desde la raya
Sábado negro
Qué bestia, qué hiena, quién puede matar y descuartizar a la mujer que un día amó; a unos hijos, carne de la carne, sangre de la sangre
La noche de San Juan
Acción de gracias
Me hubiese gustado escribir sobre lo bonita que está mi Zamora con sus calles a reventar en San Pedro o sobre el hermoso gesto del cantante Manuel Carrasco en Flechas, el pueblo más pequeñito de Aliste, para darle visibilidad a la España Vaciada.
Hablar sobre ... las últimas puestas de sol de junio o las tormentas que esta noche rompían el cielo sobre nuestras cabezas. Escribir con el corazón, echarle poesía a lo cotidiano; contar esas pequeñas cosas que resucitan a mi tierra y le insuflan vida.
Pero mi corazón escribe con sangre en este sábado negro, sábado de dolor y muerte, duelo, hielo, horror. Y los dedos aún me tiemblan, y las lágrimas me empañan los ojos, y la incredulidad acompaña cada una de mis palabras como si no supiesen muy bien a dónde quieren ir.
Tres asesinos, seis víctimas: cuatro mujeres, dos niños. Tres nuevos episodios de violencia sobre mujeres y menores ilustran la terrible crónica negra de este sábado en que debería estar escribiendo de la luz especial que envuelve a mi ciudad, las voces de jóvenes y niños bajo el balcón, los pasos de gigantes y cabezudos por las calles, el eco de las dulzainas por las viejas rúas hacia la Catedral.
Pero todo ha sido tomado por este silencio profundo en mis dedos, en el pecho, en los labios. Este silencio, palabras que duelen, esta certeza de que las políticas de protección a mujeres y menores hacen aguas. Lejos de hacer leña y ensuciar la tragedia con tintes ideológicos, lo que me pide el cuerpo es gritar, gritar alto, apretar los puños. Apelar al hombre, al ser humano, rascar por dentro. Qué bestia, qué hiena, quién puede matar y descuartizar a la mujer que un día amó; a unos hijos, carne de la carne, sangre de la sangre. Dos pequeños de 5 y 7 años cuya culpa ha sido venir a este mundo desalmado en el que aún hay hombres que se creen con derechos patrimoniales sobre sus compañeras e hijos.
Qué ha fallado, por qué no estaba ya en la cárcel este asesino condenado por violencia de género. Por qué no ha servido para nada que su exmujer estuviese acogida al programa VioGen; qué protocolos no se han puesto en marcha, cómo es posible que estos criminales ganen por la mano a una sociedad que clama por la igualdad, el respeto, la libertad; que nos rompen, nos desarman.
Marroquí. El asesino de Las Pedroñeras, en Cuenca, es marroquí. Pero el hombre de 33 que ha disparado a su expareja, de 20 años, y a la madre de ella, de 45, en Zafarraya (Granada) para luego suicidarse, era carne patria. También el hombre de 74 que ha estrangulado a su mujer de 75 en Fuengirola. De aquí o de allá, jóvenes o en el epílogo de la vida.
Tres asesinos, seis víctimas con edades entre los 5 y los 75 años que se suman a la interminable lista de víctimas del maldito machismo, la maldita posesión del otro, este imposible de prestar protección y seguridad a las mujeres y a sus hijos. Asesinos sin vínculos conocidos que han unido para siempre a sus víctimas en el silencio, en la muerte. Tanta muerte.
Mi corazón llora. Mientras, mi ciudad apura sus fiestas y el cielo viste luto y tormenta, sábado negro. Este dolor.
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