El baúl de los dePortes
Primero le pidieron a Alonso que sacara a Hamilton de la pista y luego querían pegarle un tiro a Glock
El 2 de noviembre de 2008 el piloto inglés logró su primer Mundial de Fórmula 1 en la penúltima curva del apasionante GP de Brasil
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![Lewis hamilton celebra su primer cetro mundial tras la carrera en Interlagos](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2023/11/02/lewisAP-RhYucgjOyKsyFqCr7nwGKSM-1200x840@abc.jpg)
Fue la película perfecta, la última y decisiva carrera de un campeonato con un final de guión inigualable, escrito con abundantes dosis de emoción, suspense, dramatismo y alegría. «Hamilton se lleva el Mundial en la penúltima curva», resumió ABC en su titular de portada. ... Había ganado un piloto inglés, pero la fiebre por la Fórmula 1 era tal que fue noticia de primera página en todos los periódicos de España.
El domingo 2 de noviembre de 2008 amaneció tormentoso. En el cielo de Sao Paulo y en el circuito de Interlagos. La lluvia caída durante la mañana no enfrió una parrilla más que caliente. A las dos de la tarde (hora local), dos hombres se jugaban la partida de su vida. Cuando cruzasen la meta, sólo uno sería campeón del mundo por primera vez: Lewis Hamilton o Felipe Massa.
Hamilton, piloto inglés de McLaren, era líder de la clasificación general con 94 puntos; Massa, piloto brasileño de Ferrari, sumaba 87 y necesitaba una combinación que le permitiese enjugar los siete de desventaja (en 2008 se adjudicaban puntos a los ocho primeros en la siguiente cuantía: 10, 8, 6, 5, 4, 3, 2 y 1). Felipe había firmado la pole, así que salía primero. Lewis ocupaba la cuarta posición y partía desde la segunda línea. Entre ambos, Trulli (Toyota) y Raikkonen (Ferrari), segundo y tercero respectivamente. Por detrás, Kovalainen (McLaren) y Fernando Alonso (Renault), quinto y sexto.
Campeonato ardiente
El ambiente en el paddock y en el entorno de la F1 era de gran tensión. Massa 'jugaba' en casa y los rescoldos de la feroz rivalidad de Hamilton con Alonso, ambos en McLaren el año anterior, aún encendían pasiones de toda índole. Muchos aficionados españoles anhelaban un nuevo disgusto del inglés. Y en Brasil, evidentemente, apoyaban con todo a Felipe.
Así, tras la clasificación del sábado (1 de noviembre), el brasileño Nelson Piquet, tricampeón mundial (1981, 1983 y 1987) y padre de Nelsinho –compañero de Alonso en Renault– se despachó con las siguientes declaraciones: «Hamilton no pasará de la primera curva, alguno de sus rivales le sacará del circuito. Hay muchos pilotos a los que no les gusta el británico, media parrilla le tiene ganas. Si tuviese que apostar por un campeón, colocaría todo mi dinero en la victoria de Massa».
Cuando ese mismo sábado le plantearon a Fernando Alonso la ocurrencia de papá Piquet - sacar de la pista a Hamilton– el español aportó cordura: «No han visto una carrera de F1 desde hace años. Aquí vamos a 300 por hora y a nadie de los que vamos dentro se nos pasaría por la cabeza esa maniobra. Esto no es la playstation, donde no pasa nada». Y añadió : «Se está intentando que yo juegue un papel en la resolución del Mundial y la verdad es que yo voy a intentar ir lo más rápido posible, pero no veo que tengamos la velocidad necesaria para estar a la altura de McLaren y Ferrari... Ojalá me equivoque, pero no veo posibilidad alguna de atacar a los de delante». Y finalizó con una premonición: «La clave estará más en si llueve o no, y en los neumáticos blandos, que han sido un problema muy grande para todos».
