LAS CLAVES DEL 21-A
La hegemonía local y los jóvenes vascos aúpan a Bildu
Los abertzales se postulan, por primera vez, como una alternativa real al PNV ante la descomposición de la izquierda alternativa al PSOE y la menor influencia en el electorado de su pasado vinculado a ETA
El PNV se aferra a un modelo de investidura que lastrará a Bildu
Aurresku en un acto reciente de Bildu en Vitoria
Lo primero que se encuentra el visitante que llega a la localidad guipuzcoana de Aduna es una gran rotonda en la que está dibujado un mapa de Euskal Herria y, debajo, pintada en grandes letras la palabra «Independentzia». Unos metros más atrás, un cartel ... señala que el municipio «vive en euskera» y otro apunta que la localidad está en Euskal Herria. En la balconada del ayuntamiento ondean al aire la enseña del pueblo y la ikurriña, la bandera vasca. ntre ambas, cuesta reconocer la española, porque, a diferencia de las otras dos, está enrollada sobre sí misma y hay que fijarse bien para percatarse de que, efectivamente, también está presente. En muchas de las casas también hay colgadas ikurriñas de diferentes tamaños y algunas otras banderolas que reclaman el retorno de todos los presos de ETA al País Vasco.
En Aduna, un pueblo de 469 vecinos según el último censo, no sólo la alcaldesa es de Bildu, sino que toda la corporación municipal pertenece a la formación soberanista, desde los dos tenientes de alcalde hasta el resto de los concejales. Aduna es solo un ejemplo de los muchos municipios vascos en los que las formaciones constitucionalistas tienen muy complicado cosechar votos. Prácticamente los que consiguen Partido Socialista de Euskadi (PSE) y PP son residuales. Y no digamos ya Vox. Sumar, al ser más ambivalente, podría llegar a rascar algún sufragio, pero normalmente su espectro de izquierdas es fagocitado por Bildu en este tipo de municipios. Y eso, unido a que el voto de los jóvenes se está decantando cada vez más hacia Bildu por el desgaste del PNV, hace que la posibilidad de 'sorpasso' de los soberanistas a los peneuvistas sea más factible que nunca. Así lo vaticina el último sondeo del CIS.
Las elecciones vascas de la próxima semana se presentan como las más abiertas de los últimos años y las primeras en las que una opción electoral de la izquierda abertzale parte con posibilidades de obtener el mayor número de escaños. EH Bildu llega a la cita como alternativa real a décadas de gobiernos liderados por el PNV (con el paréntesis del pacto PSE-PP de 2009-2012) gracias a un crecimiento sostenido y a diferentes factores que operan a su favor en el actual momento político.
Bildu inició su andadura en 2011 como una coalición entre Sortu (la izquierda abertzale original), Eusko Alkartasuna y Alternatiba. Posteriormente se unió Aralar para conformar EH Bildu. A partir de ahí su base social y su electorado potencial han ido creciendo de manera sostenida. Tras su eclosión en 2011, cuando logró gobernar Guipúzcoa, logró casi 278.000 votos en las autonómicas de 2012. A partir de ahí, con algunos altibajos, ha mantenido su nivel de apoyo hasta superar los 290.000 sufragios en las forales del pasado año, lo que augura un resultado histórico en los próximos comicios, que podría traducirse incluso en una victoria en escaños.
Aduna está tranquilo en el 'hamaiketako', la hora tradicional del almuerzo vasco. Ainhoa, una joven del pueblo de 29 años, cruza por la plaza del ayuntamiento en dirección al dentista. Cuando el visitante le comenta que está haciendo un reportaje sobre el tirón de Bildu entre los jóvenes, ella responde con determinación: «Pues yo misma te puedo ayudar, porque pienso votar a Bildu«. Ella es una de las muchas votantes de la franja entre 25 y 44 años que votará a la coalición soberanista el próximo domingo 21. Según la estimación que el CIS hizo pública esta semana, más del 37% de los votantes de esa franja de edad depositará la papeleta de EH Bildu, hasta quince puntos por encima de los que elegirán al PNV. El candidato de Bildu, Pello Otxandiano, gana también entre los más jóvenes (18-24 años), acumulando el 30% de estos votos, unos cinco puntos más de los que se inclinan por el peneuvista Imanol Pradales
Nuevos candidatos
La renovación de los candidatos es uno de los factores clave de esta campaña. En el caso de Bildu, una vez despejado el horizonte judicial de su líder, Arnaldo Otegi, optó por buscar una cara nueva para un discurso renovado, un representante de una nueva generación sin vínculos con un pasado que aún pesa en una parte de la población. EH Bildu colocó a Pello Otxandiano como aspirante a lendakari, un candidato de 41 años, que no había ocupado ningún cargo en la izquierda abertzale cuando existía ETA. «Otxan tiene buena pinta, es de otra generación y, por tanto, no tiene los vínculos con el pasado que puede tener Otegi», defiende la joven de Aduna.
