La rebelión de Vox Baleares martiriza al PP: ¿quién es el socio ahora?
La crisis entre los cinco diputados díscolos y la dirección nacional obliga a nombrar ya un nuevo presidente del Parlamento regional y dificulta aún más la gobernabilidad del archipiélago
Un informe advirtió a Abascal que su líder en Baleares le grababa
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Gabriel Le Senne, expulsado por los 'rebeldes' de Vox Baleares: «Han secuestrado al grupo parlamentario»
La presidenta balear del Partido Popular, Marga Prohens
Nadie sabe qué puede pasar ahora en el Parlamento balear. En apenas medio año de legislatura, el grupo de Vox Baleares ha reventado en pedazos y deja ahora en una inesperada y peculiar situación al Gobierno de la 'popular' Marga Prohens, que necesita al menos cinco diputados ... de los ocho que consiguió la formación verde en la cámara balear.
La situación es tan peculiar que todo el mundo, incluido el propio Partido Popular, se pregunta ahora con quién tienen firmado el pacto de Gobierno y sus 110 medidas que posibilitaron a Prohens gobernar en solitario: ¿Los rebeldes que siguen dentro del Grupo Parlamentario Vox Baleares pero han sido expulsados del partido? ¿Los afines a Madrid que siguen en Vox pero sin grupo parlamentario? ¿O ambos? La respuesta es un martirio.
Después de sortear dos grandes órdagos con la aprobación del techo de gasto y de los Presupuestos regionales, el Ejecutivo de Prohens parece abonado al más difícil todavía. De momento, a cortísimo plazo, tendrá que afrontar la elección de un nuevo presidente de la cámara autonómica.
La expulsión de Gabriel Le Senne por parte de un sector rebelde -pero mayoritario- de Vox Baleares le inhabilita para ser el segundo cargo más relevante de la Comunidad Autónoma porque debe estar adscrito a algún partido. Tampoco pueden serlo la todavía líder de Vox Baleares, Patricia de las Heras, o el diputado por Menorca, Francisco José Cardona, que se marchó voluntariamente del partido antes de que los rebeldes lo expulsaran tras la primera gran crisis en octubre.
Lo más probable es que el PP tenga que ceder y apoyar el nombramiento de algún díscolo de Vox como presidente de la cámara autonómica, posiblemente uno de sus líderes, Idoia Ribas o Sergio Rodríguez. Ésta será la primera prueba de fuego para los populares, que tendrán que negociar con los cinco rebeldes, cuya postura de fuerza se basa precisamente en ese número, cinco. Exactamente el mismo número de diputados que necesita Prohens para aprobar su programa de gobierno en el Parlamento.
Está por ver cómo actuarán los diputados díscolos sabiendo que, por un lado, tienen poder para mantener la presión sobre el Gobierno balear y, por otro, teniendo en cuenta que si la presidenta decide pulsar el botón nuclear e ir a elecciones, todos ellos se quedarían fuera de las listas de Vox tras su expulsión y sólo podrían intentar mantener su escaño formando un partido nuevo o resucitando alguno en estado durmiente.
También está por ver cómo se comportan los dos diputados expulsados ayer, Gabriel Le Senne y Patricia de las Heras. Ambos pasan ser no adscritos, así que apenas tendrán margen para intervenir o hacer propuestas. Pero su voto vale igual y, desde el Ejecutivo balear, se confía en que mantengan la buena sintonía que han tenido hasta ahora con las propuestas del Ejecutivo autonómico.
Ahora bien, tanto Le Senne como De las Heras responden a las directrices de Madrid, a quien siempre se han mantenido fieles. Y aquí entra otro actor relevante en el nuevo escenario, que es Santiago Abascal.
El pacto de legislatura se fraguó, básicamente, con la dirección nacional de Vox. Pero la rebelión triunfante del pasado mes de octubre cambió el panorama. El Ejecutivo de Prohens tuvo que empezar a negociar con los cinco parlamentarios rebeldes -Idoia Ribas, Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, Agustín Buades y María José Verdú-, que tomaron el control del grupo parlamentario al desobedecer las órdenes de Madrid y tumbar el techo de gasto. La dirección nacional prefirió negar la rebelión y la situación se recondujo con los rebeldes tomando las decisiones desde Baleares y teniendo el control de las cuentas en el archipiélago.
A finales de año, Vox Baleares apretó las clavijas al Gobierno de Prohens y le obligó a introducir medidas como la reserva de 20 millones para la libre de elección de lengua o el adelanto de la supresión del impuesto de Patrimonio si quería conseguir su 'sí' a los Presupuestos.
De aquello hace sólo un mes y ahora vuelve la marejada, sólo que esta vez los rebeldes han tensado la cuerda hasta romperla. Este lunes se consumó la 'purga' total y el sector díscolo expulsó a los dos únicos diputados que se mantenían fieles a Madrid, la líder regional Patricia de las Heras y el todavía presidente del Parlamento balear, Gabriel Le Senne sin dar más argumentos que para «estar más unidos». Lo hicieron sin el permiso de la cúpula y de forma unilateral.
Esta vez Vox nacional no negó la gravedad de la situación, atacó con dureza a los diputados rebeldes -los llamó «sujetos» que actúan por «ambiciones personales»- y anunció su expulsión del partido. Ahora los cinco ya están definitivamente fuera de Vox -antes lo estaban de facto- pero ahora queda por ver cómo se comporta la dirección general ante este nuevo escenario.
Cabe la posibilidad de que se mantenga la cordialidad con el Ejecutivo de Prohens, pero también existe la opción de que Abascal exija que se cumpla el acuerdo con sus diputados fieles que, paradójicamente, no son el grupo parlamentario de Vox, sino que han quedado como miembros no adscritos.
Su capacidad de presión, eso sí, parece menor, porque los dos recién expulsados -más Cardona-, sumados a los diputados populares se quedan a un diputado de la mayoría absoluta. Y todo eso contando con el que único diputado por Formentera mantenga su apoyo a Prohens.
Es un tema que no está en el candelero, pero sigue siendo un elefante en la habitación: el presidente del Consell de Formentera, Llorenç Córdoba, es el 'diputado 26' del PP después de encabezar la lista de Sa Unió, una coalición de derechas entre el PP y el partido local de la pitiusa menor, Compromís.
Hace unos meses, en plena crisis del PP con Vox, Córdoba puso en duda su apoyo y reclamó más dinero. Todos sus consejeros en Formentera le dieron la espalda, denunciaron que era un chantaje para conseguir sobresueldos y lo acabaron expulsando. De tal forma que Córdoba es ahora un presidente sin partido y un parlamentario teóricamente no atado a ningún compromiso, aunque de momento siempre ha apoyado al PP en las votaciones relevantes.