Lucio Urtubia, el español que robó al banco más importante del mundo
El navarro se convirtió en uno de los hombres más buscados en los ochenta y puso entre la espada y la pared al First National Bank
'La prueba de la billetera', un experimento mundial, ¿lo pasarías?
![Lucio Urtubia sosteniendo su autobiografía](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2023/07/04/lucio-urtubia-robin-hood-espanol-albanil-kKnC-U190333502411PIG-624x385@ElCorreo-Rqfzl9PWRGgPUU8pIZr2V9H-1200x840@abc.jpg)
Cursaron cinco órdenes internacionales para su búsqueda y captura, una de ellas expedida por la CIA. Fue uno de los hombres más buscados de los años 80. En su historial se incluye el intento de secuestro frustrado del nazi Klaus Barbie en Bolivia, y sus falsificaciones ayudaron a escapar a Eldridge Cleaver, el líder de los Panteras Negras. Incluso el propio Urtubia aseguraba que llegó a hablar con el Che Guevara para proponerle una de sus ideas. Su vida «Es una historia de cómo una pulga puede vencer a un elefante», dijo Javier Ruiz Caldera, el director de la película inspirada en su vida para Netflix, y por increíble que parezca «esto pasó de verdad», afirmaba.
Como narran en el documental 'Lucio' a la policía le costó creer que un modesto albañil y padre de familia hubiera puesto en apuros al banco más poderoso del momento. Y Evelyn Mesquida, corresponsal en París por entonces comenta «un hombre sin apenas preparación, sin estudios, que no había ido a la escuela fuera capaz de hacer los billetes falsos más perfectos que habían visto en su vida- según los expertos del banco- parecía algo increíble».
Lo cierto es que este navarro encontró una grieta en el sistema del 'First National City Bank' y lo puso contra las cuerdas haciéndole perder millones. Es una historia que Lucio Urtubia, fallecido en julio de 2020 a los 89 años, llegó a decir que ni él mismo se creía todo lo que había vivido.«El ocultamiento, la falsificación y el espíritu de supervivencia están en la esencia de su historia», comentaba uno de los directores del documental 'Lucio' a los medios.
Primeros pasos
Nació en la localidad navarra de Cascante en 1931, en el seno de una familia de escasos recursos. Eran seis hermanos y Lucio destacó desde el principio. En el documental su hermana Pilar Urtubia apunta que «todo es de un vientre, pero no de un temple, y él era diferente». Comenzó con pequeños hurtos, en su autobiografía 'Mi utopía vivida', escribe «yo no respetaba nada de todo lo prohibido. Si quería y necesitaba algo, hacía lo oportuno por obtenerlo».
Su hermano camionero llevó a Lucio a trabajar a Valcarlos, en la frontera hispanofrancesa. El jovencito Urtubia daba sus primeros pasos con el contrabando de alcohol, medicamentos o café y dado que apuntaba maneras en este tipo de actividades encontró un nuevo negocio del que sacar partido.
Mientras hacía la mili en Logroño consiguió el codiciado puesto de la cantina e hizo amistad con dos soldados que trabajaban en el almacén. Se dieron cuenta que ahí tenían un filón a su disposición, una gran cantidad de productos que podían vender en el mercado negro por un buen precio. Lucio se encargaba de sacarlos del cuartel usando los cubos de basura de la cantina, disfrutando en el proceso del hecho de engañar a sus superiores ante sus narices. Cuando fue descubierto el saqueo coincidió con que estaba de permiso y decidió no volver, escapando de la posibilidad de la cárcel o el fusilamiento, desertó a Francia.
Una doble vida
«No sabía nada de nada, ni lavarme las manos. Así llegué a París en 1954, con una mano delante y otra detrás», explicaba Urtubia. Aterrizó sin hablar una palabra de francés, en una época en que muchos españoles que habían luchado en la Guerra Civil en el bando republicano se marchaban para encontrar refugio en el país galo.
Urtubia comenzó con el otro oficio que ocuparía su vida hasta que se jubilase a los 73 años, el de albañil. Sin saberlo, sería el mejor camuflaje para su doble vida. Él se consideraba comunista, pero según relata en sus memorias, un día un compañero le preguntó: «¿Pero tú qué política tienes?, ¿Qué eres? y dije comunista». Los compañeros se rieron y le dijeron: «¡Tú eres anarquista!».
Se inscribió en unos cursos de francés de las Juventudes Libertarias y empezó a frecuentar el local de la CNT, que era también un lugar de reunión de exiliados e intelectuales como el nobel Albert Camus o el escritor surrealista André Breton. Pero llegado un día, el secretario de la CNT, Germinal García le pidió a Lucio que dado que tenía un piso si podían disponer de él para ocultar a tres revolucionarios, y uno de ellos, era el maqui Quico Sabaté, uno de los hombres más buscados de España.
Un encuentro que marcaría un antes y un después en la vida de Urtubia. Sería su maestro y el que lo introdujo en el mundo de los atracos para obtener fondos para la causa revolucionaria. De hecho usó las armas que Sabaté le pidió custodiar en caso que las autoridades quisieran extraditarlo a España, para realizar su primer atraco con un amigo en el boulevard Magenta, en París. Pero para el lenguaje de Urtubia ese acto era «una expropiación».
Sin embargo, como él mismo reconoce nunca se sintió cómodo apuntando a punto de pistola a simples asalariados. «Yo cuando iba a expropiar un banco me orinaba en el pantalón», explicaba siempre a los periodistas. Estos robos le valieron el apodo entre sus allegados del 'Robin Hood español' o 'el buen ladrón'. Sobre otras actividades que también realizó Urtubia se mostraba en el documental más reticente a hacer comentarios.
Un nuevo mundo
Sabaté al salir de la cárcel le dio varias direcciones en España, donde podía entregar todo lo recaudado, y Urtubia viajaba hasta la frontera para las entregas. Pero vio más futuro y menos violencia en la falsificación de documentos de identidad, pasaportes o carnés de conducir para ayudar a sus compañeros. Urtubia contaba que «gracias a ellos, se podían alquilar coches, que se devolvían o no, pisos, abrir cuentas bancarias, viajar, pagar, no pagar... Con ellos se nos abrían las puertas de los lugares que nos estaban cerrados». De esto pasó a apuestas mayores convenciendo a expertos en el arte de la falsificación de papel moneda.
Fue cuando Urtubia tuvo la oportunidad de encontrarse con el Che Guevara en el aeropuerto parisino de Orly, donde iba a hacer escala, gracias a la amistad que había forjado con la embajadora de Cuba en París. Un encuentro que aún hoy resulta difícil de determinar si realmente pasó. Urtubia relataba que le propuso al Che- que en ese momento era ministro de Economía- imprimir millones de dólares para inundar el mercado estadounidense con moneda falsa y así desestabilizar su mercado. Pero al político y guerrillero argentino le pareció una propuesta sin mucho futuro y la rechazó.
Un golpe maestro
Decepcionado por ese encuentro, empezó a preparar su próximo gran golpe. Urtubia compraba cheques de viajes (travelers checks) con documentación falsa, y después se dedicaba a imitarlos. Estos cheques se podían adquirir en la sucursal de un banco, y después ser cobrados en otra parte del mundo donde la entidad bancaria tuviese una sede, y dado que era el banco más importante del momento tenía sucursales en cada rincón.
De esta manera esas falsificaciones se fueron repartiendo por todo el mundo, y los equipos de Urtubia los cobraban de forma coordinada antes de que el banco se diese cuenta del engaño. Esto era posible porque al comprarlos usaban el número de registro de los cheques verdaderos para hacer los falsos. La principal virtud de estos cheques es que solo podían ser cobrados una vez, y se convertían en la divisa del destino donde se intercambiaban. Pero este era también su problema.
Urtubia hizo perder al banco unos 20 millones de dólares de la época, a través de la falsificación de 8.000 hojas de 25 cheques de viaje de 100 dólares. Hasta que en 1980 el navarro recibió una oferta demasiado atractiva para rechazarla. Un amigo había encontrado un comprador que le pagaría el 30% del valor de los cheques, de esta forma el equipo de Urtubia podría evitar el peligro de ir a cambiarlos a las sedes del banco. Pero era una trampa orquestada por las autoridades y Urtubia fue detenido y enviado a la prisión parisina de La Santé. Sin embargo, la suerte de Urtubia no acabaría ahí.
Un intercambio de película
Uno de sus abogados era Roland Dumas, el letrado de Pablo Picasso que más tarde sería ministro de Exteriores de Francia. En el documental Dumas cuenta: «Comprendí al momento que el dinero no era para él, que se trataba de una empresa política, algo loca».
El navarro estuvo seis meses encarcelado. En ese tiempo el principal problema para la entidad financiera es que la policía no logró encontrar las planchas con las que falsificaban los cheques, y el equipo de Urtubia seguía en activo y los cheques moviéndose por todo el mundo. La credibilidad del banco estaba en juego, no podían anularlos todos porque crearían el pánico entre sus clientes al pensar que no podrían recuperar su dinero. Y la pérdida de confianza los pondría en peligro de bancarrota. El banco desesperado decidió negociar.
![Lucio Urtubia, el español que robó al banco más importante del mundo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2023/07/08/urtu-U31628424453ggx-624x350@abc.jpg)
Fue el magistrado Louis Joinet, el que fuera asesor del primer ministro francés y que había conocido a Urtubia, quien convenció a los abogados del banco para que iniciaran conversaciones con el navarro, al que todos consideraban el jefe de la operación. La entidad le ofreció retirar los cargos a cambio de las planchas, que fueron depositadas en una consigna de la estación parisina de Austerlitz.
Un intercambio que los letrados involucrados describieron como de película de robos. Éste se llevó a cabo en la habitación de un hotel de los Campos Elíseos, cuando el banco verificó la entrega de las planchas hizo una llamada a uno de sus delegados presente en el hotel que le entregó a Urtubia un maletín que contenía 6 millones de dólares, y en ese momento fue puesto en libertad.
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Por entonces, tenía ya 50 años y decidió volver a su barrio de Belleville para seguir trabajando de albañil con unas manos callosas que serían para siempre marca de la casa. Urtubia insistió en que no se quedó con el dinero, sino que lo entregó, según él a diversas guerrillas de América Latina y Europa, como los Montoneros argentinos o los Tupamaros uruguayos. Efectivamente, como él mismo afirmó, es toda una vida difícil de creer.
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