2020, el decimotercer Roland Garros de Nadal: con frío, covid y otoño, se anula a Djokovic y se alcanza a Federer

Después de un Roland Garros a pleno sol a pesar del viento en las semifinales, llegó 2020 con una pandemia que cambió el mundo. Y también el Grand Slam parisino, que tuvo que aplazarse y trasladarse de su primavera natural al artificial otoño. Y con todas las medidas de seguridad pertinentes para que el coronavirus no hiciera más estragos de los que ya estaba haciendo por todo el planeta. Sin público, con mascarillas, con palitos por la nariz, se desarrolló un Roland Garros tan atípico que casi pareció reunir todas las condiciones adversas para Rafael Nadal. Y aun así...

Fue el cuarto año en el que el balear ganaría el torneo sin ceder ni un solo set, como 2008, en 2010 y en 2017. Empató en contundencia con ese 2008 y 2017 en los que metió tres roscos (sets ganados por 6-0). Egor Gerasimov no fue rival (6-4, 6-4 y 6-2), no dejó respirar a Mackenzie McDonald (6-1, 6-0 y 6-3) y todavía fue más superior contra Stefano Travaglia (6-1, 6-4 y 6-0). Asomaba ya un jovencito Sebastian Korda, que sigue en crecimiento, pero que en aquel 2020 se llevó una lección de las gordas (6-1, 6-1 y 6-2). Otro jovencísimo que el propio balear ya señaló como un futuro campeón, Jannik Sinner, mostró valentía en cuartos (7-6 (4), 6-4 y 6-1). Y la pesadilla que fue Diego Schwartzman el año de la lluvia (2018) no apareció esta vez en semifinales (6-3, 6-3 y 7-6 (0)).

Todo estaba destinado para esta final de finales, el mejor Novak Djokovic, número 1 del mundo, contra el mejor Nadal. El serbio había arrasado en sus primeras rondas: 6-0, 6-2 y 6-3 a Ymer; 6-1, 6-2 y 6-2 a Berankis; 6-0, 6-3 y 6-2 a Galán; 6-4, 6-3 y 6-3 a Khachanov. Pero se enreda en la segunda semana más de la cuenta: Carreño, como siempre, lo incomoda en cuatro sets (4-6, 6-2, 6-3 y 6-4) y tiene que obligarse a todo para superar a Tsitsipas en semifinales porque le remonta dos sets (6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1 en tres horas y 54 minutos). Así que cuando llega al día señalado...

En la final, Nadal jugó como cuando se juega con un niño pequeño que acaba de aprender a correr: sabiendo en todo momento cuál va a ser su siguiente movimiento, sabiendo por qué lado aparecerá, sabiendo con dos minutos de antelación la siguiente jugada. Así era Djokovic para ese Nadal en esa Philippe Chatrier triste, fría, sin alma. «Tenía sensaciones casi perfectas, veía y leía sus movimientos. Me anticipaba», analizaba después el balear. Un 6-0 y 6-2 en poco más de una hora ante todo un Djokovic que ya iba por 17 Grand Slams.

Solo al final despertó, enrabietado porque ni las condiciones más frías, pelota más dura y tapado el techo, todo a su favor, lo estaban ayudando (6-0, 6-2 y 7-5 al final). «Me vi sobrepasado. No le faltaba nada. Jugó tácticamente perfecto. Yo venía bien y preparado, pero me sorprendió la calidad de su tenis», reconocería el serbio antes de claudicar y felicitar al rival: «Eres un gran campeón y hoy has mostrado que eres el rey de la tierra, hoy lo he sufrido en mis propias carnes».

Nada salió bien para Djokovic ante este Nadal que alcanza en su París 2020, todo cambiado pero todo igual, su vigésimo Grand Slam, por fin cerrado el círculo de esa rivalidad con Roger Federer tan bonita.

«Creo que él se alegra de cuando yo gano, y yo soy feliz cuando le van bien las cosas a él», admitía el balear después de recibir la felicitación de su adversario del alma.