ENTREVISTA
Borja Suárez: «Burgos seguirá aportando más al conjunto de Castilla y León y así debe ser»
Firme defensor de la solidaridad entre los territorios de la Comunidad, reclama infraestructuras para «mantener el estatus» de la provincia y ayudar al resto
La Diputación de Burgos contará con un presupuesto de 158,9 millones en 2024, un 9,15% más que este año
Borja Suárez, en la sede de la Diputación de Burgos
Con una dilatada trayectoria ya tanto en el PP como en la Diputación pese a su juventud, Borja Suárez defiende con contundencia su modelo para «transformar las políticas» en la provincia tanto para afrontar «sin falsas expectativas» el reto demográfico, como para mantener su posición ... como uno de los territorios más ricos de España debido, fundamentalmente, a su potencial industrial. Convencido, al contrario de «otros», de que Castilla y León es «un proyecto conjunto» que tiene futuro, aboga por destinar más fondos a las zonas del oeste la Comunidad que más lo necesitan, pero no por la vía de más impuestos «que plantea la izquierda», sino con la «generación de empleo y riqueza» que permita contar con más recursos públicos.
—¿Desde cuándo ambicionaba o aspiraba a ocupar los cargos de presidente del PP de Burgos –fue elegido en julio de 2021– y de la Diputación –lleva cuatro meses–?
—Empecé muy joven en política. Con 23 años ya era portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Miranda de Ebro y, tras pasar por la Junta –fue director General de Juventud–, llevo 16 años en la Diputación en esa misma función y en otras. La secuencia en el partido es parecida. Tras una escisión, cogí con 25 años las riendas de la gestora del PP en mi municipio. Todo me llegó muy pronto y entré en una rueda en el que vas estando donde el partido te demanda. Más que aspiracional, mi situación es circunstancial. Lo que toca en cada momento.
—¿Pero supongo que si hubieran elegido a otros para ambos puestos le habría dolido?
—En el partido no, porque hay mucha gente válida. En la Diputación, después de tanto tiempo dentro, pues uno se siente con los conocimientos suficientes para abordar esta labor para la que también había otros perfiles que podían hacerlo perfectamente.
—Habla de continuismo con el anterior mandato, pero sus promesas suenan más a romper con lo que había.
—Lo primero que tenemos que hacer, y más cuando has participado en el proyecto, es respetar lo que heredas que, gracias a Dios, es muy bueno. Tenemos una Diputación con una sostenibilidad económica absoluta debido a la labor de César Rico –su predecesor– que nos permite afrontar el momento actual con un margen de maniobra para transformar políticas que de otra manera no podríamos hacer y con la visión de dónde queremos que esté la provincia en 20 años.
—Entre esos cambios que propone está el de que los pueblos se unan y gestionen más servicios en común.
—Somos la provincia con más municipios de toda España y creemos en una concepción transversal de los servicios que se prestan y eso nos obliga a mancomunarlos. A que se junten, no en su identidad, porque eso ya lo intentó algún partido político que ya está desaparecido. La idea no es extinguir pueblos. Es que formen unidades administrativas que generen una gestión más eficaz y que soporten menos gastos. ¿Cómo ayudamos a los ayuntamientos para que sobrevivan? Haciéndoles ver que en las convocatorias de nuestras ayudas tienen preferencia las mancomunidades de servicios. Que entiendan que la pelea se hace entre muchos y no cada uno por libre. ¿Qué vamos a financiar? Fundamentalmente aquello que la provincia demanda por necesidad o por oportunidades.
—¿Cuáles serían esas necesidades comunes?
—En primer lugar, nuestro Plan de Carreteras. Vamos a establecer un programa de más de 40 millones de euros para los próximos cinco ejercicios con el que se renueve al cien por cien nuestra red provincial de 2.200 kilómetros. Conectar los pueblos a las redes autonómicas y nacionales es una forma de afrontar también el reto demográfico. En segundo lugar, el ciclo integral del agua. Estamos secos. Vamos a abordar ayudas en abastecimiento y depuración de forma conjunta con recursos propios y con un proyecto muy importante de renovación de toda la red de agua y también de gestión vía consorcio.
