28-F. Día de Andalucía
Ronda 1918: para empezar, una bandera y un escudo
Escenarios para una autonomía
El regionalismo del siglo XIX había impulsado el concepto de identidad andaluza, aunque es en la Asamblea de Ronda cuando se perfila un ideal autonomista y se aprueban sus símbolos, propuestos por Blas Infante

No se puede determinar un momento preciso en el que nace el concepto de Andalucía como modelo político. Desde 1874 se había producido un afianzamiento del federalismo que se expresó a través de movimientos regionalistas que demandaban autonomía de gestión. En Andalucía, las delegaciones del ... Partido Republicano Democrático Federal aprobaron en 1883 un proyecto de Constitución Federal para Andalucía, también conocido como Constitución de Antequera, la localidad malagueña que acogió este cónclave. Pero el concepto de Andalucía como entidad autónoma está inevitablemente unido a la figura de Blas Infante, quien articuló su pensamiento a través de dos herramientas fundamentales: el ensayo 'Ideal andaluz', publicado en 1915, y los Centros Andaluces, organismos encargados de articular y difundir este incipiente discurso regionalista.
Revista 'Andalucía'
El primer Centro Andaluz abrió sus puertas en Sevilla el 26 de octubre de 1916, siendo su presidente el propio notario malagueño. Desde este Centro, ubicado en el número 2 de la calle Azofaifo, se publicó la revista 'Andalucía', una plataforma de difusión de las ideas regionalistas destinada a despertar la conciencia del pueblo andaluz de acuerdo con los fundamentos expuestos por Infante en su 'Ideal andaluz'. El Centro Andaluz de Sevilla sería la primera sección local de todas las que compondrían el entramado de estas entidades en Andalucía, constituyéndose no sólo en las grandes ciudades, sino también en las serranías de Málaga y Córdoba, hasta un total de 34 repartidas por toda la geografía andaluza. Los Centros Andaluces actuaron en este periodo como eje vertebrador del llamado «Andalucismo histórico». En 1919 Blas Infante, junto a varios miembros de estos centros, firmaba en Córdoba un manifiesto que describía a Andalucía como «realidad nacional». Los Centros Andaluces no aspiraban a ser un partido político, sino que se trataba de una iniciativa cultural cuyo fin era despertar en los andaluces la conciencia de sus posibilidades como pueblo. Sus integrantes pertenecían mayoritariamente a la pequeña burguesía y clases medias urbanas.
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Desde estos Centros Andaluces se organizó la Asamblea de Ronda, celebrada el 13 y el 14 de enero de 1918. Se eligió Ronda por su ubicación, próxima al cruce de Bobadilla, por el que atravesaban los principales caminos de la región en aquel momento, y que hoy sigue siendo punto estratégico para las comunicaciones en Andalucía. Este cónclave se considera hoy el punto de arranque del andalucismo como corriente política, ya que allí se formalizó la demanda de autonomía, se formularon propuestas de carácter social y económico —lo más parecido a un programa electoral— y, sobre todo, se concretaron unos símbolos comunes: la bandera blanca y verde y el escudo.
Hércules
Aunque la oficialidad de la bandera y el escudo no quedó recogida en ninguna acta oficial, hay consenso entre los historiadores —entre los que figuran Manuel Ruiz Lagos o Juan Antonio Lacomba— en determinar que la aprobación de estos símbolos en Ronda fue a propuesta de Blas Infante. El líder autonomista ya había utilizado la figura de Hércules como símbolo de Andalucía en publicaciones anteriores, haciendo alusión al mito, a los leones y su vinculación con la ciudad de Cádiz, representada por las dos columnas que aparecen en el blasón. El lema de 'Andalucía para sí, para España y para la Humanidad', por otra parte, también aparece mencionado en la revista 'Andalucía' con anterioridad.
Más allá del valor simbólico de la bandera y el escudo de Andalucía, la asamblea de Ronda permitió ordenar por primera vez el ideario esbozado por Infante y proyectarlo sobre lo que hoy se denominaría acción política. En este sentido, la asamblea asumió la Constitución de Antequera y se dieron los primeros pasos en el largo camino hacia la autonomía. Así, en noviembre, once meses después del cónclave malagueño, el Centro Andaluz de Sevilla presentó una moción en la Diputación provincial reclamando la autonomía para Andalucía, una iniciativa mandatada por la asamblea de Ronda. Fue la primera vez que se reclamó oficialmente el autogobierno andaluz. Asimismo, se reivindicó autonomía para la 'patria andaluza' ante la Sociedad de Naciones.
Ronda 1918
En la Asamblea Regionalista de Ronda, celebrada en enero de 1918, se debatieron y se acordaron las directrices políticas e ideológicas de lo que sería el autonomismo andaluz. También se fijaron los primeros símbolos se la comunidad, su bandera y el escudo, con Hércules como protagonista. Blas Infante, uno de los principales precursores de la reunión, se refirió a ellos como «insignias de Andalucía».
