Carrero Blanco, un magnicidio bajo sospecha
Cincuenta años después del atentado de ETA contra el presidente del Gobierno siguen existiendo incógnitas sobre su asesinato en pleno centro de Madrid
Infografía | Operación Ogro: el atentado contra Carrero Blanco nunca explicado del todo
La leyenda y los hechos se confunden en el asesinato del almirante Carrero Blanco. Coincidiendo con el 50 aniversario de su magnicidio, el 20 de diciembre de 1973, nuevos libros y documentales intentan arrojar luz sobre su muerte. Un aura de misterio sigue rodeando ... los hechos, entre otras razones, porque la investigación judicial quedó inconclusa, aunque se dictó auto de procesamiento, muchos de los documentos reservados de los cuerpos policiales desaparecieron y jamás se sentó en el banquillo a los autores materiales. ¿Dónde está el sumario?, se preguntaba el exministro Ricardo de la Cierva. Permaneció durante más de tres décadas fuera del alcance de los historiadores que pretendían averiguar la verdad.
ETA reivindicó el atentado la misma tarde de los hechos. Nadie pone en duda la autoría ni la identidad de los cuatro miembros del comando. Todo lo que sucedió aquel día y en las horas previas ha sido reconstruido minuciosamente. Pero todavía hoy siguen abiertas las hipótesis de una mano negra que instigó y llevó a la banda hasta el entonces presidente del Gobierno y hombre fuerte del régimen de Franco.
Eran las nueve y media de la mañana de aquel 20 de diciembre cuando el etarra José Miguel Beñarán, Argala, accionó el dispositivo que conectaba un cable a las cargas de Goma 2 colocadas en un túnel bajo el asfalto y en un coche situado en la acera. La explosión creó un cráter de casi 20 metros de diámetro y una profundidad de tres. El Dodge en el que se desplazaba el almirante, su chófer y un escolta se elevó alrededor de 30 metros hasta caer en el patio interior del colegio de jesuitas, situado en la calle Serrano de Madrid. Carrero murió una hora después al llegar al hospital. Sus dos acompañantes tampoco sobrevivieron. La versión oficial del Gobierno hasta avanzada la tarde es que se había producido la explosión de una tubería de gas.
A finales de 1972, ETA había decidido secuestrar a Carrero Blanco, ocultarle en un zulo y exigir la puesta en libertad de 150 presos de la banda a cambio de su liberación. Pero, dadas las dificultades y los riesgos de la operación, la dirección cambió de opinión y ordenó su asesinato. ETA ya tenía una infraestructura en Madrid, aunque todavía no había llevado a cabo ninguna acción. Argala y varios compañeros se habían instalado en un piso del barrio de Aluche.
Uno de los motivos que alientan la teoría de la conspiración contra Carrero es la libertad de movimientos de los etarras en la capital a lo largo de todo un año. Asaltaron una armería, alquilaron pisos y locales comerciales, cometieron indiscreciones, se movieron con una absoluta libertad y estuvieron en varios momentos a pocos metros del presidente del Gobierno cuando asistía a misa en la iglesia de San Francisco de Borja. En una ocasión, uno de ellos recibió la comunión a espaldas del almirante, que sólo iba acompañado de un escolta. Los etarras no daban crédito a la vulnerabilidad del hombre que era considerado el sucesor natural de Franco.
![Imagen principal - En la primera imagen, la marca que se usó para señalar el atentado. En la segunda, el interior del coche tras la explosión. En la última, el tejado de los Jesuitas por el que pasó el vehículo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/17/10-k5LG--758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - En la primera imagen, la marca que se usó para señalar el atentado. En la segunda, el interior del coche tras la explosión. En la última, el tejado de los Jesuitas por el que pasó el vehículo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/17/9-k5LG--464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - En la primera imagen, la marca que se usó para señalar el atentado. En la segunda, el interior del coche tras la explosión. En la última, el tejado de los Jesuitas por el que pasó el vehículo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/17/7-k5LG--278x329@abc.jpg)
Objetivo prioritario
Sin embargo, Carrero había sido advertido por la Dirección General de Seguridad y por el SECED, los servicios secretos recién creados que dependían de él, de que figuraba como uno de los objetivos prioritarios de ETA. El comisario José Sainz, al frente de un equipo en Bilbao para investigar a la organización terrorista, había enviado informes por escrito a Madrid en los que consignaba que varios infiltrados habían coincidido en que ETA tenía un comando en Madrid para atentar contra altos cargos del régimen, entre ellos, el almirante.