—¿Y las oportunidades?
—Están en el patrimonio. Multiplicamos por tres la inversión anual y la llevamos a todo el mandato. Lo que pretendemos es quitar gestión a los ayuntamientos, que cada año se vuelven locos con una retahíla de convocatorias. Generaremos tres o cuatro impactos con líneas de ayuda también para particulares que serán diferentes en función del variado patrimonio de cada zona de la provincia. Y por último, en este capítulo también transformaremos el Plan de Empleo, que es muy estático y lo vamos a dirigir fundamentalmente a esas mancomunidades de las que antes hablaba o al que tiene un bar o un comercio en el pueblo porque, si cierran, ese municipio está muerto.
—¿Pero hay voluntad real en los municipios para compartir conjuntamente más servicios?
—Aquí funciona la zanahoria y el burro. La zanahoria va a ser estas líneas de ayudas preferentes. Cuando tienes un ejército organizado, se mueve; cuando no lo está, sólo come y pide.
—Ha dicho en varias ocasiones que no se puede 'vender' la idea de que los pueblos volverán a llenarse de gente.
—Cierto. No podemos crear falsas expectativas. Llevamos más de 80 años en un declive demográfico que tiene muchas causas y condicionantes y que es irreversible. Lo que sí que nos dicen todos los estudios que están ahora lanzados es que sobreviven aquellos pueblos que tengan un proyecto propio que ofrecer.
—Uno de los que más reclama la sociedad burgalesa en los últimos tiempos es la reapertura del Tren Directo Madrid-Aranda-Burgos. ¿Será una realidad este deseo?
—Si sigue el PSOE en el Gobierno el proyecto está muerto. Si está el PP, hay una oportunidad. Nuestro presidente nacional se comprometió en Burgos a reactivar esta línea con una financiación de 200 millones de euros en los Presupuestos. Ya ni se ponen colorados en este Gobierno cuando les preguntan cómo va esta infraestructura.
—Hace unas semanas en el informe anual de renta disponible, Burgos volvía a salir bien parada y muy por encima del resto de territorios de la Comunidad, salvo Valladolid. ¿Entiende que otras provincias necesitan más ayudas que la suya?
—Burgos es la quinta provincia de España en poder adquisitivo y eso es un logro de mucha gente y de una estructura muy consolidada fundamentalmente en el sector industrial, lo que te permite también exigir infraestructuras para poder mantener ese estatus. Seguiremos aportando más al conjunto de la Comunidad de lo que recibimos y nos parece bien que sea así porque es un principio de solidaridad que estamos pidiendo como autonomía frente a otros territorios. Ahora lo vemos claro frente al chantaje de todos estos jetas de Bildu y demás con el País Vasco y Cataluña, pero si lo estamos reclamando para el conjunto de Castilla y León tenemos que dar ejemplo interprovincialmente. Si hay una zona, que es el oeste de Castilla y León, que tiene más problemas de convergencia, que sea Burgos la que aporte más fondos para ir cerrando esa brecha, pero no vía impuestos, que esto es muy de izquierdas, sino con la creación de empleo y riqueza que genera más recursos públicos que se pueden destinar a invertir en esa zonas. Esto es una concepción ideológica pura y dura y es lo que defiende el proyecto del PP. Entendemos que no se puede repartir la miseria, sino la riqueza, y para ser ricos hace falta territorios competitivos, con gente preparada, con buena industria. Burgos la tiene, pues aportemos al resto, pero no por sentirnos superiores. Simplemente porque creemos en un proyecto conjunto de Comunidad, aunque otros no lo vean así.
—¿Da por hecho ya que Pedro Sánchez seguirá al frente del Gobierno?
—Esto de la amnistía no hay por donde cogerlo. Es el acto de mayor egoísmo para seguir siendo presidente y pone en tela de juicio al Poder Judicial. Están atacando de forma descarada los principios básicos que nos dimos de forman consensuada, pero me temo que tenemos 'gobierno Frankenstein' para rato.
