desde el estallido de la crisis financiera
El Ibex pierde un 40% de su valor y queda a tiro de compras
La entrada del capital árabe en Telefónica enseña los dientes a las grandes empresas españolas y pone a prueba el escudo antiopas
Telecos, videojuegos y la Premier League: el gasto millonario saudí para olvidar al petróleo
La 'teleco' saudí STC se hizo esta semana con el 9,9% de Telefónica
«El cielo es el límite» fantaseaba Emilio Botín tras presentar los históricos beneficios de 6.500 millones de euros que el Santander Central Hispano consiguió amasar en el ejercicio 2005. Corrían años prósperos al calor de la euforia inmobiliaria en la que se había ... instalado España. Y la misma ensoñación del entonces presidente de la primera entidad financiera española se contagiaba entre los principales directivos de las grandes empresas del país. El Ibex 35, el selectivo en el que cotizan las de más capitalización, rozó los 16.000 puntos en noviembre de 2007 y el palacio de la Bolsa de Madrid se encharcaba de champán.
Pero ese fue el límite. La burbuja acabó emparedando las aspiraciones económicas patrias -el expresidente Zapatero llegó a decir que España tendría la misma renta per cápita que Alemania en 2010- y 16 años después el valor del principal selectivo español está un 40% por debajo (9.300 puntos); la acción de compañías como el propio Santander valen la cuarta parte de los trece euros que llegó a tocar; y la de estratégicas como Telefónica cinco veces menos. Un tijeretazo que ha salido esta semana a colación precisamente por la adquisición del Estado saudí del 9,9% de la operadora española por apenas 2.100 millones de euros. Un precio asequible que pone sobre aviso al resto de firmas y que instala en la preocupación al Gobierno a pesar de estar cubierto por el escudo antiopas.
Porque si algo ha dejado claro el asalto a Telefónica de Saudi Telecom (STC), la operadora de telecomunicaciones propiedad del fondo soberano saudí, es que el valor de buena parte de las grandes empresas españolas es casi de saldo y fácilmente atajable para un inversor de esas características, con ingentes cantidades de dinero a disposición procedentes de las materias primas que mueven el mundo.
Con todos sus ingredientes, mejores y peores, España es un país barato para que los grandes fondos internacionales salgan de compras. Se comprueba al comparar el valor de las empresas españolas cotizadas con las del resto de Europa. En nuestro país, tan solo Inditex (la única que supera los 100.000 millones), Iberdrola y Santander superan los 50.000 millones de capitalización de mercado; en Alemania son diez las que están por encima de ese montante y algunas de ellas como SAP o Linde se acercan a los 200.000 millones; en nuestra vecina Francia siete empresas rebasan también la barrera de los 100.000 y cuentan con megagigantes como LVMH (Louis Vuitton) con 365.000 millones en capital puestos en el mercado.
Mientras, en Reino Unido, la otra gran plaza europea, más de una decena de empresas superan los 50.000 millones de capitalización. Italia es el único país en el que el valor de las grandes empresas se asemeja a las españolas. Y hablamos de Europa, una región considerada como accesible por los inversores si se compara con mercados como los de Estados Unidos y China. Con ellos, la distancia es abismal. Como ejemplo, Apple. La creadora del Iphone tiene un valor que duplica el del PIB de nuestro país, más de dos billones de euros.
Buenos dividendos
En resumen, las empresas españolas valen poco, necesitan capital porque están altamente endeudadas y tienen unos dividendos muy interesantes. Un caldo de cultivo perfecto para atraer a los inversores más potentes del mundo. El más activo de todos ellos, el estadounidense Blackrock, que cuenta con más 40.000 millones de euros gestionados en España y es el principal inversor del Ibex. En total, la exposición de los fondos extranjeros a España ascendía en julio a los 256.000 millones de euros, según los datos de Inverco.
El economista y profesor de dirección estratégica en la Universidad Politécnica de Valencia, Fernando Castelló Sirvent, cree que se darán en los próximos meses nuevas operaciones como la de STC y Telefónica. «Es buen momento para que los fondos compren dada la coyuntura económica internacional y las previsiones a medio-largo plazo», explica.
Para el profesor de EAE Business School, Borja Ribera, las empresas del Ibex están infravaloradas. «Son sensibles a posibles opas del mercado internacional e interesan, sobre todo, las energéticas porque al final son una generación de riqueza constante, aunque también se verían afectadas por las políticas gubernamentales que se puedan hacer en un futuro».
Los inversores, con lupa
Como freno a estas adquisiciones actuará el escudo antiopas, habilitado en 2020 por la pandemia y que seguirá vigente hasta 2025. El decreto deja en manos del Gobierno la posibilidad de que las empresas extranjeras puedan adquirir el 10% o más del capital de las empresas ubicadas en los sectores estratégicos para España. Es un porcentaje que no rebasa Saudi Telecom en Teléfonica, pero al tratarse de una empresa directamente relacionada con la seguridad nacional, por ser proveedor de servicios de telecomunicaciones del Ministerio de Defensa, el Ejecutivo puede vetar los derechos políticos de la participación saudí. Por lo que en la práctica podrían no tener silla en el consejo ni tampoco influir en las decisiones de la compañía.
Será esta una decisión política que los inversores mirarán con lupa. La vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones, Yolanda Díaz, ya está calentando el asunto. «Mi opinión es que no podemos consentir que esta operación continúe. Así se lo he hecho llegar a la vicepresidenta económica del Gobierno en funciones, Nadia Calviño, y así lo voy a defender», dijo el viernes. Calviño replicó ayer a su socia de Gobierno asegurando que España es «un país serio» y que analizarán la operación «con máximo rigor».
Como promete la vicepresidenta Calviño, el economista y analista financiero, Javier Santacruz, cree que el escudo antiopas tiene que ser aplicado correctamente por el Ejecutivo porque España «no puede dar una imagen de país cerrado a los mercados internacionales». Pero también apunta a que el mantenimiento del decreto es fundamental teniendo en cuenta experiencias anteriores como la compra de Endesa por parte de la italiana Enel. «Pasó de ser líder del sector en España y Latinoamérica a tener un negocio decreciente», apostilla.