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obituario

Muere Margarita Ruiz Schrader, exjefa de Protocolo del Ayuntamiento de Córdoba

Fue, mientras pudo, la memoria viva de la institucionalidad con una vida que la llevó desde el Berlín nazi a la Córdoba de Anguita

El día que Julio Anguita lloró a las afueras de Córdoba cuando fue elegido alcalde

Margaarita Ruiz Schrader, ya jubilada en 2007 Archivo
Rafael Ruiz

Rafael Ruiz

Córdoba

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Ha muerto Margarita Ruiz-Santaella Schrader, a quien se le apeó el apellido completo paterno, y que fue mientras pudo la memoria institucional del Ayuntamiento de Córdoba de la democracia y su jefa de protocolo durante más de veinte años. El tiempo que va de Julio Anguita a Rosa Aguilar con el interregno de Rafael Merino, en el que fue Rafael Pérez de la Concha quien llevó el cargo.

Decir que Margarita Ruiz tuvo una vida de película es quedarse corto. Su padre fue José Ruiz Santaella, diplomático de la España franquista en el Berlín del Tercer Reich y fundador de la Escuela de Agrónomos. Su madre, alemana, era Carmen Schrader. Ambos fueron reconocidos como Justos entre las Naciones.

Como en 'La lista de Schindler', realizaron acciones precisas para salvar a personas de religión judía del holocausto. Sus nombres aparecen destacados en la memoria del pueblo de Israel para quien evitó que la Shoah se llevase aún más vidas por delante. La primera infancia de Margarita Ruiz se llevó a cabo en embajadas europeas.

La exjefa de Protocolo municipal llegó al Ayuntamiento de Córdoba ya en democracia por vías indirectas. El jefe municipal de las relaciones instituciones era Antonio Bejarano. Pero el gobierno municipal de Anguita ya empezaba a tener presencia institucional suficiente. Accedió a la plantilla municipal por medio de Herminio Trigo que la llamó para un congreso concreto.

Córdoba se colocaba entonces, año 1984, como ciudad no nuclear. Y entró en el Ayuntamiento para ayudar en la organización del congreso porque el protocolo lo aprendió después, ya con la práctica. Fue el famoso congreso donde se invitó a un científico soviético experto en invierno nuclear que, tras varios días borracho como una cuba, desertó en Madrid. El caso aún sigue en los archivos de la CIA como demuestran los archivos desclasificados. Nunca se encontró al científico, convertido en una leyenda de los servicios de inteligencia.

En un tiempo en el que la izquierda reniega de los ritos y la etiqueta, Margarita Ruiz no pasaba ni una. Es famoso su rifirafe con Anguita porque el gobierno municipal se presentó en un acto en mangas de camisa. Porque Ruiz Schrader imponía. Alta y dialogante hasta la extenuación pero con un deje alemán que nunca perdió en el acento y que daba su poquito de miedo. Una bronca de Margarita era temible.

En el Ayuntamiento era una autoridad. Y lo fue también fuera de la institución donde se le pedía consejo y se asumían sus decisiones como la experimentada responsable de protocolo que fue hasta su jubilación. Los exigentes técnicos de Protocolo de Moncloa o Casa Real confiaban plenamente en su criterio. No hay acto celebrado entre esos mediados de los ochenta y los dos miles que no tuviese detrás la mano de Margarita y de sus colaboradores.

Mujer de izquierdas, la jubilación puso fin a su actividad municipal de organizar a la corporación con un equipo animoso para que parecieran presentables. Pero siguió con cierta actividad pública en el Instituto Estudios Trasnacionales (INET) o la fundación Paradigma, foros ambos relacionados con el mundo progresista.

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