El piloto asturiano acertó de pleno. «Todo empezó según el guión ideal del brasileño –contó la crónica de Europa Press–. Las salidas de pista de Piquet y de Coulthard (Red Bull) provocaron que el coche de seguridad entrase. El evento comenzó con 10 minutos de retraso por culpa de la lluvia, pero el cielo ya estaba más o menos despejado en el noveno giro. Eso obligó a los monoplazas a rendir cuentas en boxes. Alonso empezó a volar y Hamilton se quedó noveno. Esa plaza dejaba al inglés sin Mundial y a Massa –que marchaba como un obús y continuaba ampliando sus diferencias en la cabeza– con el título. La ilusión le duró pocas vueltas al anfitrión, porque Hamilton logró colocarse entre los mejores de nuevo, gracias a su garra y su agresividad...».
«Todo continuó igual hasta que, a falta de 12 giros, el Gran Premio adquirió otra vez ese interés que acelera corazones. La lluvia hizo acto de presencia y todos los pilotos optaron por cambiar sus neumáticos para afrontar con garantías los últimos giros. El único que no entró a los boxes, y se la jugó, fue Glock (Toyota), juez y parte del evento y del Mundial, a la postre. Con Massa inamovible en la primera posición, Alonso segundo, Raikkonen tercero, Glock cuarto y Hamilton quinto, el Mundial era del británico, pero a este aún le quedaba un enorme susto. En la vuelta 69 –cuando restaban dos para la conclusión–, un desaparecido y doblado Kubica (BMW) apareció entre Hamilton y Vettel (Toro Rosso), y el germano aprovechó la circunstancia para adelantar al integrante de McLaren. Con este resultado, el inglés se quedaba sin entorchado».
Y es a partir de ahí cuando se desarrolla la trama de un desenlace sorprendente, un capítulo angustioso y excitante, cuyo resultado se decidió en los últimos 600 metros. Así contó José Carlos Carabias, enviado especial de ABC a Brasil, esas palpitantes escenas. Empezando por el asombroso final, cuando todos dieron a Massa por campeón:
«La mayoría de ojos humanos en medio mundo no apreciaron el adelantamiento de Vettel y Hamilton a Timo Glock a dos curvas del final. Tampoco los rectores de Ferrari, que soltaron por radio una proclamación inservible. Le dijeron a Massa que Hamilton había llegado sexto y que él era campeón. No lo vio la familia del brasileño, que celebró alborozada un título que tendrá que esperar. No alcanzó tampoco a la retina de Nicolás y papá Hamilton, quienes sollozaron derrumbados durante unos segundos antes de la resolución del entuerto. No fue captado por las radios y los periodistas de la sala de prensa, quienes decretaron funeral en McLaren y samba en Ferrari... ».
«Nadie distinguió ese adelantamiento a seiscientos metros de la meta porque el ojo humano ve lo que quiere ver. Sucedió como en esas pruebas psicotécnicas que miden la atención y la concentración con una limitación temporal. Se trata de engañar al receptor: enfocar en una dirección para que no vea lo que ocurre ante sus narices. Todos los focos gravitaban sobre una única representación: Vettel y Hamilton, Hamilton y Vettel. En el afán por discernir si el inglés recuperaba su corona adelantando al alemán, pocos se percataron que ambos habían rebasado a un supuesto doblado, Glock, que era cuarto en ese momento y desnivelaba el Mundial a favor de Massa… Y entonces se hizo la magia. Nada por aquí, nada por allá, y aquí está. Sólo Vettel y Hamilton sabían que los neumáticos de seco de Glock no habían aguantado a la lluvia. El campeón más joven de la historia en la 'foto-finish', al esprint, en el último tañido de la campana».
El campeón más joven
En efecto, Lewis Hamilton entró quintó, se adjudicó el título y le arrebató a Fernando Alonso el honor de ser el ganador más precoz de un Mundial de Fórmula 1. Lo hizo con 23 años, 9 meses y 26 días. «Ha sido una de las carreras más duras de mi vida, si no la más dura. En la parte final tuve que darlo todo. Al acabar comencé a preguntar a gritos '¿lo tenemos?, ¿lo tenemos?'. Cuando me dijeron que sí entré en éxtasis. Ha sido un sueño», confesó el inglés.
