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Fin a un quebradero de cabeza urbanístico

Una nueva vida para el viejo hospital de Santiago veinte años después

La compra del histórico inmueble, en pleno centro histórico de la capital gallega, por parte de un grupo inversor, que proyectará una residencia universitaria, promete poner punto y final a dos décadas de abandono y problemas legales

Arquitectura y modernidad: una ruta por Santiago

La fachada del viejo hospital de Santiago de Compostela, en una imagen de esta semana Miguel Muñiz

Jacobo León

Santiago

Dos de junio de 2003. Poco antes de las diez de la mañana, un paciente recibe su tratamiento oncológico en la unidad de cobalto. Durante cuarenta años, esta unidad fue la punta de lanza en la lucha contra el cáncer en Santiago de Compostela. Miles de personas transitaron por sus pasillos en busca de una cura para su enfermedad. Sin embargo, la consulta de aquel paciente en concreto no fue solo la despedida del servicio de radioterapia, sino el cierre definitivo de las instalaciones. Ahora, tras veinte años y varios intentos y debates fracasados sobre a qué dedicarlo, parece que el edificio por fin tendrá una nueva vida. Volverá a albergar camas e internos, pero ya no para pacientes, sino para estudiantes. La idea es convertir el antiguo hospital en una gran residencia universitaria.

El Hospital General, ubicado en la calle de Galeras, cesaba en 2003 su actividad, completándose así el traslado del servicio hospitalario de la capital gallega hacia la zona de Choupana y Santa Marta. Allí se inauguró, el 3 de septiembre de 1999, el Hospital Clínico. El nuevo centro recibió a los casi 300 hospitalizados que todavía se encontraban en el Hospital General, en traslado en el que participó el Ejército. El último de ellos, un bebé recién nacido.

Repercusión en el entorno

Aunque su construcción comenzó en 1920, el Hospital General no abrió sus puertas hasta 1953, tomando la alternativa al entonces Hospital Real de los Reyes Católicos, que pasó a operar como hostal. La apertura supuso un impulso importante para el barrio, que históricamente había vivido del cuero, la agricultura y las aguas del río Sarela, fundamental para el oficio de lavandera. El edificio, de seis plantas, tres bloques y 14.530 metros cuadrados, comenzó a recibir enfermos, hacer curas de urgencia, clasificar pacientes y atender a personas sin recursos, en una época en la que la actual Seguridad Social todavía no existía. Al mismo tiempo, el magnetismo del nuevo recinto aglutinó de manera gradual a su alrededor edificios, comercios y varias construcciones estratégicas, como el estadio de Santa Isabel. También creció el hospital, en recursos, servicios y calidad de la atención. En sus instalaciones se realizó, en 1988, la primera operación a corazón abierto en Compostela. Sin embargo, el recinto terminó por quedarse pequeño ante el incremento de la demanda de atención médica. En mayo de 1993, se colocó la primera piedra del actual Hospital Clínico. Y, con ello, se puso fecha de caducidad del emblema de Galeras. Empezaba el declive del edificio y también un serio problema urbanístico.

La parte trasera del viejo hospital de Santiago de Compostela, en una imagen de esta semana Miguel Muñiz

Desde su clausura, el edificio sufrió un profundo proceso de deterioro, salpicado de problemas legales y quejas vecinales ante la dificultad de otorgar un nuevo uso al hospital, que había servido, durante décadas, como centro neurálgico y principal catalizador del desarrollo y la vida de la zona. El inmueble alcanzó tal nivel de degradación que el propio Concello lo declaró en ruinas, a pesar de los numerosos esfuerzos por revitalizarlo. Ahora, su reciente compra, materializada esta semana, por parte de la gestora de fondos de inversión, Bestinver, emerge como una nueva oportunidad.

El propósito es crear una moderna residencia universitaria basada en el concepto 'new living', a través de Smart Students Housing. La adquisición se cerró por unos 11 millones de euros, poniendo punto final al litigio existente entre su anterior comprador, Asteriscos Patrimonial, y la Universidade de Santiago de Compostela (USC), desde enero de 2022. Una firma que podría escribir el último capítulo de una narrativa que se extendió más de lo esperado.

Batallas judiciales

Tras su cierre y la demolición de buena parte de su estructura, obra que costó alrededor de dos millones de euros, el edificio, en manos de la USC, cayó en el olvido, vallado y desvalijado a causa de la actividad de vándalos y ladrones. Las primeras opciones que se barajaron para mantenerlo activo incluyeron apartamentos para la tercera edad, una residencia de estudiantes, un hospital privado, un centro de atención especial, plazas de hotel, supermercados o la venta a la Administración Pública para uso institucional. Sin embargo, todas las ofertas acabaron retiradas o rechazadas, ya fuera por el estado de deterioro del recinto, por no cumplir las expectativas de la universidad o por el conflicto que suponía con el planeamiento urbanístico de la ciudad.

La venta definitiva del inmueble no se produjo hasta 2017, tras dos subastas públicas que quedaron desiertas, un proyecto de residencia de mayores con apartamentos tipo 'cohousing' y múltiples servicios que tampoco fructificó, y la modificación del Plan General de Ordenación Urbanística, realizada durante el mandato de Martiño Noriega. Este cambio amplió las posibilidades de la parcela y liberó su uso comercial, siempre y cuando la mitad del inmueble fuese destinado a proyectos de interés público, instante en el que se recuperó la idea de establecer una residencia o un centro de día. Esta modificación también permitió la creación de plazas de aparcamiento, lo que llevó a Tugalo, empresa que gestiona el actual parking de Galeras, a recurrirla. Sin embargo, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) dio la razón al Ayuntamiento y, posteriormente, el Tribunal Supremo rechazó el recurso de Tugalo. El acuerdo se cerró en enero con la empresa Asteriscos Patrimonial por 7,2 millones de euros, a abonar en varios plazos, una cifra ligeramente inferior al mínimo de 7,6 millones fijado en la subasta previa. La compañía compradora puso en marcha varios trabajos de desescombro y seguridad de cara a determinar la situación real del edificio, iniciar los trámites para solicitar la licencia de obra y poner en marcha una reforma que, en todo caso, obligaba a conservar la fachada del inmueble, considerada Patrimonio Cultural.

Sin embargo, Asteriscos Patrimonial se negó a pagar los últimos 179.341,50 euros del acuerdo. La empresa exigió a la USC una rebaja de la factura debido al estado de conservación del edificio, mientras que la entidad educativa presentó una denuncia para finiquitar el pago. Cuando la batalla judicial amenazaba con extenderse de forma indefinida, universidad y empresa acordaron, a finales de mayo de este año, el pago de 29.341,50 euros a la USC. Un mes más tarde, el nuevo acuerdo, entre Asteriscos Patrimonial y Bestinver, abrió una vía para desbloquear la renovación y explotación del inmueble.

El bulevar compostelano

El deseo del Consorcio de Santiago tras cerrarse el Hospital General en 2003 era convertir la zona de Galeras en un gran bulevar, centrado en la reurbanización residencial. Poco a poco, el proyecto fue tomando cierta forma alrededor de las ruinas del centro hospitalario. Su antiguo aparcamiento dio paso al bloque de edificios de Domingo García Sabell, mientras que en la parte trasera se alzaron edificios residenciales de lujo y el Centro de Salud de Galeras. Además, la avenida cuenta con numerosos edificios de la Administración Pública y la antigua Casa de las Máquinas, recientemente restaurada como centro de artes escénicas y espacio cultural, educativo y de reunión vecinal.

El nuevo proyecto de residencia universitaria permitiría recuperar parte del impulso económico que acompañó al Hospital General y reforzar el sistema de alojamiento de la USC. Actualmente, la universidad pública compostelana ofrece cerca de 1.200 plazas repartidas entre sus tres residencias y tres colegios mayores, una cifra incapaz de dar respuesta a los más de 20.000 alumnos matriculados cada curso. Así, esta nueva residencia privada podrá mitigar este escenario y, a su vez, suavizar la problemática que rodea a Santiago en lo que respecta a la vivienda de alquiler.

Desde el Concello ven «necesario» y «de interés» este proyecto, aunque avisan que está siendo estudiado desde urbanismo para comprobar si «encaja» con los usos de la parcela. El Plan General de Ordenación Municipal obliga a mantener la fachada principal, la gran escalinata y la fuente. Además, la declaración de ruina del edificio por parte de Raxoi encarece el proceso de restauración. El ya ex alcalde Bugallo proyectó entre 15 y 20 millones el coste de la rehabilitación del inmueble en uno de los últimos plenos en los que se abordó el estado del antiguo hospital. En todo caso, todas las partes implicadas, universidad, gobierno local, comercios y vecinos, coinciden en la necesidad de zanjar este asunto de una forma que facilite el progreso de la zona, impulse las oportunidades de sus habitantes y mejore la imagen que ofrece a turistas y santiagueses.

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