Príncipe de Vergara 109: Ciudadanos ya tiene sede para afrontar su vida después del Congreso

Se trata de una entreplanta situada en un edificio de oficinas con una extensión cercana a los 350 metros cuadrados, cuatro veces menos que la actual. El precio medio del alquiler de oficinas en la zona sitúa este tipo de inmueble en unos 10.000 euros de alquiler mensuales, lo que supondrá un ahorro significativo al partido liberal, que hasta ahora pagaba 40.000 por su sede situada en Ventas.

Allí no se trasladarán la mayoría de los trabajadores de la formación, pues hasta siete de ellos han sido despedidos este jueves y se espera que los despidos continúen a lo largo del viernes y del próximo lunes. En total, CS espera reducir su plantilla a la mitad y pasar de alrededor de cincuenta trabajadores a unos veinticinco.

Aunque la fecha para la mudanza no es definitiva, según las fuentes consultadas por este diario, se prevé completarla a finales de julio, justo coincidiendo con las elecciones generales del 23J, a las que no se presentará CS. El Comité Permanente de la formación, su dirección, prepara un «rearme» que quiere poner en marcha a partir de este verano para recuperarse tras el batacazo del 28M, la última de una serie de desdichas, e intentar volver de cara a las europeas del año 2024, donde el actual secretario general, Adrián Vázquez, podría ser el candidato.

La decisión inédita de no presentarse a las elecciones generales, algo que CS no había hecho desde su salto al panorama nacional en 2015, ha generado un fuerte malestar en ciertos sectores del partido y un cruce de acusaciones entre perfiles críticos y la ejecutiva de la formación, que defiende que lo mejor ahora mismo es dar un paso atrás.

Perfiles como el procurador de CS en Castilla y León, Francisco Igea, y el portavoz adjunto de CS en el Congreso hasta la disolución de las Cortes, Edmundo Bal, han cargado con vehemencia contra el Comité Permanente. Igea reclama la asunción de responsabilidades en la dirección tras perder la representación en todos los parlamentos autonómicos donde se celebraban elecciones en mayo —los liberales solo tienen ya presencia en Europa, Cataluña, País Vasco y Castilla y León—, mientras Bal exige una rectificación y que haya papeleta naranja el 23J para no dejar «huérfanos» a miles de votantes.

No parece que esto último sea posible porque una inmensa mayoría del Comité Nacional de CS, órgano competente para decidir a qué procesos electorales se presenta el partido, no es proclive a acudir esta vez a las urnas. Distintas voces, como Miguel Sánchez, último senador de CS en pie en la XIV Legislatura, han afirmado que, para no concurrir a los comicios, es mejor directamente «echar la persiana». En otras palabras, disolverse.

El partido ya había tomado la resolución de cambiar de sede antes de las elecciones de mayo, con la idea de trasladarse a una oficina más céntrica, con más cercanía a la ciudadanía, pero también más rentable tanto desde el punto de vista medioambiental como desde la perspectiva económica. Aunque los liberales sostienen que tienen fondos para pervivir incluso fuera de las instituciones, en una etapa en la que se prevé una merma de ingresos notable por la pérdida de representación institucional no tenía sentido mantener el emblemático edificio de la calle de Alcalá, cerca de Ventas, donde CS ha vivido momentos históricos.

En pocos años, el cuartel general de CS ha sido testigo de noches electorales de todo pelaje. Desde la histórica consecución de los 57 diputados de abril del 2019 hasta el duro varapalo sufrido apenas unos meses después, en la repetición electoral de noviembre, con la caída a diez diputados. Un nuevo hogar será ahora quien presencie de la mejor de las maneras si es viable o no la resurrección de un partido en la UCI. Este 23J, casi ocho años después de su irrupción nacional, Ciudadanos desaparecerá oficialmente de la Cámara Baja. La dirección confía en que sea un hasta luego, y no un adiós.