Combat 18, la última apuesta de veteranos neonazis para 'salvar' España
'Brazo armado' de Blood and Honour, ilegalizada en 2010, el grupo se creó en España en octubre del año pasado con la ayuda de ultras franceses que además lo financiaron
Mezquitas y sinagogas, objetivos de la célula de Combat 18 en España

Son neonazis, pero no unos cualquiera. Los miembros de la rama española de Combat 18, desarticulada el pasado martes en una operación conjunta de la Comisaría General de Información de la Policía y los expertos en ese mismo área de los Mossos d'Esquadra, ... tenían 'pedigrí'. Habían formado parte de otros grupos ultras, de los que salieron por la frustración que les suponía no haber pasado a la acción. El 'brazo armado' de Blood and Honour era, en este sentido, su última oportunidad de 'salvar' a España. Los agentes, que seguían su trayectoria desde hacía años, se lo impidieron antes incluso de que pudieran intentarlo.
Lo primero que llama la atención de los 16 detenidos por formar parte de Combat 18 –los números obedecen al abecedario, el 1 la 'A' y el 8 la 'H', iniciales de Adolf Hitler–, es su edad. Entre 30 y 45 años. Por tanto gente adulta, «con callo», alejada del estereotipo del chaval ultra descerebrado en busca de emociones fuertes. Tenían una larga trayectoria en grupos neonazis, eran vecinos de barriadas obreras y algunos trabajaban. Fueron detenidos en varios puntos de Cataluña, Madrid, Castilla-La Mancha, Andalucía y Galicia. No opusieron resistencia, porque a casi todos la operación, activada a las cinco y media de la mañana, les pilló aún en la cama. Tampoco el dispositivo policial invitaba a intentar acciones 'heróicas'. Mejor conformarse...
El grupo había sido detectado por la Policía en octubre del año pasado, gracias al control permanente que se mantiene sobre las tramas ultras, y de forma muy especial sobre aquellos que tienen una trayectoria detrás. Ese mes se detectaron reuniones, contactos llamativos a través de redes sociales, exhibición de cierta simbología fascista y asistencia a eventos. En conjunto, todo ello dibujaba un cuadro que hacía pensar en que se estaba ante el germen de una nueva organización supremacista y violenta en España.
Propuesta desde Francia
Pronto se conoció otro dato clave: los que se perfilaban como cabecillas, viejos conocidos de la Policía, tenían contactos frecuentes con elementos neonazis franceses. Es más; se comprobó que estos individuos habían sido los que animaron a sus colegas españoles a crear aquí Combat 18, e incluso financiaron sus primeros pasos.
Para los ultras nacionales la invitación era muy sugestiva. Después de un peregrinaje por distintas organizaciones que les había provocado cierta frustración, Combat 18 se presentaba como una oportunidad inmejorable de pasar a la acción. Así que aceptaron la propuesta.

A lo largo de la investigación los ultras franceses viajaron a España para reunirse con sus colegas, y éstos devolvieron la visita. También se han detectado contactos con neonazis de Ecuador, Argentina, Suecia y Reino Unido. Poco a poco reclutaron gente de su confianza y conformaron una organización jerarquizada, con un presidente –así denominan al jefe–, un vicepresidente, tesorero, teniente, sargento de armas –encargado de disciplinar a los nuevos– y soldados. Todos fueron neutralizados.
Los líderes estaban en Cataluña pero ya habían entrado en una fase de expansión por el resto de España. De ahí que haya detenidos en cinco comunidades y que varios se dedicaran a captar a correligionarios en sus zonas de origen.
Al contrario que en las células yihadistas, en el caso de Combat 18 las tres mujeres detenidas, todas ellas en Cataluña, jugaban un papel muy relevante. De hecho una disputaba el liderazgo a uno de los hombres, con el que además había tenido una relación en el pasado. Pero sabían separar los vínculos emocionales del funcionamiento del grupo.
Financiación precaria
Combat 18 ya era una realidad, pero tenía algunos problemas que trataban de resolver. El del liderazgo era uno –uno de los jefes apostaba por una línea más dura que su competidor–, pero también les faltaba reclutar más soldados para poder consolidarse en todo el territorio nacional; hacerse con armas y explosivos con los que perpetrar atentados y conseguir una financiación estable y suficiente para sus objetivos.
Las armas y explosivos los habían intentado comprar, sin éxito, así que lo que almacenaban eran decenas de armas blancas, armas cortas simuladas y largas de aire comprimido, que ahora hay que ver si están modificadas para poder disparar proyectiles. También un manual de explosivos, propaganda... En cuanto a la financiación, los que podían pagaban cuotas que variaban en función de su capacidad económica, alguno había recurrido al trapicheo de drogas y, sobre todo, sacaban dinero del 'merchandaising': cazadoras, camisetas, escudos... Todo con simbología nazi que vendían a simpatizantes en los eventos que organizaban, como reuniones, citas, foros o conciertos. En cualquier caso, no movían grandes cantidades.
En el tiempo que ha durado la investigación sólo se ha podido acreditar un ataque de un miembro de Combat 18, sufrido por un indigente de origen magrebí. Además, hablaban de «salir esta noche a limpiar» o de «caza», y es posible que hayan hecho más acción de este tipo, pero la Policía no lo puede asegurar. Hablaban también de atentar contra mezquitas, sinagogas y locales de partidos de extrema izquierda, agredir a inmigrantes y también a personas del colectivo LGTBI. Por supuesto, estaban felices con la brutal matanza terrorista de Hamás en Israel.
Demasiada exposición
Este grupo supremacista se basa en teorías de la «conspiración en que la raza blanca se ve amenazada por las políticas mundiales». Entre sus objetivos también están políticos y jueces, como responsables de la supuesta amenaza a la nación blanca. Nacidos en 1992 en el Reino Unido, se ha expandido, sobre todo, por Europa. Para ello cuentan con un manual, el del 'soldado político'. Es su documento de referencia sobre sus enemigos declarados. Entre sus consignas está también la de no reivindicar sus ataques. A partir de esa cosmovisión compartida, la simbología siempre es la misma, pero teñida con la bandera del país de cada sección.
A lo largo de la investigación surgió otro dato interesante. Los cabecillas de Combat 18 se dieron cuenta de que se habían expuesto mucho, demasiado como para no llamar la atención de la Policía. Así que intentaron bajar el diapasón, pero ya era tarde. Su detención, por tanto, solo les sorprendió hasta cierto punto.
Para la Policía resulta curioso que Combat 18 haya surgido ahora, trece años después de la ilegalización de su matriz, Blood and Honour. Eso demuestra que no se puede bajar la guardia. Ha sido, sin duda, una operación preventiva y de ahí que no se pueda acusar a los detenidos de delitos muy graves. De hecho, han quedado en libertad. Pero a cambio se les ha enviado un mensaje nítido: «Estamos encima de vosotros, no os vamos a dejar entrar en España».
El trabajo no ha terminado. La Policía va analizar ahora el material informático intervenido. Entonces sabrá hasta dónde llegaba Combat 18, sus planes... En definitiva, la magnitud de la amenaza.
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