Homenaje de Simeone a Cantinflas

A ese arte de la distracción que convirtió al cómico mexicano en universal se le denominó cantinflear, jerga popular que definía la capacidad de quien, aún sin parar de hablar, nunca acababa de decir nada. Pues bien, Simeone lleva cantinfleando desde el pasado domingo.

Entiendo que quienes justificaron el bochorno del Metropolitano, los del «sí, pero…», se encuentren en una situación incómoda porque no debe ser plato de buen gusto tener que mezclarlo todo cantinfleando para eludir el verdadero problema que el Atleti arrastra desde hace un montón de tiempo. Simeone cantinfleó comparando al Dibu Martínez, que es uno de los futbolistas más macarras del fútbol mundial, con Courtois; cantinfleó proponiendo una sanción para el agredido, que no fue otro que el portero del Madrid, y continuó cantinfleando al erigirse en faro de los buenos modales (¡él!) sobre un terreno de juego, y todo para no tener que hablar de los violentos que tienen un adosado en su estadio desde los tiempos de María Castaña. Cantinflas tenía gracia, el Cholo la esconde donde la espalda pierde su casto nombre.

En el origen de lo sucedido con Courtois se encuentra por supuesto Vinicius. Con Vini se perdió la perspectiva convirtiendo a la víctima en victimario y, de paso, se dio alas a los violentos. Como Kunta Kinte (lloro la muerte de John Amos) hubo quien creyó, también desde los medios, que el brasileño debía soportar en silencio que le llamaran Toby: «A los demás no les llaman mono… ¿por qué será?».

También lo hizo fatal Courtois celebrando el gol de su equipo y volviéndose hacia la grada que le deseaba la muerte. Mi pregunta es: ¿Qué hizo mal Lunin para que le gritaran «tú aquí jugando y tu país llorando»? Porque en algo se equivocaría, ¿no? ¿O acaso él no fue un ucraniano obediente con los señores de la esvástica? Cantinfleando, que es gerundio.