Aunque la sombra de ETA sigue siendo todavía alargada en EH Bildu, es evidente que ha descendido notablemente su peso en las decisiones del electorado, sobre todo en el más joven, que no sufrió el terrorismo. Desde que ETA dejó de matar en 2011, alrededor de 220.000 jóvenes se han incorporado al cuerpo electoral vasco, algo más del 12 % del censo. El posicionamiento respecto a la banda terrorista sigue siendo un asunto incómodo para EH Bildu, pero su efecto electoral está prácticamente descontado.
A escasos kilómetros de Aduna está la localidad de Villabona. No es un municipio tan pintoresco como el primero, es más grande y está encajonado entre el río Oria y la carretera Nacional I. Su alcaldesa también es de Bildu y se pueden ver herriko tabernas que recuerdan a las de épocas pretéritas. No en vano, hasta el propio Otegi reconoció que no es fácil «hacer virar el trasatlántico» sin que se rompa. Así lo expresa el líder de Sortu para justificar la lentitud con la que la izquierda abertzale transitó de apoyar a ETA a dedicarse única y exclusivamente a la política. Un proceso en el que evitar la ruptura se convirtió en una obsesión y que culminó con éxito. Aunque de vez en cuando se siguen realizando guiños al colectivo de los presos de ETA, como hace unos días en la Korrika –la carrera en favor del euskera–, en la que Bildu recorrió unos kilómetros mostrando fotos de etarras, tal y como denunció el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).
Socio sólido del PSOE
Pese a todo, EH Bildu es actualmente uno de los socios más sólidos del Gobierno de España, que preside Pedro Sánchez. Hace no demasiados años esta afirmación se habría tachado de disparate, pero la apuesta de la izquierda abertzale por abandonar la pancarta y hacer política real le ha llevado a este punto. Y, además, lo rentabiliza. Aitor y Amaya son una matrimonio joven que pasea con sus dos hijos y la madre de este por la calle mayor del pueblo. Preguntados acerca de a quién van a votar, contestan como si la pregunta fuera de perogrullo: «A Bildu, ¿a quién vamos a votar?» Amaya argumenta: «Ahora mismo desde Bildu cierran acuerdos en torno a asuntos sociales importantes, como la vivienda, la igualdad o el salario mínimo, entre otros muchos». El discurso identitario y reivindicativo ha sido acompañado por una atención preferente por los asuntos sociales y por la defensa de una influencia real en la política para lograr esos objetivos. Una apuesta que también le sirve para ampliar su base electoral.
Además, el auge de EH Bildu coincide con un acusado desgaste del PNV, que se puso en evidencia en las elecciones municipales y forales del año pasado. La pandemia afloró un problema que ya venía de antes, el declive de la calidad del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza), una de las joyas de la corona del autogobierno vasco. Por ahí se abrió una grieta en la reputación de 'buen gestor' del PNV, cuyos sucesivos gobiernos tampoco han podido atajar otros problemas que acucian a los vascos, como el disparatado precio de la vivienda.
Podemos, que podría hacerle frente en temas sociales y que llegó a ganar en la zona en las generales de 2015 y 2016, está en decadencia, como demostraron las elecciones municipales y forales de 2023. Tanto es así que hasta Pablo Iglesias ha reaparecido en la campaña vasca para intentar frenar la desaparición del partido. No en vano, el hecho de no haber logrado un acuerdo con Sumar, y presentarse en dos candidaturas no permite pensar que este espectro político –colindante ideológicamente con EH Bildu– se pueda recuperar, con lo que parte del electorado puede refugiarse en una opción de izquierda sólida como la abertzale.
Por último, los jeltzales han tratado de frenar el desgaste entre la gente joven con la renovación de su candidato. Según el último CIS, el PNV se sigue imponiendo a Bildu en los grupos de mayor edad, aunque la diferencia pende de un hilo en los colectivos entre 45 y 74 años, donde el margen entre ambos partidos oscila entre uno y tres puntos porcentuales. Así, es la población mayor de 75 años la que puede salvar a Pradales de caer derrotado en la pugna entre nacionalismos. Habrá que ver, por tanto, si logra renovar ilusiones y aguantar el tirón de Otxandiano porque de ello dependerá también las posibilidades de victoria de EH Bildu.