Perfil
Inés Arrimadas, la voz de España en Cataluña que se apagó en Madrid
La expresidenta de Ciudadanos deja la política tras una década de lucha contra el nacionalismo y años después de hacer historia ganando las elecciones que abortaron el 'procés'
Su adiós en el Congreso: «Gracias, ha sido un honor»

Inés Arrimadas García (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1981) se marcha de la política con el honor de haber inscrito su nombre en un renglón importantísimo de la historia de España. En 2017, en el otoño caliente del 'procés', lideró la ... oposición al separatismo en las horas más oscuras vividas en el Parlamento catalán, cuando el Gobierno autonómico de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras asomó a Cataluña al abismo.
Después del 6 y 7 de septiembre con la aprobación de las inconstitucionales leyes de desconexión, del 20S con el asedio a la Consejería de Economía catalana, del 1-O con el referéndum ilegal separatista y del 27 de octubre con la declaración unilateral de independencia; después de todo eso, vino el 21 de diciembre.
Arrimadas, la líder en Cataluña de Ciudadanos (CS), se convirtió en la primera persona en ganar al nacionalismo en las urnas en las elecciones catalanas. El 'Ara sí, votarem' que Ciutadans entonó como lema aquella campaña se convirtió en un grito de constitucionalismo, de españolidad, que rompió la espiral de silencio que hacía pensar que catalán e independentista eran sinónimos. Ya no.
«No hay mayor honor que haber representado a los españoles en un momento crucial», ha dicho este jueves, en la sala de prensa del Congreso, donde ha querido cerrar una etapa en política llena de luces y sombras: «Gracias, ha sido un honor», ha insistido. Reacia a mostrar en público sus sentimientos, introvertida pese a ser una brillante oradora, ha contenido la emoción en su despedida y apenas ha asomado en ella un amago de dejarse llevar por la tristeza –y el agradecimiento– cuando, uno a uno, ha mencionado a sus trabajadores más estrechos en estos años: Gema, David, Andrea, Jorge, Pedro, Pilar y Susana.
También se ha acordado de su antecesor, Albert Rivera, pese a la distancia que se abrió entre ellos desde que asumió el liderazgo de Ciudadanos. De sus actuales compañeros solo ha mencionado a uno, al «mejor portavoz y diputado», Guillermo Díaz, que ha sido este jueves el único parlamentario que la ha acompañado en el mal trago, como sucede desde su disputa con su otrora escudero, Edmundo Bal.
Quienes la han conocido estos años la definen como una persona metódica, calculadora y de inmensa capacidad de trabajo, pero también como alguien que si bien no es fría, sí peca de un exceso de desconfianza y es «conservadora» en el ejercicio de su liderazgo. Nunca ha tenido una relación estrecha con la prensa, pero este jueves no ha dudado en reconocer su trabajo y desear suerte a los informadores presentes en el Congreso.
Madre de dos hijos, Álex y Marc, siempre ha dicho que son lo más importante de su vida. En su última etapa política ha reivindicado medidas que avancen hacia la conciliación y un feminismo alejado de la doctrina de Irene Montero. Precisamente, hace unos meses se mudó a su Jerez natal para estar cerca de su familia y tener su ayuda con los pequeños. También se volcó en la ley de ELA (esclerosis lateral amiotrófica), cuyo decaimiento, al disolverse las Cortes, es para ella una espina clavada.
Futuro profesional
Ahora, se plantea si volver a su antigua empresa, D'Aleph, donde ejercía de consultora, o escuchar alguna otra oferta que tiene sobre la mesa, siempre fuera de la política. Ella misma había llamado a los suyos, en enero, a desoír los «cantos de sirena» del PP y ha prometido en los últimos meses, por activa y por pasiva, que su futuro político iba a estar en CS o en ninguna otra parte.
La estrella de Arrimadas, la voz del constitucionalismo en Cataluña durante tanto tiempo, se empezó a atenuar cuando asumió las riendas de Ciudadanos en la peor pandemia del último siglo. Cuando Rivera dimitió el día después del 10N, en el inicio del fin de CS, todas las miradas se posaron en ella como la heredera natural en el partido, a pesar de que estaba embarazada de su primer hijo. «Le llegó en el peor momento», dice alguien muy cercano a ella.
Arrimadas nunca ambicionó el liderazgo de la formación, sostienen varias fuentes de su entorno, y su deseo era vivir una larga legislatura como portavoz mientras Rivera, con 57 escaños, se convertía en el líder de la oposición al sanchismo. No fue así; hubo repetición electoral en 2019, y el castillo de naipes de Ciudadanos se derrumbó sin remedio.
Ella se impuso en las primarias a Francisco Igea el 8 de marzo del 2020, Día Internacional de la Mujer, coincidiendo con las masivas manifestaciones que convivían ya con el Covid-19. El siguiente fin de semana CS anuló su Asamblea General y el Gobierno decretó el estado de alarma por el coronavirus. Arrimadas optó, pese a las dudas, por respaldar las seis prórrogas que solicitó Sánchez en el Congreso y aquello levantó el primer conato de rebelión interna, con ella de baja por maternidad.
Seguirá viviendo en Jerez, adonde se mudó hace unos meses, y se incorporará al sector privado, aunque aún no ha decidido qué hará
La negociación de los Presupuestos Generales del Estado incendió aún más el descontento y su liderazgo se cuestionó desde ciertos sectores del partido que veían un error ofrecer una alternativa a Sánchez para tratar de desprenderse de los nacionalistas. Los comicios catalanes, en los que CS perdió treinta escaños tras su 'abandono' de la comunidad autónoma, supusieron su primer momento convulso. La reacción, buscar un golpe de efecto con una moción de censura en la Región de Murcia que le diese a Ciudadanos la presidencia en una alianza con el PSOE, fue el colmo.
Perdió ese Gobierno tras la traición de tres diputados y el de la Comunidad de Madrid por el adelanto electoral de Isabel Díaz Ayuso. En las sucesivas elecciones se repitieron las réplicas del terremoto: un procurador en Castilla y León, cero en Andalucía. Arrimadas dio un paso a un lado con una refundación que culminó en enero, cuando cedió el liderazgo a una bicefalia, Adrián Vázquez y Patricia Guasp, que tampoco ha revertido la situación. El 28M fue la confirmación de que ya todo es demasiado tarde para Ciudadanos. Su última esperanza, azote del 'procés', ha dicho adiós tras no haber sabido reflotar un barco a la deriva.
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