El Baúl de los deportes
Qué gozada de GP de España: cinco pilotos luchando por la victoria hasta el suspiro final
El 21 de junio de 1981, el circuito del Jarama vibró con la última carrera de Fórmula 1 celebrada en Madrid
Cuando Míchel tuvo «los huevos» de irse del campo en pleno partido e incluso quiso abandonar el Real Madrid
Una aventura que causó impacto mundial hace 100 años… pese a que las noticias llegaban con semanas de retraso
![Gilles Villeneuve, en la ceremonia de trofeos en el circuito del Jarama](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/06/20/villeneuve-Rl9Fj1IpbQZzDko36mv5glN-1200x840@diario_abc.jpg)
Cinco coches de otras tantas escuderías diferentes cruzaron la meta en un abrir y cerrar de ojos. Literalmente. En solo 1 segundo y 24 décimas pasaron bajo la bandera a cuadros Gilles Villeneuve (Ferrari) –ganador–, Jacques Laffite (Ligier), John Watson (McLaren), Carlos ... Reutemann (Williams) y Elio De Angelis (Lotus). Un gustazo para los 70.000 espectadores que el 21 de junio de 1981 presenciaron en el circuito del Jarama el GP de España, última prueba del Mundial de Fórmula 1 celebrada hasta ahora en Madrid.
Los titulares de los periódicos de la época repitieron calificativos elogiosos hasta agotarlos: «Carrera del siglo», «excepcional», «brillante», «extraordinaria», «sensacional», «gloriosa»... En esa misma línea, los textos de las crónicas no escatimaron alabanzas.
«Una carrera de película, con cinco coches en un pañuelo», fue el titular de ABC: «Cuando el deporte se convierte en plástica y provoca el deleite de sus espectadores es que se ha llegado al no va más de lo exigible. Cuando, además, se suma el riesgo de la velocidad y el colorido circense de los Fórmula-1, entonces el diapasón de la felicidad suena y resuena en todos aquellos testigos que pudieron presenciarlo… Tal vez el mejor Gran Premio jamás disputado. Y el honor para Gilles Villeneuve, un canadiense en la escudería rampante de Ferrari, recibiendo el laurel de manos de Don Juan Carlos, en presencia de toda la Familia Real».
«Si no hubiera sido por la realidad, este Gran Premio de España podría haber quedado inscrito como el más bello imaginable. No fue ficción, pero ya hubiera querido John Frankenheimer plasmar en sus imágenes de aquella película 'Grand Prix' los momentos vivos de esta edición en el Jarama: alerones destrozados en la primera curva por los toques leves de unos coches contra otros en la búsqueda de posiciones; contratiempos inesperados, como la salida de pista del campeón y líder de la prueba; el remonte de un favorito desde posiciones de retaguardia para casi cazar la punta en un final de infarto; y todo lo demás que es salsa de un Grand Prix, sudando el termómetro hasta el borde de los cuarenta, fallando tan sólo la previsión de todo un pueblo en el circuito para quedarse a mitad de lo esperado...».
Hace 43 años, la Fórmula 1 no era demasiado popular en España, la seguían los más acérrimos aficionados al motor. Además, esa modalidad deportiva vivía una cruenta guerra en el apartado organizativo entre la Asociación de Constructores de Fórmula 1 (FOCA), liderada por el inglés Bernie Ecclestone, y la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), presidida por el francés Jean Marie Balestre. Ese enfrentamiento provocó, entre otras cosas, que el GP español de 1980 no fuese puntuable para el Mundial. Un año después, el fuerte calor del verano madrileño –casi 40 grados- y la hora de comienzo de la carrera –cuatro de la tarde- tampoco ayudaron. El Jarama no se llenó, pero los que acudieron vivieron una tarde inolvidable.
Asfalto ardiente
El argentino Reutemann llegaba a Madrid, séptima cita del campeonato, como líder en la clasificación general (34 puntos) por delante de Alan Jones (24), Nelson Piquet (22), Villeneuve (12) y Laffite (11). Nadie podía pronosticar la espectacular zapatiesta que se avecinaba sobre el infernal asfalto madrileño:
«Se esperaba que, al ponerse en verde la luz del semáforo que controlaba el comienzo de carrera, saliera como una exhalación el francés Jacques Laffite con su Talbot-Ligier azul; para eso había contraído el mérito de llevarse la 'pole position'… Por sorpresa, a Lafitte se lo tragó la tierra para situarle en decimosegunda posición al llegar a la primera curva –se lee en la crónica de ABC–. Fue Alan Jones el que puso motores en polvareda para distanciarse más y más, corriendo prácticamente en solitario. Segundo salió Reutemann. Y tercero, Villeneuve, quien desde la cuarta fila avanzó raudo para situarse tras los dos Williams. El canadiense, con gran habilidad, daría metros más allá su primera estocada al desbancar al argentino…».
