Los recuerdos del atentado de Carrero Blanco: «Vi el coche volando desde mi ventana»
![Los recuerdos del atentado de Carrero Blanco: «Vi el coche volando desde mi ventana»](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/18/1475186338-k0xH-U609072575160WF-1200x672@abc.jpg)
50 aniversario del atentado contra Carrero Blanco
Vecinos de la calle Claudio Coello y políticos de la época comparten con ABC lo que vivieron aquel 20 de diciembre de 1973
Carrero Blanco, un magnicidio bajo sospecha
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Nadie que viviese aquel 20 de diciembre de 1973 puede olvidar lo que estaba haciendo cuando se enteró de la noticia del asesinato de Carrero Blanco, entonces presidente del Gobierno de Franco. Este es el relato de algunos de quienes presenciaron la explosión y ... sus consecuencias: Cristina Mejías y Luis Bittini, habitantes de Claudio Coello 104, que habían compartido bloque con los terroristas sin saberlo; el jesuita Millán Arroyo, el último testigo vivo de la comunidad de Maldonado y los políticos José Miguel Ortí Bordás y Fernando Suárez, que vivieron los últimos coletazos del franquismo desde sus despachos.
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![Los vecinos de Claudio Coello 104, desde la casa donde lo vieron todo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/16/testigo-U32676534202YFr-624x350@abc.jpg)
Cristina Mejías y Luis Bittini
«He visto un coche volando por la ventana». Ella llamó a su marido al trabajo para cerciorarse de que no estaba loca. Cristina y Luis fueron vivían puerta con puerta con los terroristas y vieron el coche de Carrero volar
-Luis, estaba hablando con mamá y he visto un coche volando por la ventana.
Cristina Mejías llamó a su marido al trabajo casi para convencerse de que lo que acababa de ver desde la ventana de su casa, un sexto piso en la calle Claudio Coello 104, no había sido una quimera. Aún no lo sabía, pero acababa de ser testigo de un momento histórico: el magnicidio de Carrero Blanco. «Pensé que era una explosión de gas, en aquel momento no había atentados», cuenta hoy desde el mismo sillón desde el que telefoneó a su esposo. Afortunadamente, Cristina había dejado a su hijo en la ruta escolar hacía ya un rato. Al salir de casa, del portal 104, no había reparado en los obreros con mono azul que estaban en el portal conectando lo que parecían entonces unos cables de las farolas de la calle. «Estaban conectando la bomba, pero para mí entonces una cosa no tenía conexión con otra», afirma.
Tras escuchar el gran estruendo, Cristina encendió la radio y solo escuchó música sacra, en lugar de la emisión habitual. Llamó inmediatamente a los bomberos, que le pidieron que no se moviera de casa. Atemorizada, porque si el causante de la explosión era una fuga de gas podía repetirse, bajó a la calle y vio el enorme boquete frente a su portal. Aún no ha olvidado el tremendo olor a gas que había. «Si el coche llega a caer de este lado, nos destruye el piso», comenta Luis Bittini.
Aunque a los vecinos de las plantas más bajas se les rompieron los cristales de las ventanas (en el sexto solo se les quebró una pequeña mesita de cristal), milagrosamente todos salieron ilesos excepto la hija del portero, que resultó herida leve. La pequeña estaba en el semisótano del lado contrario al de los terroristas, pero el tabique de su habitación se cayó del impacto, relatan Cristina y Luis. El portero, que era policía, había estado conviviendo pared con pared, sin saberlo, con los terroristas. A los vecinos les dijeron que los nuevos inquilinos eran escultores y que los ruidos y olores que salían de su piso provenían de las herramientas que usaban. Nadie sospechó nada más. «Nosotros fuimos a ver a la niña al hospital esa noche y el portero, al que luego destinaron a Badajoz, nos dijo que ya estaban identificados. No nos dieron guerra con interrogatorios, pero sí tuvimos que recoger los escombros de la azotea», añade esta testigo. «Recuerdo también que al salir del colegio el niño me dijo: 'Mamá, que han puesto una bomba'. Le respondí: 'Pues ni te vas a imaginar dónde ha sido…'», rememora Cristina.
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![El jesuita Millán Arroyo](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/16/Captura2023-12-16alas17.31.42-U76123788428XMu-624x350@abc.jpeg)
Millán Arroyo
Llevaba dos meses viviendo en Madrid. En el momento de la explosión pensó que lo que había estallado era una caldera. Hoy es el único jesuita vivo de la comunidad donde cayó el coche
Aunque hacía apenas dos meses que se había mudado desde la casa y colegio de la calle Maldonado al Colegio-Residencia de Profesores Universidad Pontificia de Comillas en Cantoblanco, esa mañana Millán Arroyo tenía cita con unos novios en la parroquia de San Francisco de Borja. En el coche, escuchó en la radio una noticia de una explosión en el barrio de Salamanca, y en un segundo flash informativo ya hablaban de Claudio Coello y de los jesuitas. «Mi primer pensamiento fue que podía haber sido la caldera de la calefacción, que es una máquina enorme, y digo a ver si somos los jesuitas los culpables», relata este religioso de 93 años. Cuando vio el tumulto en la calle Maldonado, enseñó a la Policía el DNI, en el que ponía que aún vivía allí, y le dejaron pasar. El padre superior le dijo entonces que la casa estaba cerrada a todo. No eran ni las diez de la mañana, relata Don Millán, que añade que, afortunadamente, no había niños en el colegio porque acababan de darles las vacaciones.
