Griñán, el presidente que arrojó la toalla cercado por los ERE

«No hay razones jurídicas para imputar al hoy presidente de la Junta de Andalucía», manifestaba refiriéndose a sí mismo José Antonio Griñán el pasado 24 de julio, día en el que anunció que los motivos personales, y no el estar cercado por la polémica desatada por el escándalos de los ERE, era lo que le movía a dejar el cargo de primer mandatario de la Comunidad andaluza.

José Antonio Griñán, consejero de la Junta primero, ministro, vicepresidente del Ejecutivo andaluz y finalmente presidente autonómico, ha vivido durante los últimos meses bajo la espada de Damocles de una posible imputación, que finalmente se ha consumado.

Griñán fue señalado directamente por el dedo de su antecesor en el cargo, Manuel Chaves, para convertirse en presidente de la Junta de Andalía. Pese a perder las elecciones de marzo de 2012, se mantuvo en el machito gracias al acuerdo suscrito con Izquierda Unida. Protagonista de una dimisión exprés en el momento en el que la juez Mercedes Alaya hacía las maletas tras sus vacaciones para incorporarse a su despacho, dejó su puesto en manos de la que fue su consejera de Presidencia e Igualdad, Susana Díaz.

Tocado por el escándalo de los ERE , desde el primer momento se vio que tenía todas las papeletas para la imputación, especialmente desde que el exinterventor de la Junta entre 2000 y 2010, Manuel Gómez, declaró ante la comisión de investigación parlamentaria y posteriormente ante la magistrada. Gómez ha sostenido siempre que el mandatario socialista, en su etapa de consejero de Economía, «cebó la partida de los ERE» y que tanto él como la que era en ese momento su viceconsejera, Carmen Martínez Aguayo, recibieron informes en los que se les advertía de la ilegalidad del procedimiento seguido para financiar los ERE.

De nada le ha servido a Griñán, melómano, cinéfilo, lector empedernido y profundo conocedor de las teorías económicas, el convencimiento de que todo lo que se hizo fue correcto y con arreglo a la legalidad. Mercedes Alaya no opina igual.