1915: 'Ideal andaluz' de Infante
El libro de Blas Infante 'Ideal andaluz' recoge la teoría de lo que sería el andalucismo. El siguiente paso era llevar la teoría política a la práctica.
1916. Nacen los Centros Andaluces
El notario malagueño impulsó la creación de los Centros Andaluces, en los que se divulgaban sus planteamientos. Llegaron a existir 34 centros
1918. Encuentro en Ronda
La Asamblea de Ronda fue el primer encuentro a nivel regional de los pioneros del andalucismo. Participaron sesenta personas
El legado ideológico de la asamblea fue un manifiesto que desgrana la mentalidad con la que se afrontaba el autonomismo en aquel andalucismo primigenio. Llama la atención la constante apelación al orgullo y la historia andaluza: «Ha llegado la hora de que Andalucía, la región que siempre fue más civilizada de España y, en ocasiones, la nación más civilizada del mundo, despierte y se levante para salvarse a sí misma y salvar a España de la vergonzosa decadencia a que han sido arrastradas durante varios siglos por los Poderes centrales, presididos por hombres inconscientes o malvados», arranca el texto.
Contra la oligarquía
El manifiesto de Ronda anima a terminar con la «oligarquía nacional» y llama a poner en valor el potencial andaluz sin ocultar la referencia de Cataluña como modelo a seguir. «A nosotros corresponde fortalecer Andalucía y los municipios andaluces, unificando su fuerza para intimar con ella, como hace Cataluña, a los poderes centrales, a fin de obtener de éstos lo que de grado no otorgan: instituciones de enseñanza, caminos, canales y reivindicaciones económicas y financieras debidas a la vida de nuestra región».
«La dignidad de los andaluces exige la creación en Andalucía de un pueblo consciente y capacitado; exige el concluir de una vez, sea como sea, con los caciques y sus protectores los oligarcas; hay que evitar continúe siendo Andalucía el país del hambre y de la incultura; la tierra más alegre de los hombres más tristes del mundo», prosiguen las conclusiones de la Asamblea de Ronda, que especifica objetivos concretos a conseguir: la reforma agraria, un tema recurrente en la sociedad de comienzos del siglo XX —«tenemos que tomar la tierra de aquellos que no la cultivan, para entregarla a los que deseen trabajarla»—, desterrar el analfabetismo, conectar por carretera todos los municipios andaluces, fomentar la industria, explotar la riqueza minera, poblar los bosques y «crear en todos los pueblos o comarcas instituciones de enseñanza técnica y práctica ordenadas al florecimiento de la cultura, de las artes, de la industria, de la agricultura y de la minería».
El manifiesto de Ronda acaba con una figura retórica, casi literaria. «Hay que concluir con la leyenda vergonzosa de la Andalucía de pandereta, vestida de colorines, esclava de caciques y prostituta de toreros. Para emprender esta obra es preciso, ante todo, fomentar el espíritu regional, el patriotismo regional, y para ello necesitamos de la unión estrecha, en un solo cuerpo y espíritu, de todas las provincias andaluzas». Y concluye con un alegato muy al estilo de la época: «la España centralista ha muerto. La colonización industrial extranjera, que la explota y domina, y su absoluta impotencia internacional, lo revelan bien claramente. ¡Viva Andalucía y la Federación de las Regiones españolas!»
Participantes
En la Asamblea participaron unas 60 personas procedentes de 39 localidades diferentes de toda Andalucía, Ceuta, Huesca y Madrid. Todo un éxito, teniendo en cuenta las limitaciones que existían entonces para desplazarse de un lugar a otro. Por provincias, Cádiz aportaba el grupo más numeroso, catorce personas, y por extracción social, más del 60 por ciento eran miembros de cierta burguesía económica y profesional.
Respecto al desarrollo de las sesiones, no se tienen datos exactos del debate, ya que no se levantaron actas de las reuniones. Las únicas referencias fiables son las crónicas de la revista 'Andalucía', que adelantaría unos meses la publicación del Manifiesto para la adhesión a la Asamblea de Ronda, cuenta Enrique Iniesta en su libro 'Blas Infante, toda la verdad'. Según estas crónicas, entre los asistentes no existía una idea clara sobre qué debía ser Andalucía, más allá de una conciencia generalizada del atraso social y económico de la región, del que se culpaba al poder centralista. Pero en cuanto el debate descendía de lo etéreo a lo terrenal, tropezaba.
El propio Blas Infante propuso, para salir del atolladero en el que aquello amenazaba con convertirse, tomar como punto de partida para el debate el proyecto de Constitución Federal de Andalucía que se presentó en Antequera en 1883, con más carácter regionalista que nacionalista, y posponer cualquier decisión a una próxima Asamblea, que se celebraría en Córdoba.
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