A Carrero Blanco le habían pedido incrementar su seguridad. Se negó: «Mi vida está en manos de Dios»
José Ignacio San Martín, jefe del SECED e íntimo colaborador de Carrero, le había instado repetidamente a incrementar su seguridad, a lo que el presidente se negó siempre: «Mi vida está en manos de Dios. Lo que tenga que ser, será». Había conocido a Franco en 1940 cuando éste solicitó un informe sobre la entrada de España en la guerra como aliada de Hitler. El almirante lo desaconsejó. Fue nombrado subsecretario de la presidencia en 1941, ministro en 1951 y vicepresidente en 1967. El último paso de su carrera se produjo el 9 de junio de 1973 cuando el jefe del Estado, muy deteriorada su salud, le ascendió a presidente del Gobierno, seis meses antes del atentado. Era un católico comprometido con los principios del Movimiento, muy cercano al Opus Dei y de una austeridad proverbial. Un colaborador contó que todos los días pagaba de su bolsillo el café y el bollo que le subía un camarero al palacete de La Castellana. Era también un hombre obsesionado por el comunismo y la masonería, a los que creía responsables de todos los males de España.
A mediados de 1972, ETA ya tenía en mente la posibilidad de secuestrar a Carrero, en quien veían la personificación del régimen y de la represión franquista. Iñaki Pérez Beotegui, alias Wilson, y Argala habían sido enviados a Madrid para preparar el secuestro. Al llegar a la capital, contactaron con Iñaki Ugalde Aguirresarobe, también conocido como Kaskazuri o El Pelirrojo, que, bajo la tapadera de profesor de instituto, informaba a la banda de lo que se cocía en los mentideros madrileños. Kaskazuri había intimado con Alfonso Sastre y con Genoveva Forest, disidentes radicalizados del Partido Comunista. Forest sería clave en la ayuda de los preparativos del atentado, proporcionando pisos y cobertura al comando.
El papel de Kaskazuri en el magnicidio resulta clave porque fue quien organizó un encuentro de un personaje misterioso con Argala y Wilson en el hotel Mindanao de Madrid. Wilson se quedó vigilando en las afueras, mientras que Argala entró en el vestíbulo para mantener una breve conversación que apenas duró dos minutos. Aquel hombre, vestido con traje y corbata y con apariencia de alto funcionario, le entregó un sobre con el domicilio y los movimientos de Carrero. Lo que indicaban esos papeles es que el almirante acudía todos los días a misa sin apenas escolta.
![Imagen principal - ETA excavó un túnel secreto para que el artefacto explotara al pasar el vehículo en la calle Claudio Coello de Madrid](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/17/carrero3-k5LG--758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - ETA excavó un túnel secreto para que el artefacto explotara al pasar el vehículo en la calle Claudio Coello de Madrid](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/17/11-k5LG--464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - ETA excavó un túnel secreto para que el artefacto explotara al pasar el vehículo en la calle Claudio Coello de Madrid](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/17/32667618-krvF--278x329@abc.jpg)
Es la figura de este enigmático personaje, cuya existencia confesó Wilson, lo que alimenta la teoría de la conspiración. Hay quien sostiene que fue la CIA quien proporcionó la información para el asesinato de Carrero, que curiosamente se produjo 24 horas después de la visita de Henry Kissinger, secretario de Estado, a Madrid, donde se entrevistó con el almirante. Al parecer, Kissinger adelantó unas horas el final del viaje, lo que dio pábulo a la especulación. Lo que es cierto es que Carrero había negado la utilización de las bases españolas en la guerra del Yom Kipur y que exigía importantes concesiones políticas de Estados Unidos para renovar los acuerdos militares.
