BAÚL DE LOS DEPORTES
«Un día voy a coger la pistola, le voy a pegar un tiro a mi mujer y después me lo voy a dar yo»
Luis Ocaña, mítico ciclista español, se suicidó hace 30 años en el cobertizo de su casa francesa
La vuelta a España 2026 comenzará en Mónaco
![Ocaña, a la izquierda, con Eddy Merckx y Poulidor](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/05/16/ocaa1-RAimtAvehABHiHSnmnxxYsO-1200x840@diario_abc.jpg)
El ciclista Luis Ocaña Pernía, nacido en Priego –provincia de Cuenca– el 9 de junio de 1945, fue, es y será uno de los grandes en la historia del deporte español. Sus éxitos y sus actuaciones, fruto del talento, descaro y poderío sobre la ... bicicleta, dejaron una huella imborrable.
Participó ocho veces en el Tour de Francia (se tuvo que retirar en cuatro de ellas) y se proclamó campeón en 1973. Ganó un total de nueve etapas (una en 1970, dos en 1971 y seis en 1973) y durante mucho tiempo, hasta la eclosión de Miguel Induráin, fue el ciclista español que más días (17) estuvo vestido de amarillo como líder de la carrera gala. En su palmarés lucen, además, otros triunfos: Vuelta a España (1970), Campeonato de España (1968 y 1972), Dauphiné Liberé (1970, 1972 y 1973), Midi Libre (1969), Semana Catalana (1969 y 1973), Volta a Cataluña (1971), Vuelta al País Vasco (1973), Gran Premio de las Naciones (1971) y la medalla de bronce en el Mundial de fondo en carretera (1973). Sólo una vez tomó la salida en el Giro (1968) y terminó en el puesto 37.
Una carrera brillante por infernales carreteras secundarias intentando escapar de una existencia más dura y empinada que aquellos puertos de montaña. Ocaña ganó sobre el asfalto, pero perdió ante la vida. El 19 de mayo de 1994 se suicidó.
«El ex ciclista español Luis Ocaña, de cuarenta y ocho años, se suicidó en su domicilio de Caupenne d'Armagnac, en el sur de Francia, con un arma de fuego –informó ABC–. Luis Ocaña, que actualmente colaboraba con la Cadena COPE como comentarista de ciclismo, fue trasladado a un centro hospitalario de Mont de Marsan, donde falleció. Ocaña fue el primer español que ganó un Tour de Francia después de que Federico Martín Bahamontes lo lograra en el año 1959».
![Ocaña, tras sufrir una lesión en una edición del Tour de Francia](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/05/16/ocaa2-U24648842113wrp-760x427@diario_abc.jpg)
«Según uno de los allegados del ex ciclista, Ocaña padecía una enfermedad incurable, un cáncer que estaba ya muy extendido. El que fuera gran campeón español terminó con su vida de un disparo en la sien, en un cobertizo de su finca agrícola de Caupenne d'Armagnac. Después de ser trasladado a un centro hospitalario, se produjo su muerte cerebral a las 16:10 hora local, y fue declarado muerto una hora después. Según la Policía francesa, Ocaña se suicidó a las 13:45. La última vez que se le vio en público entre sus vecinos fue el miércoles, cuando acudió a una cooperativa agrícola en busca de productos para tratar las viñas…».
Campeón de la desgracia
«…Luis Ocaña nació en Priego (Cuenca). A los doce años, en 1957, emigró con su familia a Francia, donde trabajó como ebanista carpintero y empezó a correr en bicicleta. En 1965 vino a correr a España y disputó la Vuelta al Bidasoa, y en 1966 fue quinto en el Premio de las Naciones, prueba que ganó en la siguiente temporada. Al año siguiente fue tercero en la Vuelta a Andalucía y debutó en la Vuelta a España. Asimismo, esa misma temporada disputó la Semana Catalana, la Bicicleta Eibarresa y el Tour de Francia. Antes, en 1966, fue campeón de España por Regiones en la edición que se disputó en Munguía (Vizcaya), por la fórmula contra el reloj…».
