Restaurante Boga: la mejor receta contra los prejuicios de la discapacidad
El 80% de la plantilla de este restaurante de la playa de Gandía tiene algún tipo de diversidad funcional
La Fundación Espurna trabaja en este proyecto para fomentar la integración sociolaboral
![Yolanda, Dani, Miguel y Rubén, empleados del Restaurante Boga, en Gandía (Valencia)](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/05/22/restaurante-boga-gandia-RBtsdyzZu2NKMXDORNCIi8H-1200x840@abc.jpg)
Clásicos manteles de tela blancos, cuberterías perfectamente colocadas y unos centros de mesa con flores que van cambiando según la época del año, adornan las mesas redondas del restaurante Boga, en la playa valenciana de Gandía. Una amplia cristalera repleta de plantas bordea el salón de comidas, donde el ir y venir de los camareros entre la cocina y las mesas transmite grandes dosis de ilusión y entrega al trabajo que se traducen en un chute de energía muy difícil de describir.
Hasta que una no percibe este cruce de sensaciones, parecería que la descripción de este restaurante pudiera encajar con cualquiera de los demás que hay en la zona, entregados a la buena cocina y al turismo. Más allá de su perfección, sin embargo, el Boga es un restaurante diferente y anima a sus clientes a dejar los prejuicios a un lado.
Creado por la Fundación Espurna hace casi siete años, el Restaurante Boga ofrece trabajo a personas con discapacidad intelectual, un perfil con difícil acceso al mercado laboral y que representa el 65,66% de inactividad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La necesidad de buscar trabajo a los jóvenes de la Fundación Espurna, fue lo que motivó a esta ONG sin ánimo de lucro a iniciar este proyecto, en el que vieron la oportunidad de crear puestos de trabajo con los que fomentar la inserción laboral y social de personas con discapacidad intelectual.
«Nunca había trabajado de camarero y me gusta mucho», cuenta Rubén, quien tiene 30 años. Despacha a los comensales con rapidez y el mismo ímpetu que pone a todas sus labores. Una destreza admirable que desarrolla desde hace siete años, cuando el Boga abrió sus puertas.
Fue precisamente en 2015 cuando el local del antiguo restaurante Gamba se puso en venta. La Fundación Espurna lo adquirió en el mes de mayo y, un mes después, abrió sus puertas con una capacidad para más de 300 comensales gracias a un espacioso salón. Cuenta, además, con aparcamiento privado y una enorme terraza con un parque para los más pequeños.
En el Boga sirven comidas todos los días del año. A partir de julio, inician el horario de verano, que supone ampliar los turnos para servir también cenas. La plantilla la forman un 80% de personas con discapacidad intelectual, que se encargan de los servicios de cocina, limpieza, jardinería, almacén, lavandería y atención a los comensales. El otro 20% son personas sin discapacidad —como los jefes de cocina y de sala—, que se encargan de supervisar el trabajo de los miembros de la Fundación Espurna.
«No entiendo por qué la gente se espera de nuestra atención algo diferente, ¡somos igual que el resto de los trabajadores!»
Yolanda
Camarera del restaurante Boga
Cuando termina el verano y el ritmo de trabajo disminuye, aprovechan para impartir en el local clases a los alumnos del curso de formación en hostelería organizado por Espurna. Junto a Rubén trabajan también Yolanda, Dani y Miguel. Son cuatro grandes profesionales que, admiten, se sienten «muy felices» trabajando en el Boga.
Dani, de 29 años, es cocinero del restaurante desde hace cinco años. Sus paellas y fideuás tienen fama, sobre todo si se tiene en cuenta que antes de ponerse a los fogones del Boga, no había trabajado en un restaurante. Desde la Fundación explican que aprende rápido y que representa un modelo de progreso y ambición. Está muy motivado. Tanto es así que, confiesa que el Boga es de sus «sitios de trabajo favoritos».
Un ejemplo de «coraje y sinceridad»
Los platos que cocina Dani los sirve Yolanda que comenzó a trabajar aquí al mismo tiempo que él. «No entiendo por qué la gente se espera de nuestra atención algo diferente, ¡somos igual que el resto de los trabajadores!», reivindica. Este trabajo a Yolanda le hizo experimentar una especie de transformación. «Llegó al restaurante cabizbaja y aislada, pero ahora permanece atenta a todo. El coraje y la sinceridad son lo que más le caracteriza», afirman desde Espurna.
Miguel tiene 32 años y es camarero del Boga. Llegó al restaurante hace siete años para trabajar como cocinero, pero lo suyo es «hablar con la gente», dice. De hecho, hasta tal punto es así que todos los clientes desean que les atienda él, sobre todo porque es muy bromista y tiene una actitud muy alegre. Parece que la complicidad que tiene con todos sus compañeros y las risas están siempre aseguradas con él.
«No hay lugar suficiente para todos»
Ana Fuentes, responsable del Boga, explica que «en el restaurante no hay lugar suficiente para todos». De ahí que para seleccionar a la plantilla, todos reciban previamente formación mediante un curso de hostelería que imparte la propia Fundación Espurna, bajo la tutela de Amparo Sanfélix. Las prácticas se realizan entre semana, a excepción de los días de verano.
Los alumnos de primer año trabajan junto a los compañeros de tercer año, quienes se encargan de guiarles en cada paso. Así, los veteranos reciben formación con una responsabilidad extra; y cuando se determina que están suficientemente preparados se concluye la selección de la plantilla. En este sentido, Ana Fuentes apunta que «el respeto es algo que trabajamos siempre en este restaurante».
![Restaurante Boga, en Gandía, Valencia](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/05/22/boga-U60558804605KUr-624x350@abc.jpg)
Según el INE, el porcentaje que representa la contratación en el mercado laboral de las personas con discapacidad es del 1,59% sobre un 6,3% de la citada población con edad de trabajar. Estos datos representan que el mercado nacional no se centra en la persona, sino en la discapacidad.
Existe además un gran contraste salarial, que cada vez va más en aumento, entre las personas con discapacidad y sin discapacidad. Según datos del INE, los usuarios con diversidad funcional cobran un 17,8% menos. Es decir, el salario anual medio de una persona sin discapacidad es de 25.305,3 euros mientras que el de una persona con discapacidad es de 20.799,3 euros anuales.
El objetivo de la Fundación Espurna
Fundada en 1996, la Fundación Espurna es una ONG sin ánimo de lucro que tiene como objetivo conseguir la integración sociolaboral y el desarrollo integral de las personas con discapacidad intelectual. Proporcionando una formación personal, social y laboral, favorece la total inclusión de las personas con discapacidad intelectual para una mejora de su calidad de vida.
Entre los proyectos más destacados y que aportan grandes beneficios se encuentran el Restaurante Boga y la «Botiga d'Espurna», una tienda de productos artesanales realizados por los usuarios de la Fundación. Su cometido es acompañar a los usuarios en la búsqueda de la verdadera felicidad, fomentando y apoyando la promoción de la inclusión social, educativa y laboral.
Gracias a proyectos como este, Miguel, Yolanda, Dani o Rubén pueden «demostrar todo su potencial», dicen desde la Fundación Espurna. Y es que, no por tener una discapacidad son menos profesionales, todo lo contrario. Es más, la fideuá del Boga —preparada por una ayudante de sala con síndrome de Down—, ganó el 42 Concurso de Fideuá de Gandía en 2016 y es considerada la mejor de toda la playa.
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