jpg)
Maternidad sin filtros es la frase con la que se podría resumir 'Mujeres madres' (Vergara), el libro que Lucía Ruz ha escrito con el objetivo de desvelar lo que de verdad esconde la maternidad. Y es que una mujer que ... ha dado a luz a sus hijos experimenta tal transformación que todas las parcelas de su vida se ven alteradas, tanto para bien como para mal.
De hecho, Ruz ha experimentado en primera persona las luces y las sombras que conllevan la maternidad. Entre otras cosas, acabó dejando su trabajo para centrarse en su proyecto, Mujeres Madres, «una voz emergente en materia de maternidad moderna que tiene como misión hablar de todo lo que nos pasa a las mujeres con la llegada de la maternidad, sin filtro, sin culpa y sin juicios», asegura.
«Nació de mi propia necesidad al convertirme en madre -continua- y ver que me sucedían muchas cosas de las que nadie me había hablado. Mi espíritu curioso se puso a investigar y sentí la necesidad de compartir todo lo que estaba aprendiendo con la finalidad de acompañar a otras mujeres a sentirse más vistas y menos raras. Los sentimientos y experiencias en la maternidad son más universales de lo que compartimos y saber que no estamos solas en estas vivencias, brinda mucha calma y cambia radicalmente la experiencia materna».
- Experimentaste también en primera persona la renuncia cuando fuiste madre, ¿no?
No fue exactamente al ser madre. Tras el nacimiento de mi primera hija me reincorporé al mundo laboral, luego tuve otra, y tras mi permiso de maternidad también volví al trabajo fuera de casa, o remunerado, como prefiramos llamarlo.
Fue tres años después cuando la imposible conciliación y mi cambio de prioridades me rompieron, toqué fondo, y gracias a eso pude reinventarme. Einstein decía que la creatividad nace de la angustia, así que supongo que en mi caso fue así. Tuve que buscar soluciones y nuevas salidas porque ni era la trabajadora que pretendía ser, ni la madre que había imaginado. Así que dejé mi trabajo corporativo, con la estabilidad económica que aportaba en mi familia, y con mucha incertidumbre, miedo, ilusión y culpa, arranqué Mujeres Madres con dos objetivos fundamentales: mejorar la vida de las mujeres en relación a su maternidad, y la mía propia, pudiendo conciliar, desarrollando mis aspiraciones profesionales y personales.
Hoy puedo decir que atrás quedaron esos momentos de sentir que no llegaba a nada, a pesar de vivir con la lengua fuera. Esas noches de insomnio donde repasaba la lista de cosas por hacer, u otras en que me tenía que quedar preparando la presentación del día siguiente porque había priorizado el tiempo de calidad con mis hijas, sacrificando mi descanso para poder llegar a todo. Es tremendamente difícil trabajar y criar, y sobre todo es difícil hacerlo sin comprometer tu salud mental, física y emocional. Yo hoy puedo contar mi final feliz, pero soy consciente de que no es la realidad de la mayoría de mujeres, y esto me frustra enormemente.
- Maternidad. Qué palabra tan común y tan poco conocida. Puede resultar paradójico, ¿no? ¿Por qué?
En mi libro digo que la maternidad es como la Luna. Todos, hombres y mujeres, saben que existe la Luna e incluso pueden imaginarse cómo es. Les han contado e incluso enseñado imágenes y vídeos, pero nadie ha estado. Bueno, casi nadie. Y es que aunque todos venimos de una madre, como bien decías, la maternidad es una palabra común pero poco conocida. No se habla libremente sobre maternidad, entre otras cosas, porque está plagada de sentimientos de culpa, tanto auto impuesta como social, y esto nos impide hablar abiertamente sobre ella.
También porque ahora mismo la maternidad se está reescribiendo. Las mujeres que somos ahora madres estamos dando luz a un nuevo paradigma, a una nueva forma de maternidad que está más alineada con la nueva realidad que vivimos a nivel socio cultural y en este momento histórico único que nada tiene que ver con los anteriores. Nos encontramos en la transición entre dos modelos: el tradicional, en el que hemos crecido pero que no nos sirve como referente, y el modelo hacia el que vamos, todavía en definición y desarrollo.
«Es tremendamente difícil trabajar y criar sin comprometer tu salud mental, física y emocional»
- Escribes en el prólogo que te diste cuenta de que estabas «viviendo el duelo de haber perdido a la mujer que era antes». Duras palabras. ¿Puedes explicarlas?
La maternidad es donde convergen la vida y la muerte. Aun siendo un proceso que origina vida, también causa la muerte de la persona que eras. Suena duro y sentencioso, lo sé. Pero la maternidad también significa duelo, despedida de quien eras para poder dar la bienvenida a la persona que serás en adelante.
Maternar es una experiencia tan transformadora que no podemos pretender volver a encajar en el mismo molde. Cuando creces y despegas tus alas, ya no puedes volver a entrar en la crisálida. Es como una metamorfosis. Y ninguna mariposa vuelve a ser oruga. La maternidad es así, te transforma en una nueva versión de ti, una versión mejorada. En mi caso, tener hijos me ha hecho sentir más vulnerable que nunca, pero ha sido sanador al mismo tiempo. Estoy agradecida a la mujer que fui, porque es por ella que he llegado a ser quien soy.
- Hablas también de la necesidad de que las mujeres equilibren su papel de madres con el de profesionales, amigas, hijas… Sin embargo, esto no suele suceder ¿no? ¿Por qué?
No es realista pensar que las mujeres podemos encarnar todos los roles a la alta expectativa que hay puesta sobre ellos. Ser la profesional entregada, a la vez que la madre dedicada, la amiga que sale de vinos los viernes tras la oficina o la hija que come en casa todos los domingos. Es literalmente imposible llegar a todo. Por eso, creo que debemos apostar por equilibrar estos roles, que pueden fluctuar en el tiempo. Pausar tu carrera, si es tu decisión y así lo deseas para dedicar más tiempo a la maternidad, y retomarla años después cuando la maternidad requiera menos dedicación. Podría ser un ejemplo.
Pero la maternidad se encuentra en un cruce de caminos, donde las mujeres tenemos más opciones que nunca, pero también nos enfrentamos a una presión constante para hacerlo todo. Porque hemos crecido en un modelo que nos dictaba el tipo de madre que deberíamos ser, y que a la vez nos hablaba de feminismo y del mundo de oportunidades y opciones que se abría para nosotras. La maternidad moderna se ve influenciada por expectativas de igualdad de género, lo cual implica compartir las responsabilidades domésticas y laborales, y aunque esto supone un avance positivo, también aumenta la demanda sobre las mujeres para equilibrar múltiples roles.
Y esto es una tarea difícil si el sistema no nos sostiene; donde la conciliación no existe, y la corresponsabilidad no es una realidad en la mayoría de hogares.
- Y los padres… ¿tienen que hacer ese equilibrio también o es distinto?
Es importante que entendamos que madres y padres no parten del mismo punto de partida. Hemos crecido en un modelo tradicional donde el hombre proveía y la mujer criaba. Por lo tanto, habiéndose sumado las mujeres al mercado laboral, los datos muestran que todavía los hombres no se han sumado al cuidado al mismo nivel, y esta diferencia la están asumiendo a día de hoy las mujeres.
Además, en las parejas heterosexuales, que suelen ser el epicentro de la desigualdad en la crianza, empieza a gestarse y representarse la nueva generación de padres, que vienen a sostener el nuevo modelo y romper con los estereotipos tradicionales de hombre proveedor y padre ausente. Estos padres comprometidos con la crianza y dispuestos a establecer lazos afectivos y un apego seguro con sus hijos, son esos mismos que la sociedad denomina padrazos por hacer lo mismo, o menos, que una madre, a la que no denominamos madraza. Y esto, pone de manifiesto que como sociedad estamos aún lejos de establecer un nuevo modelo que implique una paternidad responsable, o una corresponsabilidad real en los hogares de manera generalizada. Se dan cada vez más casos, y esto brinda algo de luz y esperanza, pero no es aún la norma en la mayoría de hogares españoles.