En el cuartel general de Ferrari y en las gradas de Interlagos el sueño duró 39 segundos, los que tardó Hamilton en cruzar la meta después de que lo hubiera hecho Massa. Ahí comenzó la pesadilla roja. Luis Antonio y Dudu Massa, padre y hermano respectivamente del piloto, se abrazaban saltando de alegría hasta que escucharon el «no, no, no lo logramos que pronunció Rob Smedley, ingeniero de pista de Felipe. El garaje italiano enmudeció y la fiesta que arrancaba en las gradas se tornó silencio absoluto.
«Cuando acabó todo, me fui a una esquina del box y lloré durante una hora. Fue el momento más devastador de mi carrera»
Rob Smedley
Ingeniero de pista de Massa en 2008
Así lo recordó Smedley una década después, en 2018: «Estaba mirando y el GPS no era muy preciso. Entonces, Felipe cruzó la línea de meta y los otros coches todavía estaban en la curva 12, antes de la última curva, y vi venir a Lewis. Todos comenzaron a saltar de alegría sobre mí, gritando '¡lo logramos!, ¡lo hicimos!, ¡campeones del mundo!'. Vi al McLaren cruzando la meta por delante de Glock, la gente seguía saltando sobre mí y yo diciéndoles: 'no, no, no lo logramos'. Yo todavía estaba trabajando y tuve que lidiar con eso».
«La emoción llega cuando se termina el trabajo, te quitas los auriculares y te sientas. Descubrí que no había sido una derrota normal, era algo mucho más profundo y me sentía raro. Luego me emocioné y me fui a una esquina del box que ya estaba recogida y lloré durante una hora. Estuve conmigo mismo, no había nadie más allí. Recuerdo haber llamado a mi esposa, Lucy, y fue muy difícil hablar con ella porque estaba muy triste. Ese fue el momento más devastador de mi carrera hasta ahora», confiesa Smedley en 'Beyond The Grid' ('Más allá de la parrilla'), canal oficial de la F1.
Sin comerlo ni beberlo, lo pasó peor alguien ajeno a la lucha directa por aquel campeonato: Timo Glock. Al piloto alemán de Toyota le acusaron durante mucho tiempo de haberse dejado adelantar por Hamilton. Finalizada la carrera, la policía brasileña tuvo que escoltarlo hasta el aeropuerto de Sao Paulo. Temían por su integridad física.
En 2018, Glock revivió en la cadena de televisión ESPN lo ocurrido diez años antes: «Nunca me imaginé que estaría en esa situación. Hubo un par de periodistas que fueron muy agresivos, sobre todo italianos, culpándome y diciéndome que lo había hecho a propósito, que era algo planeado antes de la carrera y preguntándome cuánto me habían pagado Mercedes y Hamilton. No podía creer que la gente pensara que de alguna manera había planeado eso con Lewis. ¿Cómo íbamos a saber que la meteorología sería así?».
«Hamilton no pasará de la primera curva, alguno le sacará del circuito. Hay muchos pilotos a los que no les gusta el británico, media parrilla le tiene ganas»
Nelson Piquet
Tricampeón del mundo de F1 (1 de noviembre de 2008)
«Incluso a mi familia, a mi padre y a mi madre, les llegaron cartas preguntando cómo podía haber hecho eso y diciéndoles que tenían que haberme pegado un tiro y que no debería seguir en el deporte. No me podía creer que la gente fuera tan mala y extremista», añadió.
Desde luego, los responsables del Mundial tampoco le ayudaron. Tardaron nueve años, hasta 2017, en hacer público el video de la cámara interior del Toyota donde se aprecia bien claro el sufrimiento de Glock por el poco agarre de los neumáticos de seco sobre el asfalto mojado, razón que facilitó el adelantamiento de Hamilton (y de Vettel).
«¡Cada año, cada noviembre, me preguntan sobre ello! –asegura el germano– El acoso es menor desde que subieron a Internet el vídeo en el que se ver lo mal que lo pasé en la última vuelta. Ahora puedo responder a la gente con esas imágenes. No sé por qué tardaron tanto tiempo en publicarlo, pero ha ayudado a la gente a entender que no había ninguna estrategia y que simplemente fue una batalla para mantenerme en la pista». Aún así, los más acérrimos se lo siguen recriminando. No le perdonarán nunca.
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