Los abertzales se jactan de su éxito y toman la calle al grito de «¡UPN Kanpora!»
Los concejales del PP y de UPN abandonaron el Ayuntamiento entre abucheos e insultos
Cayetana Álvarez de Toledo retrata al PSOE con la hemeroteca: «Somos gente muy de fiar, no vamos a pactar con Bildu»
28D, a los Inocentes les vendieron Pamplona
Antes de que la Plaza del Ayuntamiento se empezara a llenar de gente ya se había llenado de policías. La doble convocatoria de simpatizantes de UPN y de Bildu amenazaba con convertir el epicentro de la ciudad en un avispero y cualquier precaución ... era poca.
Y eso que desde el entorno abertzale se lanzaban consignas para que la jornada fuera festiva. «Hoy empieza un tiempo nuevo en Pamplona, un tiempo de progreso, consenso y respeto. Por ello, despediremos a UPN con un silencio ensordecedor. No responderemos a ningún tipo de provocación», rezaba el mensaje dispuesto en una octavilla que repartían los acólitos de Asirón.
Eran ellos los que pedían la paz. El mundo al revés. A pesar de esa llamada a la calma, los insultos de los radicales no tardaron en aparecer cuando Javier García, presidente del PP Navarro, y Carmen Fúnez, vicesecretaria de organización Nacional de ese partido, trataban de explicar a los medios lo que ellos consideraban una «moción de la infamia» y una «traición de Sánchez». En ese instante, varios radicales les han increpado y les han invitado a irse de la ciudad: «A llorar, a la llorería». Al menos, ya no amenazan con pistolas.
El episodio, desagradable, dejaba entrever un ambiente de triunfalismo entre los abertzales, que minutos después inundaban ya la plaza y exhibían pancartas pidiendo el acercamiento de presos etarras. Lo de siempre, pero cargados de esperanza gracias al guiño del PSOE y de Pedro Sánchez.
Jaleaban a Asirón, mientras a un puñado de metros un grupo de simpatizantes de UPN aguantaba el tipo. Su rabia la concentraba dentro del pleno la alcaldesa saliente, Cristina Ibarrola, cuyo discurso de despedida condensó en diez minutos todo su argumentario de los últimos días.
Brillante intervención que se alargó en la rueda de prensa posterior, en la que solo tuvo un desliz. Uno, pero que le perseguirá para siempre. «Nunca sería alcaldesa con los votos de EH Bildu. Nunca apoyaría a EH Bildu a cambio de nada, prefiero fregar escaleras». Una última frase con la que sus detractores trataron de borrar todo lo que había ocurrido antes en el Salón de Plenos y más allá. Un clasismo sacado de contexto para tapar años de violencia consentida y homenajes a etarras.
Mientras la exalcaldesa hablaba, por las ventanas del Ayuntamiento se colaba la charanga, lo único cultural de la concentración abertzale que había fuera. De hecho, la salida de los concejales de UPN y del PP mostró la peor cara de los concentrados. De nuevo insultos y abucheos. Gritos de «¡UPN kanpora (fuera)!» y de «basura». De «hijos de puta». De todo, menos el silencio ensordecedor. «Estamos acostumbrados, por desgracia. El respeto y el sosiego que pedía el nuevo alcalde le ha durado bien poco a la ciudad», resumía a ABC una trabajadora del ayuntamiento.
Entre los más sorprendidos, Carmen Fúnez, que pocas veces había vivido un ambiente similar en una toma de posesión de un alcalde. Los aplausos a la salida de los concejales socialistas son la mejor prueba de que el PSN ha cruzado una línea de complicado retorno.
La presencia del nuevo equipo de gobierno en el balcón desató la euforia. «Ha sido inenarrable. Es mi chupinazo», reconocía Asirón, envuelto en un perfil bajo que llamaba la atención. Como si el proceso de blanqueamiento de Bildu lo estuviera ya desarrollando la inteligencia artificial. «Deseábamos y creemos que está siendo un día vivido desde el respeto. Pedíamos respeto, sosiego y alegría y creo que se está cumpliendo», afirmaba el nuevo alcalde, quien trataba de justificar su silencio en el pleno como un acto de concordia.
«Han sido días poco edificantes en cuanto a los discursos que se han escuchado, con muchas descalificaciones, y no hemos querido echar más leña al fuego. Ahora espero que las aguas vuelvan a su cauce», apuntó.
Lo hizo ofreciendo diálogo al PP y a UPN a sabiendas de que la única puerta que necesita tocar es la del PSOE, abierta por Sánchez tras el 23J para continuar cuatro años más como presidente del Gobierno.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete