ruido blanco
Metáfora de la vida
La Semana Santa lluviosa enseña a vencer porque solo la derrota hace callo
Ni azotes ni voceros
Vetar a Lola Herrera
![Metáfora de la vida](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/26/valladolid-ss-RGGtX8ilq33basVvAsL6tGK-1200x840@diario_abc.jpg)
Esta Semana Santa es de las que hacen callo. De las de aprender, como dice el entrenador a los niños en los partidos difíciles que acaban en derrota. Los meteorólogos avisan que a partir de hoy una sucesión de borrascas traerá lluvias y un desplome ... de las temperaturas que obligará a cancelar gran parte de las procesiones. En Andalucía llevan así desde el Domingo de Ramos, con los paraguas recogiendo agua y lágrimas a partes iguales, como avanzadilla de lo que viene. Se ha quedado Sevilla muda y gris en primavera. Aquí ha tocado disfrutar estos primeros días pero el sol tiene las horas contadas.
En Málaga, mientras fuera jarreaba, en el interior de una iglesia Antonio Banderas animaba a los compañeros de su cofradía asegurando que esto forma parte de la experiencia de la Semana Santa porque es «una metáfora de la vida». Antonio Banderas siempre ha tenido los pies en la tierra, en su tierra, y ahora sabemos que también tiene los pies en el cielo. Admiro la penitencia cuando es por convicción y no por espectáculo. A mí que Fe tengo poca y flaca me dan cierta envidia los que se sienten abrazados por una emoción trascendente e inexplicable. Los que contemplan a su Cristo o a su Virgen con esa mirada de plegaria, gratitud, promesa, esperanza, respeto, correspondencia y ofrenda que evidencia una larga relación íntima a veces recibida en herencia. La mirada devota es única y reconocible. La he visto de cerca tantas veces. He intentado copiarla, pero al menos de momento yo desde la acera reconozco que sigo mirando distinto.
Hay una metáfora de la vida en la Semana Santa lluviosa, como decía Banderas. Las cofradías y hermandades ven truncados meses de ilusión, sufrimiento y trabajo en el último momento. Deben someterse a lo imprevisible, a esa frustración de los imponderables para la que cada vez andamos menos preparados. Vuelven a casa empapados y con el capirote bajo el brazo pero con la convicción de que este fracaso no es definitivo. Dentro de un año estarán preparados con la misma ilusión para sacar a las calles su paso. La Semana Santa lluviosa enseña a vencer porque solo la derrota hace callo.
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