LAPISABIEN
«Señol Jezú, siempre solo»
Después la noche. Peláez desaparece en un taxi por Princesa. Me hago un 'tinder'
La primera nieve
![Platos coreanos en la embajada del país asiático](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/11/21/35860855-RiKmlOnL7nlAiSILLn58TEK-1200x840@diario_abc.jpg)
Mi momento de paz llega a la noche, en un coreano de Moncloa, por donde hay un gato sonriente y un televisor con cine clásico en modo 'mute'. Curiosa mezcla. Me aparco con la mochila, y las miasmas y las jindamas de la España ... actual 'me se olvidan'. Es mi despacho, al modo y la forma de un mafiosillo de los de Scorsese en Little Italy.
El otro día hice que me convidara allí, en ese oasis kitsch y decadente, José Peláez. Peláez, maestro de la prosa descubierta para gozo del mundo después de los 25, buen amigo, llegó antes. Le preguntó al dueño, que chapurrea mal a conciencia el español, si conocía a un tal Jesús.
«Uno con gorra americana y gafas», precisó. Se llevó por respuesta un «Jezú, Jezú... Gorra... Yo no conocel». Aparezco a los cinco minutos y el coreano me saluda con un «bienvenido señor Jezú». Solo le faltó limpiarme los pies bíblicamente. Peláez se ríe, se mece la barba, con esa guasa trianera que gastan los pucelanos de ley. Todo entre Berlanga, el Quijote y Yoo Jae Suk.
El bien hallado del coreano, después de sus parabienes, se mete en su cocina, que da a un patio donde ladran unos perros ocultos en la penumbra. O ladraban. Cosa que me viene dando igual porque fuera de Castilla la Vieja o de San Isidro soy vegano por desengrasar.
A la media hora, con el garito vacío, nos toma nota, con la cara colorada, que se ve que el amigo asiático le pega a un orujo coreano de 'cuyo nombre no quiero acordarme', y le suelta a Peláez que yo siempre ando solo. Que no tengo amigos. Que ceno pepino en salsa de curry y cerveza 0.0 todos los días, excepto fiestas de guardar, que almuerzo tofu picantón. El pobre coreano, viendo que se me saltan las lágrimas, intenta 'desfacer' el entuerto aun manteniendo su tesis, y Peláez, desovado, le contesta imitando a Carlos Herrera que yo tengo «muchas amigas, 'señoraaaa'.»
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El otro insiste que no, que soy un 'solateras', que siempre pido lo mismo. Como dando a entender el muy cabrito que soy un pobre solterón, triste y con gorra, aparte de un animal de costumbres.
Después la noche temprana. Peláez desaparece en un taxi por Princesa. Engancho el wifi y empiezo a hacerme un 'tinder' hasta que el sueño, milagro, me vence. Soledad. 'Criatura primorosa que no sabe que es hermosa. Ay mi soledad...'
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