Un par de días más tarde, cuenta, volvió a Maldonado para ver si les autorizaban una boda que iba a oficiar el 28 de diciembre. El coche seguía en la terraza, y fue a preguntar a algunos padres que seguían viviendo en la casa si habían visto qué sucedió. «Me contaron que retumbó todo, y que cuando miraron al patio central vieron un amasijo de hierro oscuro y pensaron que había caído una avioneta», rememora el religioso, que admite que el suceso despertó mucha curiosidad en la comunidad. Uno de los religiosos incluso vio en la guantera la novela que estaba leyendo el escolta o el chófer, «y quedó impresionado porque el libro trataba de un accidente».
El 28 de diciembre toda la residencia seguía cerrada, pero Don Millán recuerda que se le permitió oficiar la boda, con unos pocos invitados, en la capilla. El coche seguía en la terraza. Años más tarde, en otra coincidencia casi milagrosa, este jesuita volvió a pasar por Claudio Coello y vio unas cámaras filmando: era la película que hicieron sobre el atentado años más tarde: 'Operación Ogro'.
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![Los recuerdos del atentado de Carrero Blanco: «Vi el coche volando desde mi ventana»](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/16/orti-bordas-U34572067766Utx-624x350@abc.jpg)
José Miguel Ortí Bordás
Sentado en su despacho, aquella mañana del 20 de diciembre de 1973 recibió una llamada de un periodista con la noticia: «Pregunté si estaba seguro»
José Miguel Ortí Bordás, entonces consejero nacional del Movimiento y procurador en Cortes, estaba en su despacho en la plaza del Rey cuando sonó el teléfono: «Un amigo de la prensa me dijo que había muerto Carrero Blanco. Le pregunté si estaba seguro; me dijo que sí y colgó». Ese es el primer recuerdo que tiene este político de la mañana de aquel 20 de diciembre. Nadie podía imaginar que pasase algo así, pero entonces, admite, las medidas de seguridad eran «casi inexistentes». La segunda imagen que viene a su memoria es la del cuerpo del almirante en el hospital, tapado con una sábana blanca. «Recuerdo que vivimos un momento de tensión, porque de repente el marqués de Villaverde me miró fijamente y dijo: 'Esto se ha podido producir por los que piden tanta apertura'. Y yo me sentí aludido, porque era uno de los aperturistas», rememora Ortí Bordás, que admite que, aunque el almirante y él estaban en las antípodas políticas Carrero Blanco fue «un hombre muy normal, más cultivado que la imagen que ahora se tiene de él».
Tras el atentado, la gran pregunta era: ¿Y ahora? «Eso lo pensó todo el mundo, la gente del Régimen, la oposición, las distintas facciones políticas… Incluso se lo plantearon en el extranjero, porque esas semanas me llamaron muchos corresponsales extranjeros para preguntarme qué iba a suceder después», asegura el que fuera vicesecretario general del Movimiento Nacional, que sostiene que el atentado no cambió el rumbo de la Transición. «El Rey la tenía más o menos pergeñada gracias a Torcuato Fernández-Miranda desde bastante antes de que Carrero Blanco fuera nombrado presidente», admite. «Sí creo que hay un antes y un después respecto a ETA. A partir de ahí se ve que no estaba limitada geográficamente y que no se limitaba tampoco a asesinatos puntuales».
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![Fernando Suárez](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/16/suarez-U51018514852bEV-624x350@abc.jpg)
Fernando Suárez
Hoy, es el último ministro vivo de Franco. En 1973, era director del Instituto Español de Emigración y tenía una cita pendiente con Carrero Blanco. Cree que el atentado no cambió la Transición: «Carrero habría dimitido en cuanto se lo pidiera el Rey»
Por su parte, Fernando Suárez, el último ministro vivo de Franco, era entonces director general del Instituto Español de Emigración, y, aunque tenía pendiente una audiencia con Carrero Blanco, no llegó a conocerlo personalmente por el atentado. Eso sí, no se olvida de la imagen del entonces Príncipe Juan Carlos presidiendo el cortejo fúnebre, «un acto de gallardía». Suárez también defiende que al atentado no alteró el devenir de la Transición: «El almirante era un patriota, un marino obediente, y en cuanto el Rey se lo hubiese pedido habría dimitido».
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