«…Su gran año fue 1973, en el que ganó el Tour de Francia y se le concedió la Medalla de Oro al Mérito Deportivo. Ocaña se hizo luego director deportivo, pero, campeón también de la desgracia, sufrió un accidente de carretera en 1979, cuando actuaba como comentarista de la Televisión francesa y se despeñó con un jeep en compañía de un cámara. Ocaña perdió la visión del ojo izquierdo, pero siguió actuando como director deportivo. En 1983 sufrió otro accidente de circulación, cuando su camioneta tuvo una colisión con un camión. Por ese accidente Ocaña padeció lesiones en el rostro y en una rodilla. Ocaña, afincado en Francia, explotaba una finca vitivinícola en la región francesa de Armagnac…».
La noticia del suicidio de Ocaña conmocionó a Francia: «un flash de la France-Press, fechado en el lugar del suceso, anunciaba el lúgubre acontecimiento a las seis cincuenta y siete minutos de la tarde. Apenas veinte minutos más tarde, el último de los entrenadores de Ocaña, Maurice de Mure, hacía las primeras declaraciones: 'Luis fue un héroe, un hidalgo, un atleta excepcional, un ciclista de los que ya no hay, un hombre que salía a la carretera dispuesto a todo, con una entrega excepcional, única. No puedo creerme todavía lo que ha ocurrido. Es un mazazo terrible'».
«Todas las cadenas de radio y televisión francesas abrieron sus informativos con una muerte que se percibía como un acontecimiento excepcional. TF-1, el primer canal privado, abría su telediario de máxima audiencia afirmando: 'Luis Ocaña fue un hidalgo, el más francés de los corredores españoles, el más orgulloso de los grandes héroes de su generación, el hombre de la entrega total en los momentos más duros y terribles de todas las grandes competiciones ciclistas'. Al final de su carrera deportiva, Luis Ocaña decidió instalarse en Francia por razones deportivas y personales, incluso morales. Luis seguía muy de cerca, apasionadamente, la actualidad deportiva y política de España. Y sufría, en silencio, de su lejanía y del espectáculo nacional que él había soñado de muy distinto modo. Ocaña fue un patriota que decidió exiliarse porque no acababa de encontrar un puesto en la sociedad española. Algunos de sus allegados declararon anoche en la televisión francesa que el campeón tenía 'graves problemas financieros'… Amigos, rivales, periodistas, testigos, rivalizaban en el más respetuoso y digno de los homenajes humanos y deportivos, ante una personalidad que todos consideraban excepcional».
En España se vivió idéntica convulsión deportiva y social, con especial incidencia en el ámbito ciclista nacional e internacional. Corredores entonces en activo y algunos que habían sido compañeros de Ocaña en el pelotón mostraron su pesar y rememoraron las virtudes competitivas del conquense.
Así, Felice Gimondi: «Era un corredor agresivo en las carreras, pero un verdadero señor fuera de ellas. Recuerdo mucha cosas de él, pero en especial su carácter»; José Manuel Fuente: «Fue el mejor corredor español de todos los tiempos hasta la llegada de Induráin. Era un buen compañero de sus compañeros, de sus gregarios, ya que en las carreras en las que no tenía posibilidades siempre se ponía a disposición de ellos y trabajaba como el que más». Bernard Thevenet: «Lo vi hace quince días. Me dijo que tenía problemas, pero no se le veía el semblante afectado hasta el punto de hacer algo como esto. Todavía tenía proyectos, porque el día en que nos vimos me propuso vender su vino en mi región»; Joop Zoetemelk: «El domingo pasado íbamos a disputar los dos una carrera. Él estaba invitado, pero no vino. Se excusó diciéndonos que estaba cansado. Me habían dicho que tenía alguna cosa, pero no pensaba que eso sucediera tan deprisa»; Pedro Delgado: «Como corredor y deportista sólo puedo tener gratos recuerdos de él, pues aunque cada uno corrió en su época, es de admirar el palmarés de Ocaña. El pasado sábado me pidió que en 1995 no sea sólo organizador del Campeonato de España de Fondo en Carretera, sino que corra».
La familia niega el suicidio
La agitación vital de Ocaña no se cerró con su muerte. Dos meses después, en julio de 1994, se desató una fea batalla judicial y personal entre la familia del corredor y su viuda. La madre, el hijo y los cinco hermanos del ciclista rechazaron la tesis del suicidio y presentaron una querella ante la Audiencia de Pau. «Jamás hemos creído en la tesis oficial del suicidio», afirmó Antonio Ocaña. «Mi hermano no ha sufrido nunca cáncer y jamás ha estado arruinado como han escrito ciertos periodistas. Se le practicó una autopsia y los jueces deben hacer su trabajo. Pero temo que la investigación sobre la muerte se alargue y que un día u otro el informe del juez pase al olvido».