—Pero usted querría lógicamente una repetición electoral.
—Sí, claro. ¿Dónde hay que firmarlo? Cualquier oportunidad democrática que pueda revertir este momento actual sería buena.
—Sus predecesores en la Diputación estuvieron 20 y 12 años al frente de la institución. ¿Usted también será un presidente longevo?
—Vamos a por los cuatro años. Llevamos hablando un buen rato de un proyecto ingente. Vamos a acabar lo mejor posible esta legislatura y analizaremos en su momento hasta donde hemos llegado. A partir de ahí se tomarán decisiones, aunque en todo caso éstas pasan por lo que vote la gente, que es quien te retrata ante tus expectativas.
Funcionan «con normalidad» en la junta y en Burgos
—¿Le incomodan los pactos PP-Vox tanto en Burgos capital como en la Junta de Castilla y León?
—Nunca me he visto incómodo con los acuerdos con Vox como presidente del PP de Burgos. Están funcionando con normalidad tanto en la ciudad como en la Comunidad. Ya viví una coalición en la Diputación de Burgos con Ciudadanos y fue una experiencia útil para la provincia en la que nosotros aprendimos mucho de otra formación. Nos sirvió para ser más humildes y acercarnos a otras posturas que luego se demostraron buenas y sobre todo para entender que en estos tiempos hay que llegar a acuerdos. Aunque ahora tengamos mayoría absoluta en esta institución, no quita para acercarnos a la otras formaciones siempre que tengan ideas propositivas interesantes para la provincia.
—¿Le ha venido bien al PP de Castilla y León que esa coalición se haya extendido a otras comunidades y capitales?
—Absolutamente. Es que parecía que en Castilla y León se habían roto todos los platos. Ahora la vajilla es más grande. En esto también se entró en esa jerarquía mediática que tiene la izquierda, que empieza a vender una moto y tú vas y la compras. Que si aquí poco menos que estábamos cometiendo una aberración pactando con Vox. A veces entran en provocaciones que desvían el foco y que permiten a los altavoces meter más ruido. También es cierto que al salirnos del calendario electoral de otras comunidades –los comicios se adelantaron a febrero de 2022– la gente ha empezado a fijarse más en Castilla y León y esto sí nos vino bien.
Ve «una amenaza» en el acuerdo psoe-nacionalistas
—Usted, como burgalés y mirandés que es, conoce bien la situación del enclave de Treviño. En los últimos tiempos parece haber cierta calma, pero supongo que es consciente de que este asunto volverá a ser motivo de disputa.
—Hubo un acuerdo histórico en el último mandato entre la Diputación Foral y la de Burgos que está funcionando bien. Aunque el debate sobre la territorialidad de Treviño está cerrado, volverá a salir seguro dentro de nueve meses, en vísperas de las elecciones en el País Vasco. Los grupos de siempre reivindicarán de nuevo su anexión y nosotros volveremos a decir que este territorio jamás ha sido vasco y que nos sentimos muy orgullosos de él. La respuesta de la administración castellano y leonesa seguirá siendo la misma porque Treviño es tan de esta Comunidad como lo puede ser Ciudad Rodrigo.
—¿Y que postura cree que tomará el PSOE en Castilla y León si la reividicación vuelve como vaticina?
—Es que cambia tanto de opinión. No lo sé, pero posiblemente elija la posición que más perjudique a los intereses de Castilla y León y la que más beneficie al País Vasco.
—¿El apoyo del PNV y Bildu al más que posible gobierno liderado por Pedro Sánchez puede ser un acicate para la reclamación nacionalista?
—Puede ser una amenaza, sí. ¿Cómo sería si fuese al revés? Si el enclave fuera del País Vasco en Burgos y la Junta reclamara su anexión, pues el pueblo vasco lo defendería con uñas y dientes. Que nadie nos reproche que hagamos nosotros lo mismo con cualquier parte del territorio de Castilla y León.