- Es verdad que hoy no se puede criar como nuestras madres o abuelas, las generaciones no tienen mucho que ver, la sociedad tampoco… ¿Han sido las mujeres engañadas? Porque dices: «Existe una generación de mujeres que viven asfixiadas. Pero esta generación, esta misma que ha crecido con un modelo en casa, pero que le han contado la posibilidad de un nuevo modelo, está intentando implantarlo en su nueva familia, a la vez que aspira a tener una carrera exitosa y alcanzar las mismas oportunidades que un hombre».
Todo cambio radical necesita de un periodo de adaptación para establecerse. Por lo tanto, no creo que hayamos sido engañadas, pero sí que estamos siendo la generación bisagra entre dos modelos. Como mujeres, hemos ganado, pero como madres hemos perdido. El rol de madre era más fácil antes porque se esperaba que las mujeres criasen y pusieran todo su esfuerzo en ello, era su único trabajo, pero no se enfrentaban al estrés constante que vivimos ahora intentando aunar varios roles en una misma persona.
El problema creo que radica en que se nos ha empoderado pero no se nos ha liberado del cuidado, y a los hombres no se les ha enseñado a convivir con mujeres empoderadas. Y ahí es donde se produce el desequilibrio.
Y para poder establecer un nuevo modelo más justo y realista con la vida actual, los hombres deben educarse y ser también agentes de cambio. La búsqueda de la corresponsabilidad, como el feminismo, no es una misión asignada en exclusiva al género femenino. Es cosa de todos. O al menos, debería.
«A las mujeres se nos ha empoderado pero no se nos ha liberado del cuidado, y a los hombres no se les ha enseñado a convivir con mujeres empoderadas»
- Entonces, ante este panorama, que no sé si te resultará desolador, ¿pueden las madres hacer algo para mejorar su situación? ¿Y ese algo implica a más actores? Porque tampoco se debe olvidar, que lo recuerdas a lo largo del libro, que la maternidad es un cambio biológico a muchos niveles en la mujer y esto sí que no se puede cambiar.
Es genial que podamos poner este tema sobre la mesa, porque efectivamente la maternidad no es solo cosa de mujeres: todos venimos de una madre y por lo tanto la labor debería ser común. Pero también es cierto que en relación a la maternidad hay una cuestión biológica de las mujeres que sólo otras mujeres madres pueden comprender. Por lo tanto, se genera cierto aislamiento de las madres y que a nivel social, cultural y político resulta en un abandono hacia ellas. Creo que las madres y los hijos son como seres olvidados en la sociedad moderna. Las madres son empujadas fuera de la sociedad hasta que son productivas de nuevo. Son consideradas seres monotemáticos, que a su vez están lidiando con cambios hormonales que las convierte en seres extraños que no hay quien entienda. Y esta «expulsión» no ayuda. Invisibiliza la maternidad. Aísla.
No podemos mejorar nuestra situación solas. Ya estamos sosteniendo un sistema que no sostiene, y esto está afectando a nuestra salud mental, física y emocional. Por lo tanto, la acción debe ser colectiva. Y la mejora del paradigma actual pasa por la implementación de políticas de conciliación real, por un cambio en la percepción de los cuidados por parte de las empresas, la implantación de un modelo de familia corresponsable y por tomar conciencia colectiva de que la crianza no es cosa de madres. A las madres, por su condición biológica de generar vida, se las debería estudiar más, entender cómo podemos ayudarlas, qué pasa en sus cuerpos, cómo cambia su realidad, etc. Y que este conocimiento sobre ellas fuese extendido a toda la población.
En mi libro hablo mucho de esto, porque me parece que la divulgación de los estudios que ya existen al respecto es profundamente necesario.
- Hablas del feminismo en el libro. ¿Toda madre y padre deberían ser feminista?
No concibo que puedas tener hijos y no ser feminista. El feminismo es el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Lo demás son constructos que se hacen alrededor del término que solo sirven para prostituirlo. El feminismo es inclusivo, para dar los mismos derechos a las mujeres no hay que quitarles derechos a los hombres. Privilegios sí, derechos no. Por lo tanto lo contrario al feminismo no es el machismo, es la ignorancia. Y cuando una persona no se considera feminista, debe saber que se está posicionando en contra de los derechos iguales para las mujeres. Que no se está posicionando en un punto neutral.
