Atletismo
La versión 5.0 de María Pérez
Mundiales de Budapest
Tras un 2022 horrible en el que se vio obligada a un cambio en su técnica de marcha, vuelve a ser favorita en un Mundial
Budapest asiste al reto de dos colosos
![María Pérez, tras batir el récord del mundo de 35 kilómetros marcha](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/08/18/maria-perez7-Rg33qgBRlrRw4THk70VxLVM-1200x840@abc.jpg)
Cómo explicarle a un atleta que lo que lleva haciendo durante años con un éxito formidable ya no sirve. Cómo hacerle entender que el método que le llevó, por ejemplo, a ser campeona de Europa en Berlín, finalista mundial en Doha o cuarta en los Juegos de Tokio ... es ahora sinónimo de fiasco. No resulta fácil...
Tal situación la vivió el año pasado María Pérez (Orce, 1996), que de repente se vio asediada por la dureza de los jueces pese a que, en apariencia, mantenía el mismo estilo que le había convertido en la marchadora más prometedora del panorama nacional. En ese 2022, la granadina afrontaba un curso crucial, con una doble cita ilusionante en los 20 kilómetros: primero, el Mundial de Oregon; después, el Europeo de Múnich. Una temporada muy exigente que había preparado a conciencia en altitud y que iniciaba con mucha ambición.
Pero nada salió como debía. De hecho, lo hizo en el sentido contrario. En Oregon apenas tardó media hora en recibir tres avisos por marcha irregular. Sufrió una penalización de dos minutos y acabó siendo descalificada en el kilómetro 14. Dos meses antes le había ocurrido lo mismo en una prueba en Podebrady (República Checa). Algo raro pasaba. En los cuatro años anteriores no había tenido que dejar ni una sola carrera por ese motivo. Era casi infalible.
Un mes más tarde, en el Europeo, volvió a ocurrir lo mismo. Allí el tercer aviso llega en el kilómetro 10. Y la descalificación definitiva, en el 18. María trataba de normalizar la situación («yo siempre he intentado tener el estilo de la marcha española, si ahora no gusta, pues bueno», decía entonces), pero en su interior bullen un chorro de sentimientos.
«María venía de una progresión deportiva muy meteórica y lineal. Desde los dieciséis años había evolucionado tanto a nivel físico como técnico y había un traslado a los resultados. Siempre habían salido las cosas». Habla Jacinto Garzón, entrenador de la marchadora y la persona que vivió junto a ella aquellos momentos tan duros, que ahora recuerda para ABC. «Lo pasó mal, con mucha frustración. Llegaron las dudas, muchas dudas»,
La atleta decidió parar, alejarse de su disciplina por un tiempo. Despejar el cuerpo y la mente. Entre medias llegó su boda con Noe, una buena excusa para justificar el frenazo.
Cuando por fin regresó a las pistas tampoco quiso marchar, sino correr. «Volvió a ilusionarse con el atletismo a través de la carrera. Primero, para empezar a mejorar la condición física, pero luego incluso se apuntó a la San Silvestre vallecana». Acabó undécima en la clasificación femenina, cerca de las mejores españolas. «Eso hizo que recuperara la motivación, volvió a creer en ella». Por el camino tuvo el apoyo continuo de muchísima gente: su fisio de confianza, Ángel García, su profe Jesús Rodríguez, la propia Noe...
Quedaba la parte más difícil, la que tarde o temprano había que afrontar. «Todos los deportistas de nuestra especialidad tienen que trabajar la parte técnica durante toda la vida -afirma Garzón-, pero en este caso había que evolucionar esa parcela más que nunca». La rabia y la frustración dieron paso a un estado diferente: «Su actitud fue inmejorable. María tenía claro que iba a hacer todo lo necesario por mejorar. Si tenía que esforzarse tres veces más, pues tres veces más».
Entrenador y pupila hicieron, primero, un análisis introspectivo. Querían saber cómo se había deteriorado algo que nunca había dado problemas. En qué se habían descuidado. Y luego preguntaron mucho. Viajaron a Barcelona para recibir el consejo de Josep Marín, una institución de la marcha, que les dio su visión sobre cómo afrontar los cambios. La granadina también quiso saber la opinión de Beatriz Pascual, uno de sus referentes. Y hablaron mucho con los jueces, claro. Nada mejor que saber cómo piensan aquellos destinados a evaluarte. «Con todo eso aterrizamos muchas ideas y las transformamos en ejercicios y en recursos para poder mejorar».
Aquello fue el diciembre pasado. La granadina empezó a volcar toda su energía en asimilar los cambios, un trabajo arduo e incómodo que vivió su prueba de fuego en el Campeonato de España. Allí expuso por primera vez su nueva técnica al escrutinio de los jueces en una carrera de 35 kilómetros y el resultado fue esperanzador. «La mejora en el estilo ha generado que María sea ahora más eficiente, economiza mejor los esfuerzos. Y también es más rápida. Marcha más fina, con una zancada más larga, con menos oscilaciones en el centro de gravedad, menor variabilidad, un brazo mucho más lineal...». Un mes después, en marzo, la española lograba la mejor marca del año (1:25.30) en la prueba de este domingo, los 20 kilómetros. Y en mayo volvió a superar sus expectativas logrando el récord del mundo de los 35 kilómetros (2:37:15), prueba que disputará el jueves que viene. «María es una luchadora -concluye el entrenador- y estamos acostumbrados a sacar el cien por cien». La sensación es que hay fundamento para luchar por una gesta importante en el Mundial, pero con la sabiduría añadida de que no habrá tiempo después para acomodarse. «Ahora mismo tenemos una María versión 5.0. Y seguramente tendremos que trabajar para conseguir a otra María 7.0. Bien vale luchar y persistir, seguir mejorando para que un día salga, aunque haya otras dos veces que te caigas».
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