javier arenas
«El escándalo de los ERE se va a llevar por delante a Chaves y a Griñán»
El candidato popular a la Junta vincula los escándalos de la Comunidad con los 30 años de gobierno del PSOE y apuesta por el cambio social

Queda un año para las elecciones andaluzas. Es decir, estamos en el minuto 20 de la segunda parte y su equipo gana cómodamente. ¿El partido está ya ganado o el rival todavía puede remontar?
—El partido no está ganado en absoluto. Pero no le veo capacidad de recuperación al adversario, porque es una liga muy larga: treinta años de gobierno cuyo balance es record de paro, de escándalos y de abusos en Andalucía. Creo que la tendencia al cambio es imparable y ahora mismo el 80 por ciento de los andaluces apuestan por él.
—Las encuestas le sitúan como ganador, pero apuntan también un 25 por ciento de indecisos, un porcentaje muy elevado. ¿No teme que exista un voto oculto del PSOE que pueda dar la vuelta al marcador?
—El PSOE está provocando una gran decepción en los ciudadanos con el incumplimiento permanente de sus promesas. De estos votos hay una parte nítida que vendrá al PP, si no no estaríamos en el 48 por ciento de los votos en Andalucía; otra parte va a IU y otra parte optará por no votar. Pero creo que la mayoría social del cambio está construida con votantes del PP y del PSOE e IU que, aunque el PP no represente el 100 por cien de sus conceptos ideológicos, creen que merece la pena darnos una oportunidad.
—¿Siente el vértigo de ser favorito? ¿Tiene más miedo ahora que cuando sabía que iba a perder el partido?
—Siento cero vértigo y mucha responsabilidad. Los vértigos los superé hace muchos años. Tengo hambre de gobierno porque tengo hambre de transformación de la sociedad andaluza. No quiero ganar, quiero gobernar para transformar la sociedad, porque los andaluces merecen un gobierno que sea símbolo de austeridad y reforma. Pero los meses que esperan van a ser dificilísimos, desconocidos en la política andaluza hasta ahora.
—¿A qué se refiere? ¿Teme juego sucio, volviendo al símil futbolístico?
—Van a ser meses muy duros en términos económicos y sociales, y también en política, porque el socialismo va a usar todo tipo de artes para impedir la alternancia. Ya han asumido que las elecciones generales se pueden perder, pero en la genética del socialismo moderno es inaceptable no gobernar en Andalucía. Veremos al régimen en su peor expresión.
—No es por quitarle mérito al juego de su equipo, pero convendrá conmigo en que el rival se ha marcado varios goles en propia puerta. Así se las ponían a Felipe II...
—Lo más importante para el PP es que los andaluces nos conceden más crédito y confianza para salir de la crisis que al PSOE. Nos hemos ganado esa confianza. También es verdad que aquí se conjuga el acierto de la oposición con el desastre del gobierno andaluz. Mire usted, en este partido hay tres elementos clave: 30 años de poder, la crisis más virulenta de España y el terrible fracaso del cambio de liderazgo de Chaves por Griñán.
—¿La Junta no detectó el fraude de los ERE o no lo quiso detectar?
—El asunto de los ERE es tan importante que se llevará por delante al señor Chaves y al señor Griñán. Desde el primer momento han tratado de impedir la investigación parlamentaria y obstruir la acción de la juez, y no quieren asumir responsabilidades.
—¿Pero cree que lo sabían?
—Sabían desde el primer día que era una práctica muy cómoda, repartir dinero a quienes le apetecía y sin que nadie se enterara. Con los ERE ha habido un abuso monumental que a los socialistas le parecía normal porque creen que la reiteración de sus victorias electorales les da derecho a la impunidad.
—¿Qué habría hecho un gobierno presidido por usted para evitar este abuso?
—El escándalo de los ERE nunca se hubiera producido sin un gobierno que lleva gobernando treinta años. Lo primero, por tanto, sería la limitación de mandato de los presidentes de la Junta de Andalucía a ocho años. En segundo lugar, que ni un sólo euro de la Junta se administre sin control parlamentario y de los funcionarios; eso significa modificar de la a a la z la actual Ley andaluza de Hacienda Pública. En tercer lugar, constituir en el Parlamento una comisión de vigilancia de todas las contrataciones de la Junta y, en cuarto lugar, que no se conceda ni un contrato ni una subvención a ningún familiar de alto cargo si no es a través de concurso público ganado dignamente.
