Todo irá bien
El mundo al revés de Barcelona y Girona
«Las decisiones se toman pensando en ser más listo que el otro, en la propia supervivencia, en retener más poder. Una mala leche de fondo, continuada y destructiva»
El primer equipo de Cataluña
![Míchel y Xavi, tras el partido de Montjuic](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/12/11/xavi-RUiYOU8E0mWYZgpdE9ESsyN-1200x840@abc.jpg)
Lo que el Barcelona hace mal es lo que el Girona hace bien. No es seguro que el Girona haya llegado para quedarse para siempre en el club de los grandes, pero es seguro que está haciendo lo que tiene que hacer para conseguirlo. No ... es probable que el Barça desaparezca, ni físicamente ni en su importancia social, pero es indiscutible que la actual directiva lo está conduciendo al colapso y a que sea inevitable que llegue un inversor que pague la deuda a cambio de quedarse con el club. El viejo mundo cae a pedazos y se intuye el nuevo a lo lejos. Los dioses habían muerto –Marguerite Yourcenar lo dice– pero Cristo no había nacido todavía.
El Barça es lo viejo, lo rancio, lo que ya pasó. Los últimos estertores de una manera de vivir el fútbol. Un modelo obsoleto de hacer las cosas. Un pillo que se hace presidente rodeado de sus amigos, que a veces disimulando y a veces sin ni siquiera tomarse tal molestia, hacen sus negocios a costa del club. Cuando esta dinámica se traslada al césped el resultado es un churro. Un equipo que son unos apellidos pero no un equipo, y además carísimo pero sin ni saber exactamente cuánto, por falta de transparencia. Todo se hace a conveniencia del presidente y sus comisionistas. Es el nuñismo en una sociedad en que ni Núñez –uno de los empresarios más listos que jamás ha tenido Cataluña– sería ya nuñista y habría evolucionado con los tiempos.
El Girona ha crecido desde abajo dando pasos lógicos, sensatos, sin prisas, y es verdad que sin la presión del Barça. Delfí Geli, el presidente que ha puesto la propiedad, es un señor discreto y que entiende de fútbol. El City y sobre todo Pep se han hecho un club a medida. El Girona es todo lo que los hermanos Guardiola no pudieron hacer en el Barça: primero por incompatibilidad de caracteres con Sandro Rosell y luego porque cuando Laporta quiso recuperarlo nunca fue en serio y lo quería sólo como un títere de su banda.
Como Cruyff hizo cuando fue el entrenador del Barcelona, el Girona de los Guardiola gira alrededor de la innegociable convicción de que todo es posible si te mantienes fiel a una idea de cómo jugar al fútbol. Machín y con Ruby fueron las primeras tentativas. Míchel es la tecla definitiva aunque cuando llegó, el Girona estuvo a punto de bajar a Segunda B. Se salvó sin tener a los mejores jugadores pero siendo fiel a su idea del fútbol.
El Girona está por encima de los nombres. El estilo no se negocia y a partir de ahí ficha lo que se puede permitir. El domingo, tras el naufragio, uno de los periodistas de cámara de Xavi, Javi Miguel, salió a decir que la culpa es de la directiva, que no ha atendido la petición del técnico de fichar a un central con toque para sustituir a Busquets. Cuando Romeu fichó por el Barça muchos pensaron que el Girona se hundiría sin uno de sus puntales. Ayer Romeu ni jugó y el Girona goleó a su actual equipo. Los jugadores son cromos intercambiables en Montilivi. Lo único que no sólo no se cambia sino que se refuerza es el entrenador.
En el Barça, como en cualquier estructura decadente, las decisiones se toman pensando en ser más listo que el otro, en la propia supervivencia, en retener más poder. Una mala leche de fondo, continuada y destructiva. El desmadre salarial de la plantilla contrasta con un Girona que tiene el presupuesto más bajo de la Liga y la media salarial de la plantilla es de medio millón de euros al año.
La calidad humana es también un factor determinante. Quique Cárcel, arquitecto y director deportivo del Girona, tiene la mejor relación con Míchel. Antes de ficharlo sabía todo de él, y fue una apuesta basada en el conocimiento y en la confianza. En el Barça todo el mundo sabe que Laporta no quiere a Xavi y que Xavi ha preferido la tranquilidad de estar solo y rodeado de familia y amigos –como Laporta, pero sin tan malas intenciones– a la de tener un 'staff' que aporte. El de Terrassa no tiene carácter ni dureza para imponerse en el vestuario, y por miedo a que el presidente le corte la cabeza es reactivo y no propositivo: se queja a través de sus portavoces pero no se atreve a reclamar nada.
El Girona tiene un 95% de fidelización de sus socios y sólo 17.000 de 80.000 socios del Barça han renovado su abono para ir a Montjuic. Como el 2 a 4 del domingo, no es casualidad. El futuro es todavía incierto. El pasado cae a pedazos, unos pedazos que Laporta espera vender a peso de oro.
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