Dos años del naufragio del Pitanxo: «Los '21' empiezan a descansar»
Sin fecha aún para el juicio por la muerte de 21 marineros, las familias esperan que la justicia llegue, aunque sea tarde. El patrón, cercado por las conclusiones de la expedición que bajó al pecio en Terranova, se enfrenta a un delito de homicidio por cada hombre que no volvió a tierra
El informe pericial del Pitanxo apunta hacia un «error humano» del capitán como causa «más probable» del hundimiento
Las víctimas del naufragio del Villa de Pitanxo
El pesquero gallego Villa de Pitanxo descansa desde hace dos años muy cerca del lugar donde el Titanic se hundió. Un siglo separa, sin embargo, una tragedia de la otra. En el primero de los naufragios, el más mortal de la historia, murieron 1.496 ... personas. En el segundo, una de la mayores catástrofes marítimas de nuestro país, perdieron la vida 21 hombres. Solo nueve de los cuerpos pudieron ser rescatados; el resto reposa en la tumba que volvió a ser el mar de Terranova aquella madrugada del 15 de febrero de 2022. La lista de supervivientes del Titanic fue de 712 personas; la del Pitanxo se resumió en tres: el patrón, Juan Padín; su sobrino, Eduardo Rial; y el pescador ghanés Samuel Kwesi. Fueron encontrados cinco horas después de que el agua engullese al pesquero, apiñados en un bote agujereado en el que vieron cómo la vida de sus compañeros se iba apagando a causa de la hipotermia. En ese momento, Padín y Rial vestían dos monos de supervivencia rojos. Kwesi estaba en vaqueros.
Cuando pisaron suelo canadienses, los tres supervivientes dieron la misma versión de lo ocurrido. Una parada repentina e inexplicable del motor que hizo que el barco se fuera a pique en cuestión de minutos, casi sin margen de respuesta. Pero Samuel no tardó en romper y en confesar –por la memoria de sus compañeros, explicaría semanas más tarde– que en realidad el Pitanxo se había hundido por una negligencia del capitán, que se negó a soltar las capturas cuando el pesquero embarró y lo llevó al colapso. Sus palabras iniciaron una investigación judicial que llega hasta el día de hoy y que sigue en fase de instrucción con el patrón acusado por 21 homicidios y con la armadora también investigada por presuntos delitos contra la seguridad de los trabajadores. Porque, dicen los familiares de las víctimas, la declaración de Samuel fue solo la punta del iceberg de lo que se vivió a bordo del Pitanxo en su última marea.
Mientras los allegados de 'los 21 del Pitanxo' (como les gusta referirse a ellos) preparan el acto que esta misma mañana homenajeará a las víctimas en el pueblo pontevedrés de Marín —donde residían la mayoría— las pesquisas para aclarar lo que pasó en Terranova pisan el acelerador. Hace solo unos días que los peritos judiciales remitieron a la Audiencia Nacional las conclusiones del informe que realizaron tras descender al pecio el pasado verano y analizar, 'in situ', las causas del suceso. A 750 metros de profundidad, un robot submarino pudo fotografiar el casco del buque gallego y tomar imágenes del estado en el que habían quedado sus aparejos, clave para determinar qué versión es la verdadera. Sus conclusiones son contundentes y señalan directamente a Padín por la muerte de la mayoría de la tripulación. «De acuerdo a datos objetivos y a las circunstancias analizadas, se concluye que la causa más probable del hundimiento del buque fue un error humano del capitán, por la falta de percepción cabal del riesgo de hundimiento que suponía la maniobra que realizó para librar el embarre del aparejo del fondo marino», recoge el informe elaborado por los técnicos designados por la Audiencia Nacional. El documento, que será nuclear en la acusación contra el capitán, va más allá e indica que la versión de Samuel es «verosímil» con lo encontrado en los restos del barco y que la parada repentina queda descartada porque el motor del Pitanxo funcionó hasta minutos antes de que se lo tragase el agua.
Llegar a colocar este informe sobre la mesa del instructor le costó a los familiares de las víctimas meses de dolor y agotamiento. Ellos fueron los que desde el primer minuto insistieron en que la bajada al barco era necesaria, y plantaron cara a todos los obstáculos que puso el Gobierno central hasta lograr que el robot zarpase. «Todo el calvario y el sufrimiento que estamos pasando ha valido la pena. Ahora sentimos que los 21 empiezan a descansar» reconoce María José do Pazo, hija del jefe de máquinas, uno de los tripulantes cuyo cuerpo nunca llegó a aparecer. Su voz denota la tensión de los dos últimos años, desde que se enteró por los medios de que el barco donde su padre faenaba se había accidentado. Esa es una de las espinas que siempre tendrá clavada, enterarse así de la noticia. Otras se las ha ido sacando con el tiempo, como el descenso al pecio por el que peleó meses.
Fuentes del caso explican que «lo más probable» es que la instrucción se prorrogue «seis meses más» y que a partir de ahí se fije fecha para el juicio, unos tres años después del hundimiento. «Sabemos que queda camino hasta tener en las manos una sentencia justa, pero tenemos paciencia», asegura Do Pazo. La Audiencia está pendiente ahora de la declaración de varios extripulantes del Pitanxo que ayudarán a conocer mejor las condiciones en las que se trabajaba cuando Padín era el que daba las órdenes. También falta por declarar alguno de los marineros que participó en el rescate en Canadá. Además, y como novedad, el magistrado Ismael Moreno desestimó ayer mismo, según pudo saber este diario, la última intentona de la defensa, que a disgusto con el resultado de la pericial que acusa al capitán solicitó la realización de una nueva.
Por despejar quedan, dos años después, un puñado de incógnitas. Entre ellas, si el patrón dio las pitadas protocolarias para el abandono del barco, que Samuel niega y él defiende. El informe de los peritos es claro y revela que esa orden nunca llegó y que esto «condicionó que los tripulantes pudieran realizar el abandono de forma ordenada y con alguna probabilidad de éxito». Padín también niega que presionasen al ghanés después de ser auxiliados para que no contase la verdad de lo sucedido, pese a que varios de sus rescatadores escucharon las conversaciones. Esta mañana en Marín esos marineros estarán presentes en el acto de homenaje junto a Samuel y las familias de los 21, pero nadie espera al patrón, el hombre acusado de traicionar todas las leyes del mar y abandonar el barco sin mirar atrás.