—Usted concedió muchos ERE como ministro de Trabajo. ¿Pone la mano en el fuego por todos ellos?
—En el Ministerio de Trabajo había unas ayudas excepcionales para ERE, y la diferencia con Andalucía era muy clara: existía una orden publicada en el BOE. Y curiosamente, quien publicó esa orden fue el ministro Griñán, quien luego ha estado concediendo ERE en Andalucía sin ningún tipo de orden. Todas las ayudas que daba el Ministerio se publicaban el BOE, y todas tenían un control a priori de la Intervención General del Estado. Además, eran ayudas que no veía el ministro, porque la resolvía la directora general de Trabajo, que era una profesional como la copa de un pino que ha estado con siete ministros de dos colores distintos. Si la Junta hubiera dado las ayudas como se daban en el Ministerio, en este momento no estaría hablando de este fenomenal escándalo.
—Pues a pesar de estos controles, su Gobierno aprobó el ERE de Minas de Riotinto, en los que las vidas laborales estaban alteradas. ¿No hay un momento en que todos los gobiernos miran para otro lado para arreglar un conflicto social?
—Se aprobó porque tenía todo los avales de la inspección de trabajo y de la autoridad laboral competente, que era la Junta de Andalucía. Mire usted, yo he tenido la posibilidad de ordenar el cierre de algunas empresas por deudas con la Seguridad Social. Cuando se está en el Gobierno siempre se intenta aplicar la ley en beneficio del empleo, pero una cosa es el beneficio de empleo y otra el beneficio del chanchullo, que es lo que ha pasado en Andalucía. Lo que no se puede hacer es dar ayudas encubiertas a empresas que tiene beneficios. Y le voy a decir una cosa: el día que se sepa las empresas que teniendo beneficios han sido ayudadas sin publicidad por la Junta en los ERE, el PSOE se abochornará.
—No me enseñe el caramelo y lo esconda, hombre... Diga nombres.
—Los diré en su momento. Hay muchas empresas con beneficios que han recibido ayudas, como hay muchos intermediarios que han recibido pagos y como hay intrusos.
—¿Cree que el escándalo de los ERE esconde financiación del PSOE?
—No lo descarto en absoluto.
—¿Cree que los sindicatos eran parte de la trama?
—Creo que han tenido un papel en los ERE que tienen la obligación de explicar. Ha habido algunos sindicalistas que han formado parte de la trama, pero no creo que los sindicatos como tal formasen parte del complot.
—Usted focaliza la corrupción en el Gobierno andaluz. Pero el 50 por ciento de las empresas que recibieron ayudas para el empleo de la UE las utilizaron de forma fraudulenta. ¿No cree que la corrupción es un problema social que se extiende más allá de la administración?
—Bajo ningún concepto podemos aceptar que Andalucía sea sinónimo de PSOE. Debemos romper esa ecuación, porque es un concepto abiertamente totalitario. Los socialistas llevan mucho tiempo imponiéndolo; en muchas ocasiones hemos criticado políticas del PSOE y nos han contestado que estábamos agrediendo a Andalucía. Se han fomentado desde la Junta de Andalucía prácticas nocivas porque estaban convencidos de que generaban dependencia del poder. Pero es una injusticia identificar a Andalucía con los escándalos.
—¿Porqué cree que Griñán no será candidato en las andaluzas?
—Porque la mayoría social del cambio está ya en la calle, los resultados de las elecciones municipales van a suponer una crisis interna en el PSOE y Griñán no va a ser candidato. No está en su carácter ni en su soberbia intelectual ser el primer socialista en perder en Andalucía.
—Él le reprocha que se presente usted tras haber perdido tres veces...
—He ejercido la oposición parlamentaria en Andalucía menos de cinco años. Me he presentado a las elecciones tres veces, y en todas tuvimos un crecimiento espectacular. Si hubiéramos descendido en votos una sola vez no me hubiera vuelto a presentar.
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