«Jones, el australiano que venciera en la edición anterior y que se convertiría en campeón mundial (1980), estaba en día aciago. Por la mañana, en los entrenamientos de última hora, había roto su coche titular y tuvo que montarse en el de emergencia. Y en la carrera, cuando llegó a la vuelta número diez, ¡oh, cielos!, sufrió un pequeño despiste y se fue fuera por la curva Ascari. Hasta entonces su dominio había sido claro. A partir de ahí, un comparsa; perdió los segundos necesarios para reintegrarse a la carrera en un oscuro decimosexto lugar».
«Villeneuve, en consecuencia, se encontró con el primer puesto. Detrás, Lole Reutemann. Parecía que el asunto estaba entre ellos dos, pues Alain Prost, Mario Andretti y Nelson Piquet venían desperdigados a distancia. Pero no sería así… El día era de rechupete. Los neumáticos, por el rozamiento y las frenadas, a casi 85 grados. El calor y la dificultad del circuito, con tanta curva y tanto cambio de marchas, provocó múltiples entradas en boxes… Y en esto, vuelta número treinta, el Renault de Prost, que iba tercero, se salió en la curva Ascari… Y más allá, en la cuarenta y cuatro, Nelson Piquet se fue a contemplar de cerca el paisaje del viraje Portago, abandonando de inmediato. Esta pequeña revolución hizo aparecer a Watson y Laffite. Watson, que iba sexto, paso a tercero. Y Laffite, en un remonte espectacular, cuarto, tras haber sido duodécimo...».
Pilotos desfallecidos
La página oficial del propio circuito del Jarama contiene un reportaje sobre «la carrera más gloriosa». El título de uno de sus epígrafes lo dice todo: «Final de infarto: las 20 últimas vueltas, en las que los neumáticos del Ferrari de Villeneuve desfallecieron por la brutal entrega de potencia de su motor y su conducción espectacular, fueron todo un lujo para los 70.000 espectadores que vieron el Gran Premio en directo. Villeneuve aguantó los ataques de Laffite gracias a su soberbio pilotaje. Además, el motor turbo de su Ferrari le otorgaba una mayor velocidad punta que sus rivales en la recta del Circuito del Jarama, al alcanzar los 285 kilómetros por hora…. Gilles llegó prácticamente agotado al parque cerrado y Laffite tuvo que ser sacado de su monoplaza por sus mecánicos y ser reanimado antes de la ceremonia del pódium…».
El desenlace del GP y el de la crónica de ABC compiten en intensidad: «Faltaban diez vueltas para el final y rodaban cinco pilotos en un pañuelo. Laffite amenazaba a Villeneuve; Watson, a Laffite; Reutemann, a Watson; De Angelis, a Reutemann… Todo podía suceder y en tribunas se vivía la emoción de un Gran Premio nunca presenciado... Los cinco se presentaron en la recta final prácticamente en abanico, con el pie a fondo. El público dejó de respirar por segundos para concentrarse aún más en la gran belleza de la prueba. Villeneuve resistió bien. Laffite quiso y no pudo, para quedar, a doscientas diecinueve milésimas, de segundo. Watson mantuvo su magnífico tercer puesto con un coche menos competitivo que los que venían a su zaga. Reutemann, cuarto, sin recuperarse de la pasada por sorpresa de Laffite y Watson en la vuelta sesenta. Y De Angelis, quinto, asomándose a la ventana del triunfo que nunca consiguió».
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A partir del GP de España, la emoción y la incertidumbre fueron constantes e hicieron del Mundial de 1981 uno de los más igualados de la historia. Tanto, que solo siete puntos separaron en la clasificación final al primero del quinto. Nelson Piquet (Brabham) se proclamó por primera vez campeón del mundo (repitió en 1983 y 1987) con 50 puntos, solo uno más que Reuteman (49) y cuatro de ventaja sobre Jones (46). Completaron el quinteto Laffite (44) y Prost (43).
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