Hay hipótesis que apuntan a que Carrero Blanco fue víctima de las luchas internas del partido
La otra hipótesis es que Carrero fue víctima de las luchas internas del régimen del yugo y las flechas en unos momentos en los que la sucesión de Franco estaba crudamente planteada. Aunque las tensiones no afloraban a una prensa censurada, había una lucha encubierta por el poder entre dos bandos con intereses contrapuestos. En uno estaba Carmen Polo, la esposa de Franco, el entorno familiar y los elementos más duros de la Falange, el llamado búnker, como Girón de Velasco e Iniesta Cano, el jefe de la Guardia Civil. En el otro lado, se situaban el propio Carrero, los tecnócratas del Opus Dei como López Rodó y algunos aperturistas como Torcuato Fernández Miranda. Las divergencias se hicieron visibles en el debate de la ley de Asociaciones, un limitado y frustrado intento de reconocer las corrientes dentro del régimen.
Carrero apoyaba a Juan Carlos como jefe de Estado tras la muerte del Caudillo mientras que Carmen Polo, Cristóbal Martínez Bordiú, casado con la única hija del dictador, y las personas del entorno de El Pardo no renunciaban a que el sucesor fuera Alfonso de Borbón, casado con la nieta mayor del general. No tuvieron éxito, pero, tras el asesinato del presidente, albergaron esperanzas cuando Franco designó a Arias Navarro al frente del Gobierno. Era un nombramiento incomprensible porque Arias era el ministro de Gobernación y el responsable de la seguridad de Carrero. Como él mismo confesó, pasó de pensar en un inevitable cese a ser elevado a dirigir el Gobierno.
La línea dura de ETA, entre ellos Josu Ternera, decidió intensificar la violencia antes del atentado
Cuando ETA decidió eliminar al almirante, la organización estaba dividida. En el verano de 1973, se había reunido la VI Asamblea en el sur de Francia. Las diferencias entre quienes propugnaban la lucha armada y los que apostaban por vías políticas se saldó con una escisión en la banda. Pero los dirigentes de la línea dura como Josu Ternera, Peixoto, Ezkerra y Txomin siguieron al frente de ETA militar. Decidieron intensificar la violencia y llevar el terror a Madrid.
Fue en este contexto en el que la dirección refugiada en el País Vasco Francés decidió enviar a Madrid a Iñaki Múgica Arregui, Ezkerra, un fanático de la línea dura y proveniente de las juventudes del PNV. Su misión era coordinar el atentado y supervisar el trabajo de los cuatro etarras del comando Txikia, el apodo de Eustaquio Mendizábal, muerto en un enfrentamiento con la policía meses antes. Argala y Wilson chocaron con Ezkerra porque creían que era un temerario incompetente. Los otros dos miembros del comando eran Jesús Zugarramurdi, 'Kiskur', y Javier Larreategui, 'Atxulo'. Todos fueron identificados como autores materiales del crimen. Forest fue procesada como colaboradora necesaria.
Fue Atxulo quien firmó el contrato de alquiler de un pequeño semisótano en la calle Claudio Coello, 104. Tenía apenas 30 metros cuadrados. Fue en ese lugar donde los etarras se turnaron día y noche para excavar un túnel en forma de T bajo el asfalto. El olor a gas era insoportable y temían un derrumbamiento que no se produjo. Atxulo le dijo al portero que era escultor para justificar los ruidos de la excavación. La tierra extraída era almacenada en sacos en el semisótano, situado muy cerca de la iglesia de los jesuitas y de la embajada de Estados Unidos.
![](https://static.abc.es/media/infografias/2023/12/004-atentado-carrero/004-atentado-carrero-desktop.png?v=1702553117941)
El túnel trampa
La excavación comienza el día 7 de diciembre participando los cuatro componentes del comando trabajando por turnos.
Los terroristas se hacen pasar por escultores para no levantar sospechas por los ruidos y olores.
Llevan el cable hacia la calle Diego de León sujetándolo con cinta aislante a otros tendidos existentes en la fachada.