Hemos actualizado lo que significa ser mujer, pero no hemos actualizado lo que significa ser hombre. Y hasta que no actualicemos ambos roles, seguiremos siendo esa generación bisagra. Esa que se mueve entre dos modelos. Y si ya sabemos que es muy retador vivir en esta situación, ¿queremos que nuestros niños y niñas hereden este mismo modelo? El feminismo tiene mucho que aportar a la maternidad, las mujeres que son madres necesitan más derechos y más recursos para maternar. Y los padres necesitan una actualización del paradigma que reconozca el cuidado sin la pérdida de masculinidad.
- Gran capítulo el de sexo y maternidad. En una frase, ¿qué le dirías a una madre, y a su pareja, que va a dar a luz por primera vez?
A la que pare le diría que no se presione para «estar lista» y retomar su vida sexual como lo era antes de ser madre. Le diría que empiece por encontrar momentos de intimidad consigo misma, que dedique tiempo a descubrirse de nuevo, y que cuando se sienta en confianza lo comparta con su pareja. No tienen por qué gustarte las mismas cosas, probablemente no sea así, pero la sexualidad es más amplia de lo que nos han enseñado, y hay muchísimas formas de disfrutarla.
A la pareja, le diría que el posparto no dura cuarenta días.
«No concibo que puedas tener hijos y no ser feminista»
- La culpa, la carga mental, la falta de corresponsabilidad, la doble presencia, la ambivalencia materna… ¿Hacia dónde va o debe ir el nuevo modelo de maternidad de las nuevas generaciones?
En mi misión de hacer mejor la vida y la maternidad de las mujeres, espero que el modelo de las nuevas generaciones sea el modelo en que las mujeres madres entienden qué les pasa con la llegada de la maternidad, se sientan comprendidas y sostenidas, críen con una pareja corresponsable, disfruten de una conciliación real y tengan libertad sobre sus decisiones.
Si estos factores se dieran, las madres podrían repartir la carga, gracias a la corresponsabilidad, podrían vivir con menos culpa, al poder tomar decisiones libres y conocer más sobre los cambios que se producen en ellas. Podrían equilibrar mejor sus roles y no vivir con la presión que supone la doble presencia, gracias a la conciliación real. Y podrían entender que la ambivalencia materna, que se refiere a los sentimientos encontrados o contradictorios que una madre experimenta hacia sus hijos, es normal y común. Hablar con libertad y sin culpa de la maternidad para entender que la mayoría de sentimientos son universales, pero están actualmente acallados por un molde de madre ideal imposible de encarnar.
- Y mientras, ¿están solas las madres?
Mucho. Decía anteriormente que las madres somos expulsadas, y consideradas monotemáticas e invisibles. Y una madre no es un ser poco interesante. Y tampoco deja de ser productiva. Pero sí se ha puesto al servicio de la vida y está intentando entender qué hay ahora dentro de sí, su cerebro se ha modificado, y lo seguirá haciendo, según las últimas investigaciones, hasta seis años después del parto para adaptarse a los cuidados y las necesidades de su cría.
Se ignora que las mujeres con la llegada de la maternidad necesitan hablar de lo que les pasa, que su mundo se ha puesto boca abajo, que necesitan hacer nuevos lazos, con gente que las entienda, que empaticen, que las escuchen. La necesidad de hablar entre mujeres que también están viviendo la maternidad es una clave importante para la integración del rol de madre en la nueva identidad de la mujer. Pero como el tiempo se ha convertido en un bien de lujo, las posibilidades para relacionarse se reducen. Como el tiempo es finito y en él hay que encajar el trabajo, la crianza, el gimnasio, la comida, la ropa, las extraescolares y un sinfín de tareas más, el autocuidado y socialización quedan relegados al olvido al final de la lista de quehaceres.
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Y tristemente se nos olvida que la crianza no está diseñada para realizarse de forma individualista, sino en comunidad. O si no se nos olvida, se nos imposibilita. Y esto inevitablemente genera un sentimiento de soledad e incomprensión en las mujeres
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