Día Mundial del riñón
Más de un millón de andaluces sufren enfermedad renal en alguna de sus fases
Aunque la tasa de prevalencia de la región (1.330) está por debajo de la media nacional (1.410), el número de casos que precisan de diálisis o trasplante crece año tras año y se sitúa en 11.500 andaluces
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![Un paciente recibe un tratamiento de diálisis](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/14/dialisis-paciente-renal-kwUE-U601479208954haE-1200x840@diario_abc.jpg)
Se le conoce como la 'epidemia silenciosa', pues el desarrollo de esta enfermedad no ofrece síntomas claramente indentificables y los expertos ya hablan de que podría convertirse en la segunda causa de muerte en España. Hablamos de la enfermedad renal crónica, una ... dolencia que ya afecta a 11.500 andaluces y que tienen en este 14 de marzo su día conmemorativo mundial como aliento a una realidad compleja y, sin duda, un grave problema de salud pública.
Esos millares de pacientes son los que precisan de diálisis o, directamente, de un trasplante de riñón. Si se compara con la media española, la prevalencia andaluza (el número total de casos) marcó en 2022 una tasa de 1.330 personas por cada millón de población (pmp) frente a las 1.410 pmp del promedio nacional.
Respecto a los nuevos casos diagnosticados, lo que se conoce en estadística sanitaria como incidencia, la tasa andaluza (150 pmp) se mueve en los mismos términos que la general. Más allá de las proporciones, 1.229 andaluces son los que han empezado el tratamiento renal en Andalucía. Se aprecia que el 57% de los pacientes son mayores de 65 años, lo que nos indica que la edad media va subiendo cada año.
Aunque pueda parecer alentador, la realidad es que el volumen de personas con la enfermedad avanzada crece año tras año. No en vano, la Sociedad Española de Nefrología indica que la tasa de infradiagnóstico, es decir, no identificados y tratados en los estadios iniciales, es del 40 por ciento.
Es más, se estima que un 15% de la población española tiene enfermedad renal en alguna de sus fases, lo que extrapolado al caso autonómico indica que un millón de andaluces tienen el problema en estos momentos. En 2021, la población regional total era de 8.472.407 personas.
El presidente de la institución, Emilio Sánchez, vaticina que de seguir la tendencia, «un tercio de las personas mayores de 65 tendrán ERC y ésta será la segunda causa de muerte en nuestro país».
Por si esto no fuera suficiente, se hacen eco de estudios que hablan de un aumento de los costes sanitarios directos de casi el 14%. Por poner un ejemplo, en 2027 se llegaría a 4.890 millones de euros, una cantidad que «equivale al 7% del presupuesto actual de todas las comunidades autónomas en Sanidad y que se acerca al presupuesto total de comunidades como Navarra o Asturias».
La prevención es la clave
Los profesionales guían su proceder en torno a una estrategia nacional de 2015 que ya se antoja obsoleta. Nuria Aresté, presidenta de la Sociedad Andaluza de Nefrología (Nefrosan) pone el acento en la prevención, en llegar antes: «Entonces -cuando se aprobó- no teníamos armas para ello. Ahora han aparecido fármacos que pueden prevenir la enfermedad renal».
A nivel regional, recuerda que «en Andalucía tenemos un plan de tratamiento pero enfocado a la enfermedad renal avanzada. No tenemos nada para empezar a tratarla en las fases más precoces».
En opinión de Aresté, «hay que ir a los factores predisponentes, que son la obesidad, la diabetes o la hipertensión», que además están en aumento por el estilo de vida actual. La detección precoz en este tipo de pacientes es clave, porque es muy probable que tiempo después tengan una enfermedad renal crónica si no les trata.
La dificultad estriba en que «los riñones no duelen, salvo en casos de cólico nefrítico o de tumor» y en que no está tan inculcado en la sociedad la necesidad de llevar un control de estos parámetros, como sí ocurre por ejemplo con el colesterol o la tensión arterial.
«A una persona que tenga por ejemplo diabetes no le va a doler el riñón, pero igual está desarrollando la enfermedad renal y no lo sabe. Por eso conviene que se haga análisis, que además no son caros, son sencillos y accesibles desde Atención Primaria»., explica la nefróloga, que trabaja en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla.
«Una prueba rutinaria que nos da mucha información, pero que no suele hacer, son los análisis de orina, en los que se puede ver fácilmente si se eliminan proteínas, si hay sangre...», recuerda al mismo nivel que las ecografías. «No hay que ir a un especialista para pedirlas».
La clave es evitar que el paciente llegue al tratamiento renal sustitutivo, concepto que engloba desde la diálisis a los trasplantes de riñón o los tramientos conservadores. De paso se estará evitando que la persona desarrolle problemas cardíacos serios, como los ictus, muy vinculados al desgaste renal. Se produce una especie de círculo, de forma que «los cardiópatas tienen más riesgo de desarrollar la enfermedad renal, y la mayor mortalidad de los pacientes con ERC viene por enfermedades cardiovasculares», aclara Aresté.
El tratamiento sustitutivo
Entre las novedades de la nueva estrategia sanitaria que se pretende impulsar, desde Nefrosan promueven la diálisis domiciliaria, más desconocida, pero que da mucha calidad de vida al paciente y ofrece varios beneficios. «Puede ser de tipo peritoneal, a través del abdomen, en la que es el propio cuerpo el que depura la sangre con un líquido; o la hemodiálisis, la que todo el mundo conoce en la que la sangre pasa por una máquina y vuelve al cuerpo», detalla la presidenta.
La diferencia es que si la hemodiálisis hospitalaria se realiza tres veces en semana durante cuatro horas, con la consiguiente alteración de las labores o vida cotidiana, la domiciliaria se lleva a cabo día a día, durante una hora. Esto permite a la persona seguir trabajando, elegir en qué momento se aplica la técnica, o incluso hacerlo en la casa donde se pasen las vacaciones, lo que libera de tener que pedir plaza en los centros de salud de las playas, que suelen estar saturados en verano. «Es cierto que no todos los pacientes pueden optar a esto, pero podrían hacérsela muchos más de los que se la hacen», abunda en relación a una terapia en la que Andalucía está por debajo de la media del país.
Un último avance respecto a ese 2015 que ahora se quiere superar es que el trasplante de riñón se puede hacer en algunos casos de forma anticipada, sin necesidad de que la persona llegue a la etapa final. Y de donantes vivos, «lo cual siempre es mejor porque el órgano de una persona fallecida algo ha sufrido. Siempre se busca perservar todas las garantías para ese familiar, amigo o cónyuge donante, que no tengan perjuicios sanitarios» concluye Aresté.
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