El PSOE se agarra al victimismo con Page como único crítico

El final del congreso socialista se produce en uno de los momentos más convulsos y difíciles para el partido de los últimos tiempos. Fundamentalmente por factores exógenos al cónclave que arreciaron con fuerza durante los días previos al mismo, especialmente el caso que ha terminado con la dimisión de Juan Lobato tras la exclusiva de ABC sobre los mensajes con Moncloa que llevó al notario para evitar que le salpicase la filtración de un documento confidencial que investiga el Tribunal Supremo (TS). Frente a ello, a lo que hay que sumar las acusaciones de cobro de mordidas por parte del comisionista Víctor de Aldama o las investigaciones judiciales abiertas a la mujer y al hermano del jefe del Ejecutivo, los socialistas han decidido envolverse con la bandera de un discurso victimista.

El viernes la vicepresidenta María Jesús Montero tildó de «golpista» a Alberto Núñez Feijóo, y ayer Santos Cerdán convirtió su informe de gestión como secretario de Organización en un discurso netamente político, algo que incomodó a algunas federaciones, que consideran que eso corresponde al secretario general. En él avaló la teoría del 'lawfare' o guerra sucia judicial contra el Gobierno aun sin mencionar el anglicismo, algo que sí hizo el secretario general de Comisiones Obreras (CCOO), Unai Sordo.

Junto a su homólogo de UGT, José María Álvarez, hizo una encendida defensa de Sánchez lamentando los ataques que recibe y que incluso ambos vincularon a medidas como el impuesto a la banca. Según Cerdán, los socialistas sufren una «campaña de mentiras» en la que desde la derecha se «tergiversan declaraciones, generan bulos, manipulan imágenes…». «Son las mismas mentiras de siempre, propagadas rápidamente con altavoces en programas de televisión en 'prime time', en programas de radio, en digitales, en tertulias, en canales de You Tube, en redes sociales o en columnas de prensa de toda la vida. Incluso en sede judicial, sí, también en sede judicial, eso lo sabemos muy bien, lo hemos vivido a lo largo de nuestra historia, antes cuando sufrimos persecuciones, cárcel y exilio», clamó. En ese momento, el plenario le ovacionó en pie.

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El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, convertido de nuevo en uno de los baluartes del PSOE sanchista, apuntaló ese enfoque victimista en las dos intervenciones que protagonizó en los dos primeros días de congreso. «Es el Gobierno que más ataques ha recibido», volvió a decir ayer, en un coloquio con Montero sobre desinformación.

Como en muchas ocasiones anteriores, y ausente el líder del PSOE de Aragón y expresidente de esa comunidad, Javier Lambán, correspondió a Emiliano García-Page llevar la principal voz discordante. El presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, acostumbrado a ese papel, lo manifestó con gran naturalidad en una multitudinaria comparecencia ante los medios justo después de asistir con el resto de líderes autonómicos del partido a un almuerzo con Sánchez, al que se le había convocado el viernes y que fue más bien un picoteo informal, de pie, según confirman fuentes del congreso. A la pregunta de qué tal había ido, García-Page se acogió al sarcasmo para contestar de manera literal: «Pues ha estado buena, que no suele ser habitual en este tipo de catering». Entrando en materia, García-Page lamentó que faltase mayor autocrítica en su partido y aseguró que «los españoles verían bien que en algún momento, hacia fuera, el PSOE pudiera decir que en algunas cosas nos podemos equivocar». «Eso, de entrada, no solo es humano, sino que además puede pasar que nos dé credibilidad frente a todas las acusaciones infundadas que se nos están haciendo», añadió. Preguntado sobre cuáles serían los puntos de esa autocrítica, García-Page señaló los acuerdos con Junts per Catalunya, a su juicio un partido «de extrema derecha y encima independentista», e incluso «xenófobo en algunos aspectos». O también el hecho de «tener que rendir cuentas con una organización como Bildu».

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Por la mañana, el partido quiso recuperar a los expresidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán tras el borrado en el caso ERE. «Gracias Manolo, gracias Pepe», dijo Juan Espadas, secretario general del PSOE andaluz y presidente del congreso. Ambos regresaron como invitados a un cónclave de Sevilla después de más de diez años y fueron ovacionados pese a que no han sido absueltos de todos los delitos por el Tribunal Constitucional y que nadie ha puesto en duda el desfalco que se produjo en las cuentas públicas andaluzas durante sus mandatos.

Al cierre de esta edición no había certezas sobre la composición de la Ejecutiva federal, salvo la continuidad de María Jesús Montero y de Santos Cerdán, si bien no está claro que la estructura sea la misma que durante los últimos tres años. Hoy, domingo, el congreso acaba con el discurso de Pedro Sánchez.