Calle
Diego
de León
Unos
80 kg de explosivos
7 m
Calle
Claudio
Coello
7 m
Alrededor de los explosivos se colocaron sacos para dirigir la deflagración
Antes de la explosión se tapona la entrada al túnel para aumentar. el poder de la explosión
Calle de
Maldonado
![](https://static.abc.es/media/infografias/2023/12/004-atentado-carrero/004-atentado-carrero-movil.png?v=1702553118476)
El túnel trampa
La excavación comienza el día 7 de diciembre participando los cuatro componentes del comando trabajando por turnos.
Los terroristas se hacen pasar por escultores para no levantar sospechas por los ruidos y olores.
Llevan el cable hacia la calle Diego de León sujetándolo con cinta aislante a otros tendidos existentes en la fachada.
Calle Diego
de León
Calle
Claudio
Coello
7 m
7 m
Unos
80 kg de explosivos
Antes de la explosión se tapona la entrada al túnel para aumentar. el poder de la explosión
Calle de
Maldonado
Argala, vestido con un mono azul, apretó el pulsador que accionaba la bomba desde una escalera apoyada en la pared. Los explosivos habían sido robados en Hernani y fueron entregados al comando en la estación de ferrocarril de Burgos. Desde allí, fueron transportados a Claudio Coello. Kiskur, situado en la acera, dio la señal. A los pocos segundos de la brutal explosión, ya estaban en el coche en el que Atxulo les aguardaba. La hija del portero del inmueble resultó herida, como varios viandantes. Los tres etarras emprendieron su huida hacia un piso franco, proporcionado por Forest, en el que permanecieron casi un mes hasta que los controles policiales se relajaron. Luego se refugiaron en Francia, donde ya estaban Ezkerra y Wilson.
Aquel 20 de diciembre la ciudad estaba tomada policialmente no por temor a un atentado de ETA sino porque era la fecha marcada por el Tribunal de Orden Público para juzgar a los dirigentes del sindicato clandestino Comisiones Obreras. El proceso fue aplazado sólo por unas horas. Camacho, Sartorius, García Salve, Saborido y otros fueron condenados a duras penas de cárcel. Durante unas horas temieron por su integridad física, pero el inspector que les custodiaba en las Salesas les aseguró que les protegería a riesgo de su propia vida.
ETA, reforzada
![Imagen de archivo de la comparecencia de ETA nueve días después del atentado de Carrero Blanco](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/17/carrero4-k5LG--624x350@abc.jpg)
Cinco meses después, el boletín proetarra 'Zutik' apuntaba que «la ejecución era un acto de justicia revolucionaria de la clase trabajadora» y enfatizaba que era «un paso hacia la liberación del pueblo vasco». La banda se definía como una organización marxista-leninista que aspiraba a la independencia de Euskadi y los territorios en Francia. Ni los etarras ni sus cómplices respondieron por el crimen porque la ley de Amnistía de 1977 les eximió de responsabilidades penales. Algunos como Wilson decidieron dejar la lucha armada, pero no fue el caso de Argala. Cinco años después del atentado, fue asesinado al estallar una bomba bajo su coche, un Renault naranja aparcado junto a su casa en Anglet. Era la venganza de antiguos agentes del SECED, que contaron con la ayuda de extremistas de la OAS y de los neofascistas italianos.
Todavía se formula la pregunta de si la muerte de Carrero facilitó la Transición
Ha transcurrido medio siglo después de aquel magnicidio y todavía se formula la pregunta de si la desaparición de Carrero aceleró el final del franquismo y facilitó la Transición. No hay una respuesta a este interrogante, pero sí se puede afirmar que el atentado puso en evidencia la debilidad del régimen y acentuó el declive físico del general Franco. Probablemente, Carrero hubiera sido un obstáculo a los planes del nuevo monarca, pero no habría podido impedir las reformas. En cuanto a la autoría y salvo nuevas revelaciones, todo indica que fue ETA y solo ETA quien asesinó al almirante, cuya memoria se ha difuminado para las generaciones que nacieron tras la muerte del dictador.
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