El segundo palo
Quince rosas para Jorge Vilda
«El mayor pecado que cometió Jorge Vilda consistió en no seleccionar a quienes no querían ser seleccionadas, convocar a otras jugadoras y acabar ganando el Mundial»
Homenaje de Simeone a Cantinflas
Valiente Freixa
Jorge Vilda con Jenni Hermoso en una rueda de prensa
Me puedo imaginar la cara de perplejidad del seleccionador femenino de fútbol de Marruecos viendo el tráiler de 'Se acabó', el docudrama acerca de la traición de las quince chantajistas que la plataforma Netflix amenaza con emitir próximamente. Para él no se acabó, no, qué ... va. El mayor pecado que cometió Jorge Vilda consistió en no seleccionar a quienes no querían ser seleccionadas, convocar a otras jugadoras y acabar ganando el Mundial. Podría concluirse que ser competente le costó el puesto.
La gente continúa preguntándome por la calle a santo de qué echaron a Vilda y yo sigo sin saber qué responder. Si algo bueno hizo Luis Rubiales fue precisamente aguantar con la cabeza fría el órdago a grande con perete (4, 5, 6 y 7) de las amotinadas y negarse a servirles en bandeja de plata la cabeza del entrenador.
Pero hay que mirar hacia el futuro y el más inmediato es el reportaje de Netflix. La señora Hermoso asegura que aún hay gente que no sabe lo que pasó: pues sí, Jenni, 48.797.875 españoles (datos actualizados a 1 de julio de 2024) no tienen ni la más remota idea. Porque a día de hoy, y estoy convencido de que este enigma quedará resuelto en el docudrama (ironía on), nadie conoce por qué razón quince jugadoras sufrieron de repente un mareo negándose a cumplir con su obligación. Dos años después seguimos sin tener una explicación. Luego, y pensando en los intereses deportivos de España, Vilda accedió a recuperar a dos de las sublevadas, felizmente recuperadas gracias a Dios del inicial y colectivo vahído. Craso pero comprensible error.
Tenía razón Germán Coppini, corren malos tiempos para la lírica. Y aún son peores para la verdad. La gente no quiere saberla en realidad, a nadie le importa demasiado. El nuevo establishment decidió en su momento que las quince rosas de esta historia eran las jugadoras y uno de los malos era el seleccionador y supongo que Netflix abonará la teoría del potro de torturas que supuso para ellas tener que trabajar con él. A mí me interesaría mucho conocer algún día la opinión de Vilda, a quien la Federación dejó caer simplemente para no tener que acompañar a Rubiales en su descenso a los infiernos y poder sobrevivir un día más. Ojalá Jorge se decida a desclasificar los papeles de aquellos días. Si lo hace, yo me ofrezco desde aquí a dirigir el documental. Ya tengo título: nunca hubo rosas sin espinas.