![Portada del ABC dedicada a una victoria de Ocaña en 1973](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/05/16/ocaa3-U74430335381nCv-760x427@diario_abc.jpg)
Los familiares negaron que Ocaña tuviera dificultades económicas: «La denominación de vinos Armagnac de mi hermano tiene un enorme valor. Existen deudas, pero son irrisorias en comparación con su patrimonio», aseguró Antonio Ocaña. También rechazaron que la enfermedad que padecía le hubiese empujado a suicidarse: «Mi hermano estuvo muy enfermo antes, había visto la muerte muy cerca como para matarse ahora a tiros». Y desvelaron que el disparo mortal había impactado en el lado izquierdo del cráneo de Ocaña, algo extraño considerando que él era diestro. Asimismo, confirmaron lo que era un secreto a voces: el ciclista conquense estaba en trámites de separación de su esposa porque había otra mujer en su vida.
Apenas horas después de conocer la determinación y declaraciones de los familiares de Ocaña, su viuda, Josiane, insistió en apoyar la tesis oficial del suicidio y envió una carta a la prensa en la que criticaba con dureza a la madre, al hijo y a los hermanos del fallecido: «Como yo estaba sola en casa con mi marido, esa querella que han puesto me designa indirecta, pero claramente, como el sujeto principal de la investigación, lo que es una cobardía por su parte… Luis se disparó con una pistola, y no con un fusil, el tiro perforó la sien derecha y fue disparado con su mano derecha». La querella de los familiares no prosperó y el asunto se cerró oficialmente como un caso de suicidio.
La figura de Luis Ocaña era de tal magnitud, que su contratación fue una de las muchas batallas que libraron los dos grandes periodistas de la radio deportiva española, José María García y José Ramón de la Morena. Este fue el primero que le fichó en 1985 como comentarista de la Cadena SER. Tres años después, el ciclista aceptó una oferta de García y se fue a Antena 3.
Pese a ello, De la Morena mantuvo la amistad con el corredor conquense. Fruto de esa buena relación, el comunicador madrileño, ya retirado, publicó en 2020 un reportaje en la página web de su Fundación. Dividido en dos partes, el texto narra varias vivencias que describen la complicada personalidad de Ocaña.
Especialmente significativas son algunos episodios de los últimos años de su vida. Empezando por su enamoramiento de «la hija de unos campesinos emigrantes españoles». La relación de Ocaña con su mujer ya era distante, y eso la enfrió más. Mucho más: «Una vez nos encontramos en el Tour y estuvimos cenando juntos. Su situación familiar le desesperaba. El Ama (así llamaba a su esposa) le había vuelto a encontrar otra carta de su amor platónico y la situación estuvo a punto de ser dramática. -Un día voy a coger la pistola y le voy a pegar un tiro a ella y después me lo voy a dar yo. -¡Anda ya! -¿Qué no…? Ya lo verás. Le tomábamos el pelo con el tiro que iba a pegar al Ama porque nos la repetía con cierta frecuencia».
De la Morena le vio por última vez el 15 de mayo de 1994, día en el que finalizó la 49ª edición de la Vuelta a España: «Cuando terminó la Vuelta, Ocaña marchó a su casa. Desconozco qué hizo ese jueves 19 de mayo, cuatro días después de vernos. No sé si volvió a tener otra discusión con Josiane, pero se encerró en aquella casa de madera donde guardaba la bicicleta con la que ganó el Tour. Sonó un disparo y le encontraron ante un gran charco de sangre que manaba de su cabeza. Intentaron reanimarle, pero había muerto. Algún tiempo después estuve hablando con su hermano Miguel en Cuenca. -Cuando se disparó estaba hablando por teléfono... ¿sabes con quién? –No... -Con ella, con la chavalilla (refiriéndose a la hija de aquellos emigrantes españoles)».
«A Ocaña le mató su rebeldía contra todo, contra el cariño que necesitaba y no le dieron, contra el mundo que le venía en sentido contrario, contra la salud que, por primera vez, comenzaba a fallarle; pero todo eso Monsieur lo hubiese curado con la paz personal, que nunca encontraba, y con el amor que se le negaba».
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