LAPISABIEN
Muerte de un librero
Los pobres escritores deben ser tertulianos. Con esa pena de papel
El crack
Van cerrando librerías como va cerrándose mi corazón. Ida la burbuja necesaria de la Feria del Libro, cada tanto me llega un lamento por el cierre de una librería.
De las pequeñas y bien surtidas, de aquellas en las que el librero es ... un faro de costa en estos mares procelosos, que son el vivir en la ciudad cada vez menos culta.
Madrid debe proteger aún más si cabe esas librerías de barrio. Darle una figura de protección y no una placa de esas que sólo recuerdan melancolía.
Pero la realidad es ésta. Los cines se han convertido en mítines subvencionados y muchas librerías en células políticas. Y hablo de Madrid, que es lo que mejor conozco.
Ese dolor no se va con nada, pero muchos empingorotados quieren hacernos pasar las librerías, todo ese universo, por un mundo plagado de rancidez. Ellos, que con una tableta arreglan todo...
A mí me duelen los libreros que con cincuenta años se han quedado huérfanos de horizonte en la ciudad de las franquicias. Ya Ángel Antonio escribió de esto, y le dije, en nuestras claves, que se me van muriendo librerías como no se me mueren folclóricas los domingos.
Esto de cantar lo ido y lo perdido no es nuevo, pero la librería siempre vertebraba al barrio liberal. Quizá amaneciera con pintadas de ultra de un sesgo y de otro. Pero no se amedrentaba,
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Los pobres escritores deben ser tertulianos, y los libreros, muertos en vida. Con esa pena de papel por la que va muriendo España. En mi Madrid siempre se iba de librerías, de viejo y del común, leíamos mucho y gastábamos lo justo. Así nos va. A la ciudad y a nos.
Hemos dejado morir a los quiosqueros y a los libreros. Recojamos los frutos....
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