Marta, de cuidadora de ancianos ejemplar a asesinar y quemar a su vecina por una derrama

El cadáver de Pilar Moreno, de 68 años y vecina de Carabanchel, sigue sin estar identificado oficialmente y está custodiado dentro de una cámara frigorífica del Instituto de Medicina Legal de Toledo

La Policía Científica, este jueves, en la zona de la escombrera. La víctima, Pilar Moreno MANUEL MORENO // Vídeo: Atlas

En la tercera planta del número 64 de la calle de la Oca, en Carabanchel, se vivía desde hacía casi medio año una calma chicha tras la que, en realidad, se estaba fraguando una tragedia. De lo más absurda. La recientemente elegida presidenta de la comunidad de vecinos quería poner las cosas en orden. Había una derrama con la compañía eléctrica Iberdrola de unos 10.000 euros, a cuenta de la calefacción y la caldera del agua.

Pero una joven alquilada de esa misma planta, Marta Carretero Huertos, española de 34 años, daba pares y nones para ponerse al tanto de su deuda. Que no tenía que ser especialmente grande: debía ocho mensualidades, alrededor de 250 euros si se divide el gasto total entre los 40 pisos del inmueble.

Las rencillas entre ella y la presidenta, Pilar Moreno, de 68 años y que vivía sola, venían de meses atrás. Quería cuadrar cuentas pero Marta sólo sabía poner excusas. Hasta que la semana pasada le contestó: «Vale, quedamos el viernes para ir al Ibercaja de aquí al lado y lo solucionamos».

El jueves, a las 4.50 de la madrugada, encontraron un cadáver totalmente carbonizado en una escombrera de Las Ventas con Peña Aguilera, en Toledo, a 115 kilómetros de la calle de la Oca. Unos minutos más tarde, un médico forense del Instituto de Medicina Legal de esta provincia emprendía el viaje hasta ese solar rodeado de encinas, cuyos dueños originales habían dejado las llaves, años atrás, a la familia de Marta.

Sus parientes en este pequeño pueblo de 1.200 habitantes aún no se pueden creer lo que (presuntamente) ha hecho esta chica «ejemplar», como la definen quienes la conocen. A falta del ADN, porque el cuerpo está irreconocible, los investigadores del Grupo V de Homicidios saben que es Pilar. La sospechosa, que este sábado pasó a disposición judicial tras ser detenida el jueves, reconoció los hechos.

A la supuesta autora la recuerdan en Las Ventas con Peña Aguilera de su etapa en los servicios sociales del pueblo, atendiendo y limpiado casas de personas con dependencia. «Era trabajadora y atenta, ninguna pega por nuestra parte», recuerda el hijo de una usuaria.

La roció con dos bidones de gasolina

La reconstrucción del crimen aún tiene lagunas. Lo que se sabe (o se cree) es que Marta asesinó a Pilar probablemente el viernes 24 de febrero en su propio domicilio. Nunca llegaron a la sucursal bancaria. La autopsia aún no ha podido determinar cómo la mató, pero sí que utilizó un combustible como acelerante (compró dos bidones de gasolina en una estación de servicio de al lado de su casa, en el pueblo) y le metió fuego en la propia escombrera.

Ya habían pasado días desde que el lunes se denunció la desaparición ante la Policía Nacional. «Un caso de alto riesgo», se mascullaba entre los investigadores porque había muchos elementos para pensarlo: en casa de Pilar estaba su teléfono móvil, la cartera, su documentación... La luz seguía encendida. Todo muy sorprendente porque era una mujer metódica, seria, sin enfermedad alguna que hiciera pensar en que se podría haber desorientado en la calle.

Fachada del Instituto de Medicina Legal de Toledo, donde se encuentra el cadáver MANUEL MORENO

Las piezas encajaron pronto. Desde ese mismo lunes, la Policía se movía por Las Ventas con Peña Aguilera, un pueblo muy pequeño que ni siquiera tiene policías locales ni puesto de la Guardia Civil. Acababan de celebrarse los carnavales y Marta había cogido un coche familiar para utilizarlo en el traslado del cuerpo.

Lo metió en una maleta tipo 'trolley', aprovechando que Pilar apenas medía 1,47 y pesaba 45 kilos. La sacó el lunes pasado de su casa, del bloque de vecinos, y la metió en el coche. Hasta la noche del miércoles al jueves no la tiró en la escombrera a las afueras del casco urbano del pueblo que había dejado unos meses antes para vivir en Madrid.

Abandonó el cadáver quemado dentro de una zona vallada y junto a unos viejos enseres, en un solar al que se llega andando o en automóvil por una tortuosa y ancha vereda. Denominada camino del Chorrito, conduce a un conocido etnomuseo situado un kilómetro más arriba de la escombrera y en el que se representan las viviendas que usan los pueblos indígenas de Siberia y Asia Central.

Catorce años del caso del joyero

Los restos carbonizados siguen sin identificar debido a su gran deterioro por el fuego y se encuentran dentro de una cámara frigorífica del Instituto de Medicina Legal de Toledo, donde se custodian desde que llegaron durante la mañana del jueves.

A bote pronto, hay que remontarse catorce años, al 8 de marzo de 2009, para recordar en esta provincia un homicidio con un cadáver carbonizado: el de Eduardo Gómez, un joyero de 40 años y vecino de Moral de Calatrava (Ciudad Real), que fue hallado en un camino de la localidad toledana de Villafranca de los Caballeros dentro del maletero de su coche, al que prendieron fuego.

Desde el jueves, los forenses están realizando un examen antropológico al cadáver de la escombrera, del que también se han tomado muestras de ADN. Éstas han sido enviadas al Instituto Nacional de Toxicología para cotejarlas con otras indubitadas tomadas a familiares de Pilar por parte de la Policía Nacional.

Es probable que esta semana que entra se confirme oficialmente que el cadáver quemado es el de Pilar y determinar también qué día falleció a manos de Marta, cuya experiencia homicida duró muy poco. Fue detenida horas después de cometer presuntamente este atroz crimen, cuyas diligencias están declaradas secretas por el juzgado instructor.

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